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Manuel Segade presenta su proyecto para el Museo Reina Sofía: abierto, tentacular y de consenso

Manuel Segade, director del Museo Reina Sofía

Elena Cabrera

Madrid —

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El nuevo director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Manuel Segade, ha presentado este viernes a la prensa el proyecto con el que ha ganado la dirección del gran buque insignia del arte contemporáneo en España y lo primero que se puede decir de él es que no es rupturista respecto al legado de los 15 años de Manuel Borja-Villel o los directores anteriores. Segade lo entiende como una transición, una consolidación, una multiplicación de relatos, una “tentacularidad” (siguiendo a Donna Haraway) y un sistema de escucha que busca el consenso y una mayor apertura del museo.

Hereda de Borja-Villel dos próximos años de una programación ya diseñada que él no ve como una imposición sino como “una maravilla” y “un privilegio” que asegura al Museo una programación de excelencia y que a él le otorga cierto margen para “pensar” en lo que vendrá después. Su impronta más evidente, la programación, comenzaremos a verla a mediados de 2025 o como mucho a principios de 2026. Por ello, pide “paciencia” y explica que eso no quiere decir que no haya cambios en el museo pero serán poco a poco y, en algunos casos, detalles ―como el permiso para fotografiar el Guernica que ni siquiera se comunican pero que se van efectuando tanto en las oficinas como en las salas.

Es consciente de que las exposiciones son el punto de máxima intensidad del museo pero, por otro lado, piensa que debería tener más peso la programación pública que realiza esta institución, la cual se ha dado poco a conocer. Y en esa área sí le será más sencillo intervenir desde sus primeros días.

Segade ha usado muchas metáforas que le han permitido hacer una aproximación más simbólica que factual a su idea de museo, lo cual es lógico en este prólogo. Por ejemplo, ha explicado que hasta ahora se ha mostrado al Reina Sofía, o más bien a su colección, “como un atlas”, lo que vendría a ser un esquema de representación plano de una geografía, pero que él quiere entender el museo como “una estructura nerviosa”, por lo que ha ahondado en la idea de múltiples ramificaciones, conexiones y redes que no necesariamente funcionan de manera centralizada. Por eso ha utilizado en varias ocasiones el concepto tentacular, ya que los pulpos, apoyándose en otra metáfora, tienen ese tipo de cordón neuronal periférico que rodea o evita el cerebro en el intercambio de información entre sus tentáculos. Por ello, a él le gustaría que las diferentes áreas del museo, que serán reforzadas, puedan crear sus propias redes y expandirse, crear de manera más imaginativa, sin tener que pasar por el despacho del director, que sería la cabeza del pulpo.

En ese sentido, las relaciones que ya estableció el programa de Borja-Villel Museo Situado son clave, abriéndose al tejido activista del barrio y que Segade quiere ampliar con relaciones “en círculos concéntricos”. También ha querido resaltar que le interesa mucho apoyar el arte español de media carrera y emergente.

Manuel Segade quiere que el Reina Sofía sea un lugar que desborde con radicalidad la definición de lo que tradicionalmente entendemos por museo. En un museo tradicional se mira, “está hecho para el ojo” pero en un museo contemporáneo entra en juego el “cuerpo entero”. Ha de ser un espacio “en el que la gente pueda deshacer sus hábitos”. En ese sentido, el museo no “se vuelve” feminista ni antirracista sino que el género, la diversidad o la clase deben de estar “en el corazón de las prácticas artísticas” que definan al Reina Sofía como un “sujeto institucional”.

El nuevo director quiere que el Museo sea una estructura capaz de reconocer a las figuras y los momentos clave, fomentar su estudio y crear contextos más amplios. Mirar más hacia los sures: tanto del Mediterráneo como de América. Incorporar más comisarios externos, interdepender y cooperar más con la sociedad civil. Incluir más a los jóvenes y a la cultura popular ―en ese sentido, ha puesto como ejemplo la pregunta de por qué no ha entrado aún el trap en el museo y apunta que deberían “envolver” en el museo a artistas como Arca, Rosalía o C. Tangana como ya hicieron con el Niño de Elche, ― y desarrollar metodologías que permitan una práctica artística exploradora de lugares inéditos que fomenten “la imaginación radical”.

Quiere que se documente mejor la historia del museo ―su web actual no hace accesible su historia anterior a 2008 pero habrá una nueva próximamente―, que se escriba más, que se potencie lo digital, que la plaza interior que crea el edificio Nouvel “sea ciudad”.

Respecto a las obras que posee el Museo, Segade ha señalado que la colección permanente Vasos comunicantes solo muestra el 5% de los fondos. Y además ha revelado que el 20% de las obras en sala son depósitos. Por ello hay que “exhumar” obra de los almacenes, se ha atrevido a decir que incluso “obra mala” porque sirve para explicar la historia de España. No obstante, ha recalcado en varias ocasiones que lo que le interesa es reforzar una política de depósitos de colecciones públicas autonómicas que permitan rellenar las lagunas que tiene la colección, una estrategia que valora como de “movimientos sencillos” ya que las autonomías están representadas en el Patronato del Museo.

Segade es consciente de las críticas que desde los sectores conservadores se han dirigido al museo, de hecho han aparecido en la rueda de prensa. Ante ello, el punto principal de su programa es el consenso. Para legar a él, ha diseñado dos comités asesores. Uno general y otro específico de arquitectura y diseño, pues quiere darle una mayor importancia a lo arquitectónico.

El primero está formado por María de Corral (la primera directora del Reina Sofía), João Fernandes (director del Instituto Moreira Sales en Brasil), Amanda de la Garza (directora del Museo Universitario Arte Contemporáneo de la UNAM), Inés Katzenstein (directora del Instituto Patricia Phelps de Cisneros para el Estudio del Arte de América Latina en el Museo de Arte Moderno de Nueva York), Chus Martínez (directora del Institute of Art Gender Nature de la FHNW Academy of the Arts and Design en Basilea), Gloria Moure (comisaria) y Vicente Todolí (director artístico de Pirelli HangarNicocca).

El comité asesor de arquitectura está formado por Juan Herreros (catedrático de la Escuela de Arquitectura de Madrid), Andrés Jaque (decano y profesor de la Columnia University Graduate School of Architecture, Planning and Preservation) y Marina Otero (profesora visitante en la Graduate School of Architecture, Planning and Preservation). Tras nombrar a todos estos nuevos asesores, Segade ha recalcado que una de sus intenciones es recuperar en cierta medida “las fuerzas del arte español en la diáspora”.

El nuevo director también ha reseñado, en el capítulo de los ingresos propios, que espera poder utilizar “los instrumentos de la avanzadilla de la futura ley de mecenazgo”, que la afluencia de público se mantenga como hasta ahora ―si creciera desmesuradamente supondría un problema― y ha prometido, en cuestión de transparencia, una Memoria Anual “fácil de comprender para la sociedad en general”. Respecto al personal laboral, los cuatro puestos de alta dirección saldrán próximamente a concurso público y ha querido remarcar su preocupación hacia los puestos de los vigilantes de sala, cuyas necesidades están “intentando cubrir al 100%”, a los que considera “la cara del museo” y a los que atenderá mejor en sus revindicaciones y dándoles formación.

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