Un tirón de orejas por meter a ETA en el museo
“El exorcismo cultural de ETA, tal como han bautizado algunos medios la revisión de un período histórico marcado por la actividad terrorista, requiere descomponer la violencia y alejarse del binarismo que ha impedido todo intento de reflexión acerca de este fenómeno, a la vez, político, militar y cultural”. Eso pone en el párrafo de la discordia. Es la descripción del “Caso de estudio” llamado 1989. Tras las conversaciones de Argel. Delirio y tregua, de la exposición Tratado de Paz. Se presentó el pasado martes en el Museo del Prado de Madrid, dentro de la programación de la Capital Cultural Europea San Sebastián 2016.
De la discordia porque ha sido causa de un tirón de orejas por parte del Ministerio de Cultura. Fuentes del organismo nos han confirmado que han remitido una carta dirigida a la Fundación San Sebastián 2016 que supone “una llamada de atención” por las “palabras contenidas en el dossier de prensa. Lo que hemos hecho ha sido trasladar la preocupación por ese tratamiento, así como el interés en que se lleve a cabo una reflexión acerca de cómo el terrorismo es tratado a nivel informativo”. Las mismas fuentes reconocen que no conocen “la exposición ni la cartelería, tan solo el dossier de prensa”, pero el aviso viene “habida cuenta de la sensibilidad que genera entre los ciudadanos el tema, especialmente de los que han sido víctimas del fenómeno etarra”.
Desde la institución afirman no querer meterse “en la libertad artística” y que perciben un “ánimo de colaboración” por parte de la capitalidad. No especifican si quieren que se retire la pieza o que sea modificada; hablan de una “reflexión”. San Sebastián 2016 cuenta con apoyo del Ministerio y por eso “debe ser objeto del mayor de los cuidados a la hora de explicar un hecho como ha sido el terrorismo en este país”. La carta enviada no ha sido facilitada a los medios.
La interpretación del comisario
El comisario de la exposición, Carles Guerra, afirma que le ha sorprendido la controversia porque se trata de un enunciado “bastante neutro” sobre un contenido que todavía “está en curso”. Asegura que él, personalmente, no ha recibido ningún aviso directo desde el Ministerio. “La polémica viene más porque representar este periodo sigue siendo un tabú”, considera. “La alarma se ha creado artificialmente, o interesadamente. Lo importante es insistir en que lo saludable es que podamos abordar este periodo histórico, que no esté marcado por el binarismo que es a su vez efecto de la violencia. Ahora que desde 2011 vivimos un cese definitivo de la violencia, aprovechemos este clima para plantear la paz”.
Ese tabú viene porque “es un periodo del presente. De las otras partes poco sabemos, o poco nos importan. También se trata el bombardeo de Guernica de 1937, una de las violencias más extremas contra la humanidad, que sin embargo asumimos con naturalidad histórica. La violencia surgida del periodo de ETA también es desmesurada, pero precisamente por eso podemos volver a ello. Hay muchos artistas vascos que han sabido mirar fuera del binarismo impuesto por la propia violencia y por la inercia de los medios de comunicación sobre el terrorismo”, reflexiona.
“A principios de los 80 Margaret Thatcher ya intentó prohibir, en su caso, mencionar al IRA. Esa solución no funciona en ningún momento, sino que hace mucho menos digerible la violencia y la perpetúa. Nosotros con la exposición queremos conseguir un posible escenario donde trabajar la paz, y representar la historia desde una perspectiva especial como es la del arte. Como también se ha hecho con otros libros, series o películas”, insiste.
Respecto al párrafo del dossier, le gustaría saber “dónde está el término conflictivo. Hemos hablado de un fenómeno político, cultural. Evidentemente la violencia genera consecuencias en la sociedad hasta la última partícula, como decimos. Posiciona, cambia la lectura de las imágenes, de los mensajes, de los gestos, de los cortes de pelo. Todo queda connotado por la violencia, que no se detiene en la muerte, sino que resuena y modifica todo. No solo se genera contra los cuerpos sino que se queda en el espacio social”.
A la pregunta de si el público está preparado para una exposición sobre ETA, él cree que sí: “Al menos, si no creamos esa especie de animadversión hacia un posible debate. Pero lo importante, insisto, es que no sea un tema tabú y los términos no estén secuestrados, porque así es difícil pasar de un alto al fuego a la paz total”. “Donde nosotros tenemos competencia es en ver cómo ese clima de violencia, de terrorismo, ha cambiado nuestra lectura del arte. Eso es la exposición”. Y concluye: “Los museos son lugares de representación de la paz. Pero cuidado, las paces se negocian, se acuerdan, se imponen incluso. Nuestro campo de reflexión y de debate es ese, la relación entre el estudio de la cultura y la sociedad”.
No solo ETA
La exposición se divide entre el Museo San Telmo y el Koldo Mitxelena Kulturunea. Y lejos de que la banda terrorista tenga protagonismo, se reúnen más de 300 pizas de artistas como Goya, Rubens, Murillo, Picasso, Maruja Mallo, Elena Asins, Alice Creischer, así como fotografías de Sophie Ristelhueber. A ese eje central le acompañan varios casos de estudio que abarcan diferentes periodos históricos y que se repartirán entre otros centros, como el Museo de Bellas Artes de Bilbao o el Museo San Telmo de San Sebastián. Entre esas piezas está el caso polémico, 1989. Tras las conversaciones de Argel. Delirio y tregua.
Tratado de paz estará abierta al público del 17 de junio al 2 de octubre de 2016. Este “Caso”, el número 7, estará en el museo Artium de Vitoria-Gasteiz del 11 agosto al 16 de octubre de 2016 y en la Fundación Antoni Tapiès de Barcelona del 11 de noviembre de 2016 al 15 de enero de 2017.