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La Berlinale veta a la extrema derecha en una edición con menos cine español

Una protesta en Múnich contra el partido ultraderechista AfD y su participación en una reunión en la que se habló de la deportación masiva de extranjeros y alemanes nacionalizados.

Javier Zurro

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La pasada gala de los Goya puso sobre la mesa un nuevo debate. Por primera vez en su historia, la ceremonia que honra el cine español contaba con la presencia de miembros de Vox. Nunca antes un partido de extrema derecha había estado allí. Su presencia era en sí un oxímoron. Acudían quienes llevan años rescatando mantras y mentiras contra el sector. Acusándoles de subvencionados, deficitarios, “señoritos” y demás agravios en boca de sus representantes públicos. 

La Academia de Cine ha mantenido el criterio que ha utilizado siempre. Se invita a todos los partidos políticos con representación en el Congreso de los Diputados. Por tanto, y desde que Vox la tiene, ha recibido puntualmente su oferta para acudir a los Goya. Hasta ahora la había desechado. Su presencia en esta ocasión vino precedida de los ataques del vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo, y tuvo la respuesta del cine en la alfombra roja y en forma de discurso oficial en la boca de Pedro Almodóvar, que detuvo la gala antes de dar el premio a la Mejor película para responder a las acusaciones del político.

Como suele ocurrir, estos debates no son la excepción española, sino que se están produciendo en otros tantos países. El último, Alemania. El país ha vivido en los últimos meses una respuesta popular contundente contra AfD, el partido de extrema derecha que empieza a ganar poder en las encuestas en un país donde la línea roja para no pactar con ellos es clara. La nueva edición de la Berlinale, el Festival de Cine de Berlín, se ha enfrentado al debate sobre invitar o no a miembros del partido de ultraderecha en los últimos meses.

Originalmente decidían aplicar el mismo criterio que la Academia de Cine de España, pero los cineastas alemanes llegaron a escribir una carta mostrando su indignación por esa invitación que también enfureció a los usuarios de las redes sociales. Días después, la Berlinale mandaba un mail en el que anunciaba que había “desinvitado” a los políticos de AfD. “En los últimos días se ha producido un intenso debate en el sector cultural, en la prensa y en las redes sociales, así como dentro del equipo de la Berlinale, sobre las invitaciones a políticos de AfD, un partido de extrema derecha, a la inauguración de Berlín. Hoy, la dirección de la Berlinale ha decidido retirar la invitación a los cinco políticos de AfD previamente invitados”, comenzaba su comunicado.

Argumentaba que “el compromiso con una sociedad libre y tolerante y la oposición al extremismo de derecha son parte del ADN de la Berlinale”. El comunicado hacía referencia directa a las noticias de hace unas semanas sobre una reunión de AfD con otros partidos conservadores para expulsar inmigrantes del país, lo que el festival considera “posiciones explícitamente antidemocráticas”, y anunciaba la decisión que habían tomado de comunicar “a todos los políticos de AfD previamente invitados para informarles de que no son bienvenidos en la Berlinale”.

En AfD se pueden encontrar comentarios homófobos, hostiles hacia la comunidad queer y racistas, así como un severo revisionismo histórico y un absoluto extremismo de derecha

Mariëtte Rissenbeek y Carlo Chatrian Directores de la Berlinale

“La AfD y muchos de sus miembros y representantes tienen opiniones profundamente contrarias a los valores fundamentales de la democracia. En AfD se pueden encontrar demandas de una sociedad homogénea, restricciones a la inmigración y deportaciones masivas, comentarios homófobos, hostiles hacia la comunidad queer y racistas, así como un severo revisionismo histórico y un absoluto extremismo de derecha. En tiempos en los que los extremistas de derecha están entrando en los parlamentos, la Berlinale quiere adoptar una posición clara. El debate sobre cómo tratar con los políticos de AfD también afecta a muchas otras organizaciones y festivales. Este debate debe llevarse a cabo en toda la sociedad y junto con todos los partidos democráticos”, zanjaban sus directores Mariëtte Rissenbeek y Carlo Chatrian.

Como en los Goya, la polémica en torno a la presencia de la extrema derecha ha fagocitado lo estrictamente cinematográfico en un año donde el cine español no estará en la Sección Oficial. No se podrán repetir los éxitos de las dos pasadas ediciones, cuando Carla Simón logró el Oso de Oro en 2022 y 20.000 especies de abejas despegaba su carrera con el Oso de Plata a la Mejor interpretación protagonista para Sofía Otero, que se convertía en la actriz más joven en lograrlo en la historia del certamen. 

Aun así el cine español estará, aunque no en su sección oficial. Será el cine más arriesgado y en los márgenes el que se vea por primera vez en la capital alemana con propuestas que despiertan curiosidad, como The Human Hibernation, el debut en la dirección de la artista multidisciplinar Anna Cornudella, en el que fantasea con un mundo en donde los humanos han comenzado a hibernar para sobrevivir. A pesar de no estar en competición por el Oso de Oro, sí que podría optar al premio al mejor debut del festival.

Se verá en la sección Forum, donde también estará La hojarasca, opera prima de la directora canaria Macu Machín que protagoniza la familia real de la directora: sus dos tías y su madre. Un filme que mezcla documental y ficción, rodado en La Palma, con la erupción del volcán de fondo en “una película sobre fantasmas, encuentros inesperados y reconciliaciones familiares”, como la define su realizadora. Además, dos coproducciones, Reinas, con Uruguay; y Los tonos mayores, con Argentina; que participarán en la sección Generation, donde también se podrá ver el cortometraje Cura Sana, de Lucía G. Romero y producido por la escuela de cine de Cataluña, la ESCAC.

En la Sección Oficial quien sí estará, aunque en forma de jurado, será Albert Serra. El director catalán, que ultima su documental sobre la tauromaquia mientras prepara su siguiente largo de ficción, será uno de los que decidan quién se lleva un Oso de Oro al que optan grandes nombres del cine de autor. Los franceses Bruno Dumont y Olivier Assayas son dos de los más esperados, así como Abderrahmane Sissako, que presentará su nuevo filme Black Tea 10 años después de Timbuktu.

Una de las más esperadas será Mati Diop, cineasta franco-senegalesa que tras triunfar en Cannes con Atlantics ha rodado Dahomey, un documental sobre la descolonización de un museo de París. Uno de los temas más presentes en el ámbito cultural que se tratará en una Berlinale que siempre presta atención a los asuntos políticos que marcan la conversación y que los afronta, ya sea en forma de películas o en forma de desinvitaciones para los miembros de AfD.

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