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Juan Antonio Bayona arrasa en los Goya y le da a Netflix su primera victoria en una gala marcada por el ‘Se acabó’

El realizador Juan Antonio Bayona, gran triunfador de la noche

Javier Zurro

Valladolid —

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No había más opciones. El duelo por el Goya a la Mejor película estaba entre dos. 20.000 especies de abejas y La sociedad de la nieve llegaban como clarísimas favoritas. Lo eran desde que se anunciaron las nominaciones y arrasaron con todo, y se han ido confirmando en los premios posteriores. La carrera este año llegaba al final con la emoción ausente de otras ocasiones, y se mantuvo hasta el último minuto. Cada película cumplió a la perfección lo que se esperaba de ella. 

La de Juan Antonio Bayona arrasó en lo técnico, y la de Estibaliz Urresola rascó lo que tenía que rascar: dirección novel (uno de los premios más cantados de la noche), guion original y actriz de reparto para Ane Gabarain. Para poner más tensión al asunto, ambos títulos no se enfrentaban en la categoría de Mejor dirección, que se llevó Bayona logrando su cuarta estatuilla como realizador. Así las cosas, el último premio tuvo a todos con la respiración contenida esperando a que se dijera el título ganador. Finalmente fue para La sociedad de la nieve, que con 12 cabezones se convierte en la tercera película con más Goyas de la historia tras Mar adentro y Ay, Carmela. Bayona consigue, de nuevo, lo imposible: darle a Netflix su primer Goya a la mejor película. La primera apuesta seria de la plataforma para triunfar en los premios del cine español les ha salido a la perfección.

El premio final para La sociedad de la nieve llegó tras una gala marcada por la denuncia del cine español ante los casos de abusos y violencia sexual y por la presencia, por primera vez, de Vox en la gala. Mientras que del primer asunto se sucedieron los discursos, del segundo tema se olvidaron casi todos cuando se sentaron en sus butacas. Pero como en las buenas películas, la gala de los Goya llegó con un giro final. Antes de dar el premio al Mejor filme del año, Pedro Almodóvar paró la gala en seco y se dirigió directamente a Juan García-Gallardo, vicepresidente del partido de extrema derecha que un día antes les había acusado de “señoritos” y de hacer un cine “que no ve nadie” y que se encontraba en el patio de butacas.

No tuvo que mencionar su nombre, solo decir que sus palabras iban para un político presente que les había acusado de esos falsos mitos perpetuados por la derecha: “A este hombre le voy a decir lo obvio. El dinero que recibimos los cineastas como anticipo lo devolvemos con creces al Estado. Creamos miles de puestos de trabajo”. El aplauso fue tan sonoro como el que recibió Bayona cuando recogió el premio a la Mejor película entre lágrimas.

Aunque la victoria de Bayona se consolidó en el último minuto, la gala fue dejando pequeñas pistas de por dónde irían los tiros. El primer golpe en la mesa llegó pronto, Matías Recalt ganaba el premio al Mejor actor revelación por encima del favorito, La Dani y sacaba las primeras lágrimas de Bayona, que ha reivindicado a sus actores en todas las entrevistas que ha dado desde septiembre, cuando el filme se estrenó en Venecia. Recalt se acordaba de su padre, fallecido poco antes de rodar el filme, y de su país, Argentina, que “está pasando un momento delicado”. “No se manche la cultura”, terminó pidiendo el único actor nominado del éxito de Netflix.

Fue el primero de los muchos que vendrían. Tantos que a mitad de gala La sociedad de la nieve ya llevaba 10 premios y Bayona ya estaba seco de inflarse a llorar. Por el camino solo se había dejado los dos galardones a los que no optaba, el de Mejor actor de reparto, que ganó José Coronado salvando el honor de Cerrar los ojos, la película de Víctor Erice; y el de canción original para Rigoberta Bandini por el tema de Te estoy amando locamente. La cantante abrió el tarro de los discursos políticos dedicando su premio a todas sus amigas del colectivo. “A los maricones y bolleras que han tenido que esconderse por encajar. Esto es para vosotras. Nunca más vulnerarán vuestros derechos”, gritó exultante.

El terremoto del filme de Bayona provocó que la otra gran favorita, 20.000 especies de abejas, recogiera su primer premio a las 23:50 de la noche (y ojo que todavía quedaba más de una hora y media para el final). Fue el de dirección novel para Estibaliz Urresola, uno de los más cantados de la noche. Se convierte en la séptima mujer consecutiva en lograrlo gracias a su delicada mirada a las infancias trans que comenzó su viaje hace casi un año en la Berlinale. Urresola volvió a demostrar que sus discursos son los mejores. Con su pegatina que pedía el alto el fuego en Gaza y el fin del comercio de armas con Israel, la directora pidió el fin del acoso y la violencia en el cine. También subrayó la importancia de “nombrar las cosas”, algo de lo que habla su película, y fue por ello que calificó lo que “está pasando en Gaza” como “un genocidio que hay que pedir que lo detengan”. Fue la única ―junto a Alba Flores― que hizo mención al tema.

El casillero de 20.000 especies de abejas acabó con tres Goyas al lograr también el de guion original y el de actriz de reparto para una emocionadísima Ane Gabarain, que recogió el premio de la joven actriz de su película, Sofía Otero, en una de las escenas más bonitas de la noche. La actriz, que llegó a Valladolid tras actuar en Madrid esta misma tarde con la versión dirigida por Alfredo Sanzol de La casa de Bernarda Alba, agradeció su primer Goya “a todas las personas trans” por hacerla “mejor actriz y mejor persona”. El otro ganador de la noche fue el otro nominado al Oscar. Pablo Berger ganaba el Goya a la Mejor película de animación y le quitaba el pleno a Bayona al llevarse el de guion adaptado por su adaptación del cómic de Sara Varon en Robot Dreams.

En el resto de las categorías interpretativas, además de la emoción de Janet Novás por su premio a la Mejor actriz revelación por O Corno, se vio como se cumplían todas las quinielas. David Verdaguer vencía por su encarnación del humorista Eugenio en Saben aquell (único premio para la película de David Trueba); y Malena Alterio lograba su primer Goya por su excelente interpretación en la reivindicable Que nadie duerma, de Antonio Méndez Esparza.

El tema del alzhéimer se coló en la Gala en forma de premios al Mejor documental para el conmovedor retrato sobre Carme Elías que ha realizado Claudia Pinto en Mientras seas tú, el aquí y ahora de Carme Elías; y por la vencedora del galardón a la Mejor película iberoamericana para La memoria infinita, de Maite Alberdi. Hubo hasta espacio para acordarse de la Cañada Real gracias al excelente corto de Guillermo García, Aunque es de noche, rodado con vecinos de la zona madrileña que sigue sin luz. “Asumamos nuestra responsabilidad y privilegio, esto es una flagrante violación de los derechos humanos. Nos miran desde muy cerca y nosotros desde el cine no podemos mirar para otro lado”.

'Los javis' y la ilusión

Los Goya fueron, también, la muestra de que 'los javis' pueden enfrentarse a cualquier reto y caer de pie. Contagian alegría, ilusión y amor por lo que hacen. Es imposible no caer rendido a lo que hagan. Consiguieron lo más difícil, que presentar la gala no se sintiera como un marrón, sino como una forma de reivindicar el cine español. Lo hicieron cantando y bailando La chica ye-yé con Ana Belén en el homenaje a Concha Velasco en su ciudad, pero sobre todo en el precioso recordatorio a la importancia que los Goya han tenido en su vida.

Se acordaron de 2002, cuando presentó Rosa María Sardá, “la mejor presentadora” de la historia de los premios del cine español. Una gala donde triunfó Amenábar y donde estaba nominada Lucía y el sexo, película que Ambrossi confesó que fue a ver… con su novia. Tras ver la escena del barro, a la salida del filme, Ambrossi le confesó que era gay. “El cine es autodescubrimiento”, dijo su pareja y le mandó un beso a la ex de Javier Ambrossi y a “todas las mariliendres”.

Tras la broma se acordaron de Ramón Salazar, de Lola Dueñas y, cómo no, de Pedro Almodóvar. “Todos tenemos una peli de Almodóvar. La mía es Volver, aluciné y dije, quiero hacer algo así”, dijo Javier Calvo entre risas. La de Ambrossi, Todo sobre mi madre. Y ahí llegó el momento de la noche. Pedro Almodóvar y las actrices de Todo sobre mi madre, Cecilia Roth, Antonia San Juan, Marisa Paredes y Penélope Cruz entraron en el escenario con los presentadores arrodillados entre ellos. Almodóvar desveló entonces que el sofá en el que estaban era el de Todo sobre mi madre, y recordaron algunos de los momentos más graciosos del filme, cuando Marisa Paredes dejaba una frase para el recuerdo: “La de tiempo que hace que no me como yo una polla”.

Con su estilo, Javier Calvo también lanzó un dardo a Vox antes de que Almodóvar parara la gala, que en boca del vicepresidente de la junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo, calentaba la ceremonia un día antes diciendo que eran unos “señoritos” y que hacían películas que “no ve nadie”. El director de La Mesías dejó un mensaje: “Amar el cine español es una de las formas mas bonitas de amar nuestro país. Habla de nuestra cultura, de nuestra gente, de nuestros problemas y en nuestros idiomas”. 

También dejó recado sin mencionar el destinatario José Sacristán cuando presentó el merecidísimo Goya de Honor para Juan Mariné, historia del cine español que con 103 años recogía en su casa uno de los galardones más merecidos que se recuerdan. “Saliendo al paso de algún indocumentado diré que Juan Mariné se dejó la retina en conservar las películas de forma sencilla, humilde y dignamente, hayan gozado o no del favor del público. Todas las películas forman parte del patrimonio cultural de este país”, dijo Sacristán.

Porque todo lo que pasó en la gala (tan larga como siempre) fue una mezcla perfecta de lo que es el cine español. Un cine donde lo íntimo y lo político siempre se juntan. Donde el cine más grande tiene hueco y triunfa fuera, y donde sus miembros dedicaron su gala para reivindicar lo que tocaba, pero también para dejar claro que el cine hay que protegerlo y defenderlo siempre, porque el cine crea referentes, cambia imaginarios y construye discursos, a pesar de que los líderes de Vox se encarguen de provocar diciendo lo contrario.

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