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Cinco películas sobre el Holocausto que no empiezan por “La lista de”

Shoah, el bellísimo documental de Claude Lanzmann sobre las víctimas del Holocausto

Marta Peirano

Todo empezó en 1978, cuando la televisión norteamericana emitió una miniserie de cuatro episodios llamada Holocausto. Contaba las desventuras de la familia Weiss y no acababa bien. En Alemania se emitió por primera vez en 1978 con el título cambiado (Catástrofe) y generó gran agitación entre los ciudadanos. Desde entonces, el Holocausto se ha convertido en un género favorito de Hollywood, un lugar común en el que reinan La lista de Schindler, de Steven Spielberg, La vida es bella, de Roberto Benigni y El Pianista, de Roman Polanski. Proponemos cinco nuevos títulos para recordar lo innombrable en el 70 aniversario de la liberación de Auschwitz.

Los juicios de Nuremberg (1961)

Los juicios de NurembergUna joya extrañamente infravalorada, con un reparto simplemente insuperable. La trama describe uno de los doce juicios que tuvieron lugar en el Palacio de Justicia de Nuremberg antes de los Tribunales Militares. Allí fue donde los líderes militares, políticos y económicos de la Alemania nazi fueron juzgados por crímenes de guerra (Nuremberg era, por cierto, la ciudad donde en 1934 Hitler organizó la famosa marcha que documenta Leni Riefenstahl en El triunfo de la voluntad). Esta película recuerda uno de los más interesantes; el juicio presidido por el honorable Dan Haywood donde se juzga a los cuatro grandes magistrados alemanes.

Dedicada pero no ambientada en Holocausto, la película de Stanley Kramer responde a la pregunta que el mundo entero se hacía entonces: ¿cómo pudieron los ciudadanos alemanes ignorar lo que pasaba a su alrededor? Y, si lo sabían, ¿cómo pudieron tolerarlo? Como ocurre con las grandes obras, Los Juicios trasciende su contexto con una reflexión necesaria sobre los límites de la democracia y el espíritu de la ley. Con Spencer Tracy, Burt Lancaster, Richard Widmark, Marlene Dietrich, Judy Garland y Montgomery Clift.

[Como curiosidad para los que han leído el otro artículo, otro fue el Juicio a la IG Farben, donde se sentaron los 24 directivos de la industria química alemana. Lamentablemente y por razones obvias, sólo 13 fueron sentenciados, y sólo cumplieron entre uno y ocho años de prisión.]

Shoah (1985)

Shoah es la madre del cordero de todas las películas sobre Auschwitz, y el único documental de nueve horas y media que lo peta en las reposiciones. En un intento de documentar lo innombrable, Claude Lanzmann -doctor en filosofía especializado en Leibniz, examante de Simone de Beauvoir- entrevista a supervivientes del Holocausto. Pero ojo: no sólo a las víctimas, también a los perpetradores y a muchos de los polacos que vivían a su alrededor. Después de su estreno en París, el gobierno polaco pidió al francés que prohibiera la cinta, mientras que Mijaíl Gorbachov la mandó programar por todas las ciudades de la Unión Soviética.

Lanzmann era judío supermilitante, pero Shoah no fue idea suya sino de su amigo Alouph Hareven, un ensayista que entonces trabajaba en el Ministerio de Exteriores de Israel. La idea: hacer una película sobre el Holocausto desde el punto de vista de los judíos, “una película que no es sobre la Shoah sino que es la Shoah”. Shoah significa catástrofe en hebreo, y es un sumario de la tesis final del proyecto: el Holocausto no sólo ha ocurrido sino que podría volver a ocurrir, en cualquier otro momento y en cualquier otro lugar.

Buscando recuperar la memoria de aquellos que murieron en las cámaras de gas, Lanzmann entrevista a los que estuvieron más cerca, desde los comandos especiales de prisioneros seleccionados para trabajar en las cámaras y los crematorios (los Sonderkommando) hasta un hombre llamado Abraham Bomba, uno de los barberos que cortaba el cabello a los que iban a ser gaseados en Treblinka.

Extrañamente, la película es bellísima, incluso melancólica. La asombrosa historia de cómo se produjo y la más asombrosa historia de lo que pasó después la cuenta el propio Lanzmann en su libro de memorias, La liebre de la Patagonia (Biblioteca Formentor, 2011).

Memoria de los Campos (1945)

Memoria de los Campos

Basada en las grabaciones que hicieron los soldados rusos, británicos y norteamericanos durante su llegada a los campos de concentración (Auschwitz, Bergen-Belsen y Dachau, respectivamente), esta extraña cinta fue un encargo de Sidney Bernstein, jefe de la sección de propaganda de la SHAEF y en su producción llegó a participar a una de las estrellas de la época, el director británico Alfred Hitchcock.

Al parecer, el Gobierno británico decidió enterrarla al final de la guerra porque ya habían ganado y no querían alienar a los alemanes. Al menos esto es lo que asegura el comisario jefe del Departamento de Investigación del Museo Imperial de la Guerra que se ha ocupado de su restauración y resurrección, Toby Haggith. Los alemanes vieron la película por primera vez en el Festival de Cine de Berlín en 1984 y los estadounidenses, en la cadena pública American PBS, con el título Memory of the Camps (Recuerdo de los Campos) y la voz del actor británico Trevor Howard. Hoy la puede ver todo el mundo en topdocumentaryfilms.com pero sin Howard, cuya narración fue considerada demasiado sardónica para el público del nuevo milenio.

Bent (1997)

BentLa película de Sean Mathias es la adaptación de una obra de teatro de 1979, escrita por el norteamericano Martin Sherman y protagonizada, primero por Richard Gere y después por Ian McKellen. El título hace referencia al nombre despectivo que se les daba a los homosexuales en la época (bent significa doblado). Pero lo más importante es que fue la primera obra en recordar a los otros colectivos que sufrieron la persecución nazi, además del judío.

Bent cuenta la historia de Max, un berlinés promiscuo y fiestero que una noche se trae a casa a un guapo miembro de las SA, con tal mala suerte que coincide con La noche de los cuchillos largos, cuando Hitler se quita de encima a todos los que le molestan, incluyendo los altos cargos de las SA (una fuerza paramilitar de los nazis). Max y su novio son enviados a Dachau donde, tratando de volver cautelosamente al armario, Max rechaza la estrella rosa de homosexual y recibe la amarilla de judío.

En la versión cinematográfica, adaptada por el propio Sherman, el protagonista es el guapo Clive Owen, mientras que Ian McKellen se conforma con el papel del tío Freddie.

El último tren a Auschwitz (2006)

El último tren a Auschwitz (2006)

Posiblemente un nuevo género: terror humanitario. El director, el virtuoso alemán Joseph Vilsmaier, ya se había hecho famoso con la larga, dura y fundamentalmente pacifista Stalingrado (1993). El último tren (de título original: Der letzte Zug) se centra en un tren que sale de la estación berlinesa de Grunewald con 688 judíos, en abril de 1943. El trayecto que los conduce de Berlín a Auschwitz dura seis días, durante los cuales el calor, el hacinamiento, el miedo, el hambre, el maltrato y la deshidratación acaban con muchos, enloquecen a unos cuantos y producen intentos de fuga, con resultados desiguales.

La trama se centra en una joven pareja, un matrimonio con dos hijos pequeños y otro de ancianos artistas. Técnicamente impoluta y emocionalmente desoladora, esta película merece un revival por los animalistas. porque un crimen no se define por quiénes son las víctimas sino por el crimen.

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