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España y Senegal: mestizaje musical para el diálogo

La Orquesta Baobab junto a los músicos españoles Pájaro, Pepe Bao y Gautama del Campo durante un concierto en Dakar, Senegal. Estos artistas españoles y senegaleses hablan idiomas diferentes pero hay uno, compuesto por doce notas, con el que se cuentan alegrías, tristezas y todas las emociones que recopila el lenguaje más universal del planeta: la música.

EFE

Dakar —

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Ambroise Zinsou y Gautama del Campo tienen complicidad sobre el escenario mientras tocan el saxo y el trombón. Se miran, se dan paso, se sonríen, se hacen una mueca de aprobación, un guiño.

También les ocurre a Pepe Bao y Charlie Ndiaye. Ambos tocan el bajo y, a pesar de que Ndiaye es ciego, se entienden perfectamente sin una sola palabra.

Estos artistas españoles y senegaleses hablan idiomas diferentes pero hay uno, compuesto por doce notas, con el que se cuentan alegrías, tristezas y todas las emociones que recopila el lenguaje más universal del planeta: la música.

“La primera toma de contacto fue mirarnos a los ojos y sin hablar una sola palabra con el guitarrista ya hubo ahí, de corazón a corazón, una energía muy bonita”, explica a Efe el rockero Andrés Herrera, más conocido por su nombre artístico, Pájaro.

Desde el 31 de octubre al 2 de noviembre estos artistas se han reunido en Senegal para participar en la décima edición del Festival Metissons de Saint Louis (norte) así como en el Gran Teatro de Dakar, donde algunos de los músicos invitados tocaron para un público tan heterogéneo como ellos.

Un festival que creó Jay Hernández Blanco, ceutí que desembarcó en Saint Louis hace quince años y que, como su propio nombre en francés indica, busca el mestizaje entre músicos de España y Senegal para mezclar música de distintas partes del mundo como una forma de diálogo entre culturas.

Para Pepe Bao, uno de los bajistas con más bagaje musical de España, este evento es una oportunidad para mezclar a gente y que se pueda crear algo nuevo en un momento en el que, según él, “hay una crisis musical”.

“La música está tan enferma (...), hay pocas cosas nuevas buenas que salen, la gente ya toca para ganar dinero, nadie arriesga como antes. Ahora todo el mundo va a la pasta y utilizan la ecuación que utilizaron otros”, dice el bajista, que considera que este intercambio cultural de músicas tendría que hacerse más, tanto en Senegal como en España.

Ritmos del mbalax, la música popular de Senegal, notas flamencas que salen de un bajo con un toque de rock y timbales y tumbadoras con acento cubano se unen en el espectáculo que llena de notas musicales la sala del Gran Teatro de Dakar, construido por China e inaugurado en 2011.

Se trata de un “dar y recibir”, asegura Tomasito, de una fusión que se obtiene gracias a “la comunicación que se va creando en los ensayos”, pero también que nace de la improvisación, fruto del entendimiento entre las partes.

YINKA, LA BAILAORA NEGRA

Tras los ritmos de mbalax y cubanos de la Orquesta Baobab, fundada en 1970, cuando la música cubana estaba de moda en Senegal, aparece en escena Yinka Esi Graves, una bailaora que durante su actuación deja anonadados a todos los presentes y, tras cada pieza musical, recibe calurosos aplausos del público.

Si acaso, podría decirse que Yinka es el mejor ejemplo de fusión y mestizaje en este gran evento musical.

Con un vestido celeste y blanco con flores blancas y rosas, el baile de Yinka va más allá del flamenco.

Esta artista aúna en su baile movimientos corporales que recuerdan a las danzas africanas con delicadeza y elegancia.

Asegura que ella baila desde su propia realidad, donde pueden verse “varias texturas” porque su realidad es así: nacida en Londres, con madre de origen ghanesa y padre de familia jamaicana, se afincó hace once años en España, adonde se mudó para aprender el flamenco.

“Yo soy una persona donde se atraviesan muchas cosas y es normal que mi baile refleje eso sin que sea un intento específico. No es que sea una mezcla en sí, sino otra forma de ser, otra forma de sentir”, declara esta artista que asegura que jamás hubiera pensado que el flamenco le haría volver, de alguna forma, a África.

LA FUSIÓN DE CUATRO GRANDES

Para esta edición del Festival Metisson, organizada con la colaboración de la Embajada de España en Senegal, Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y Casa África, entre otros, se ha buscado además la fusión entre artistas españoles.

Aunque ya se conocían y algunos de ellos habían tocado juntos, esta es la primera vez que Tomasito, Pájaro, Pepe Bao y Gautama del Campo actúan juntos en lo que han denominado para la ocasión “Spanish Fusion Band”.

Los cuatro son artistas que, por sus características musicales, tienen una facilidad para fusionarse con otros tipos de ritmos.

“Para mí ha sido más fácil tocar con la Orquesta Baobab que mezclarme con mis colegas”, admite Pájaro a Efe, al señalar que esta experiencia musical le aporta muchísimo a su carrera ahora que está preparando su cuarto disco.

Para Balla Sidibé, que canta y toca los timbales en la Orquesta Baobab, es un placer porque, “cuando el otro toca, tú te sientes dentro; y cuando tocamos ellos se sienten dentro, ese es el placer de la música”.

El mensaje de Sidibé es similar al que intenta transmitir el festival y todos los artistas que participan en él: es una muestra de que en la música no hay fronteras.

“La música -asegura Sidibé- es una manera de acercarnos entre nosotros y eso es muy importarte. Por eso, elegí dedicarme a la música, la gente se une, no hay guerra, ni fusiles, es el placer. Yo amo la paz y la música también”.

María Rodríguez

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