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Los gemelos que sacudieron Venecia: “El cine debe crear un terremoto emotivo”

Los gemelos que sacudieron Venecia: "El cine debe crear un terremoto emotivo"
Venecia (Italia) —

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Venecia (Italia), 10 sep (EFE).- Dos gemelos compiten juntos por el León de Oro de Venecia. Los jóvenes cineastas Fabio y Damiano D'Innocenzo hacen cine para contar lo que no logran expresar con palabras y el resultado ha sido la oscura “América Latina”, que agitó el festival: “El cine debe crear un terremoto emotivo”, alegan en una entrevista con Efe, conscientes del revuelo.

“Creemos que el cine debe escocer, debe crear una experiencia importante desde el punto de vista sensorial, agarrar por el cuello de la camisa, cuando es un gran cine tiene que crear un terremoto emotivo”, sostiene Damiano, el más locuaz de los dos.

Los italianos han escrito y dirigido “America Latina”, la historia de un dentista gentil (Elio Germano) que un día descubre a una misteriosa mujer atada de pies y manos en el sótano de su casa, en medio de la desolada periferia romana.

El hallazgo imprevisible suscita una bajada a los infiernos en los que el protagonista deberá cuestionar su propia existencia, sus contradicciones y demonios, y sobre todo el concepto de pertenencia a un lugar, a una familia y a todo un esquema vital.

El objetivo, explican, es ver “la luz” desde la oscuridad.

Los hermanos reciben a esta agencia en la habitación de un lujoso hotel del Lido y enseguida confiesan que han leído críticas “encontradas”. Y lo cierto es que su cinta sacudió el debate en la Mostra, sobre todo sobre el misterio que entraña su significado.

La primera pregunta es natural y sale a bocajarro: ¿Por qué el título de America Latina? Fabio explica que nada tiene que ver con el continente sino que es la conjunción entre dos ideas: América como la tierra de los sueños y Latina, el pueblo de la periferia romana donde “la realidad es más triste e infausta”.

Y en medio de ambos mundos está su protagonista, un Caronte que navega en la abstracción entre esa luz y esa oscuridad vital.

Los hermanos D'Innocenzo (Roma, 1988) son dos de los cineastas de mayor proyección en Italia. Su nombre empezó a despuntar como autores del guion de “Dogman” (2018) de Matteo Garrone y su segundo largo, “Queridos vecinos” (“Favolacce”, 2002), ganó el Oso de Plata de la Berlinale.

Su amor por el cine surgió de una forma “muy precoz”, explica Fabio. En casa, ya desde la infancia, veían películas instensas que “turbaban interiormente de un modo fuerte”, como las de Luis Buñuel, Pier Paolo Pasolini o Bernardo Bertolucci.

Así decidieron recurrir a un tipo de arte que permitiera a estos gemelos expresar su vasto mundo interior y esquivar una timidez que no esconden en ningún momento, sino que reconocen.

“Nos miramos a los ojos y pensamos que sería bello contar historias así, al ser nosotros personas con una escasa capacidad comunicativa, con un arte que nos permite expresarnos con imágenes, sugestiones y sonidos, evocando más que declarando”, subraya.

Damiano por ejemplo insiste en que para hacer cine es necesario reunirse con mucha gente y pedir mucho dinero: “Son cosas que no nos competen y que para nosotros no son fáciles”, confiesa.

En cambio les apasiona la literatura, la poesía, la fotografía y la pintura y se nota en su obra.

En “America Latina” por ejemplo planea la influencia del pintor canadiense Alex Colville, tal y como reconoce Fabio, pues la idea, como en sus cuadros, ha sido “descarnar” el núcleo de todo oropel y dejar solo lo esencial: un hombre con sus dudas en una casa aislada.

Por el momento la estratagema funciona y en sus películas los dos gemelos logran englobar todas sus pasiones artísticas: una cuidada fotografía, profundas y sesudas reflexiones filosóficas, guiones escritos con esmero y todo un lenguaje poético.

“Pero no tengo la vanagloria de pensar que por fuerza dentro de veinte años estaremos aquí hablando, envejecidos. Lo haremos hasta que tengamos algo que decir, el resto es líquido, es superficial hablar demasiado”, zanja Damiano, preguntado por el futuro.

Fabio sabe que hablan de conceptos profundos pero cree en el cine como “la última gran democracia posible” ¿En qué sentido? La respuesta es tajante: “La posibilidad de atender a una historia sin que sus conclusiones sean confirmadas por un Demiurgo”, por su autor, es decir, que cada uno se haga su propia idea de lo visto.

Lo que sí parece claro es que seguirán rodando juntos como hasta ahora.

“Nunca cambiaría una sensación pasada con mi hermano por otra persona, porque se que él logra descender más en profundidad en las cosas. Y es algo que yo conozco, que me inspira muchísimo. Yo paso todo el tiempo con mi hermano, y si en ese tiempo surge la posibilidad de rodar un filme, mejor”, asegura Damiano.

Porque para ellos rodar juntos detrás de una misma cámara es a fin de cuentas como “compartir el desayuno o animar a la Roma”, algo para lo que nacieron.

Por Gonzalo Sánchez

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