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El centenario de Emilia Pardo-Bazán reaviva el interés por su relación con Galdós, un breve idilio amoroso que derivó en una amistad de décadas

Galdós y Bazán

Miguel Ángel Villena

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Fue sin duda una de las relaciones entre escritores más fructíferas y enriquecedoras para la literatura del siglo XIX no solo española, sino europea. El idilio amoroso entre Emilia Pardo Bazán y Benito Pérez Galdós se prolongó durante tres años, entre 1888 y 1891, pero su amistad duró décadas. Espíritus independientes y libres, ambos se pusieron el mundo por montera y rompieron prejuicios sociales de la época. Pardo Bazán (A Coruña, 1851-Madrid, 1921) se había separado de su marido, el abogado José Antonio de Quiroga, con el que tuvo tres hijos; mientras Pérez Galdós (Las Palmas, 1843-Madrid, 1920) tuvo varias parejas, pero se mantuvo soltero y vivió en Madrid con sus hermanas. 

“Conviene tener en cuenta que fue una relación de tú a tú, sin ataduras, de búsqueda de la libertad y en la que demostraron en aquella época que era posible la amistad sincera entre un hombre y una mujer”. Así explica la historiadora Isabel Burdiel, autora de una biografía de referencia sobre Pardo Bazán (Taurus, 2019), las claves de aquella relación, en la que ambos se enriquecieron tanto desde el punto de vista literario como personal.

Burdiel prepara en la actualidad, como comisaria, una gran exposición en la Biblioteca Nacional sobre la autora de Los pazos de Ulloa que se abrirá el próximo mes de junio en el centenario de su fallecimiento. “Galdós”, comenta, “era el escritor vivo que Emilia más admiraba y, por otra parte, él reconoció siempre en ella un talento extraordinario y la apoyó, por ejemplo, en su intento fallido de ingreso en la Real Academia Española (RAE) frente al machismo reinante en la época”.

Tienes la gracia del mundo y me gustas más que ningún libro. Yo sí que debía renunciar a la lectura y deletrearte a ti solo. Hay mil corrientes en mi pensamiento que sólo contigo desahogo

Carta de Emilia Pardo Bazán a Benito Pérez Galdós

Este centenario del fallecimiento de Pardo Bazán está sirviendo para reavivar el interés por una autora sobresaliente y contradictoria, europeísta y políglota, conservadora en lo político pero muy radical en sus planteamientos feministas. A juicio de la catedrática Burdiel, sectores de la izquierda no han sabido comprender su compromiso y su lucha por los derechos de las mujeres de la que fue pionera en muchos aspectos. Al hilo de esta puesta al día de la escritora, el librero madrileño Guillermo Blázquez reveló hace unos meses que las cartas pasionales de Galdós a Pardo Bazán, que se hallan en paradero desconocido o bien han desaparecido, estaban en poder de los herederos de un académico de la RAE, tal y como informó El País. La Unidad de Patrimonio de la Policía Nacional está ya investigando los hechos a raíz de la denuncia de la familia de este académico, ya fallecido.

Lo cierto es que nadie ha divulgado esas misivas, mientras que las 92 cartas que Emilia mandó a su amigo-amante entre 1883 y 1915 no solo se han conservado, sino que fueron publicadas en 2003 por la editorial Turner con el título de Miquiño mío. Las de Bazán son unas cartas que desvelan no solo una intensa relación intelectual, sino también una fuerte atracción sexual. En cualquier caso, tanto Isabel Burdiel como Germán Gullón, catedrático de Literatura Española y biógrafo de Galdós, se muestran muy escépticos sobre la localización de los manuscritos de Galdós y vienen a afirmar que, si hubieran aparecido, ya se habrían divulgado y publicado. “Tal vez aparezcan algún día esas cartas que se dan por perdidas”, sostiene Gullón, “pero tampoco aportarían mucha información sobre esos amores que, por otra parte, están bastante documentados”.

Hace unas semanas, la Cadena Ser tuvo acceso al borrador de una obra de teatro que Pardo Bazán le habría regalado como forma de compensarle por una “infidelidad” con Lázaro Galdiano, según afirmaba Adelina Batllés, que había recibido en herencia varios de estos documentos. El catedrático de Literatura Española y biógrafo de Galdós Germán Gullón también se muestra escéptico con este hallazgo y con su interpretación.

Diferencias políticas y de clase

Los expertos coinciden en señalar que la ruptura amorosa que se produce entre los dos escritores en 1891 no se debió tanto a infidelidades de los dos (ella con el mecenas cultural José Lázaro Galdiano y él con Lorenza Cobián, madre de su hija María), como a las diferencias de clase social. Emilia Pardo-Bazán era una aristócrata de una familia poderosa y adinerada que tuvo una educación políglota y de élite que le permitió viajar y formarse sin problemas pese a la imposibilidad que tenían las mujeres de su tiempo para entrar en la universidad.

Entretanto, Galdós pertenecía a la clase media canaria y se abrió camino en Madrid, a trancas y barrancas, como periodista y literato. Estas diferencias de clase llevaban aparejadas notables discrepancias en política, ya que Pardo Bazán fue una carlista en sus orígenes que derivó en una ideología conservadora, mientras Galdós, que fue diputado en dos periodos (1886 y 1907), evolucionó desde posiciones liberales hasta un socialismo republicano.

He entrado en el período en el que la vida no puede renovarse, y en que se mira atrás más que adelante, por imposición de la naturaleza. Pues bien: yo no quiero que me dejes. No: tú eres para mí. Para mí tus besos todos. Hasta pronto que los haré efectivos

Carta de Pardo-Bazán a Pérez Galdós

Al margen de estas discrepancias, los caracteres de Emilia y Benito también eran muy distintos. La catedrática Yolanda Arencibia, ganadora del premio Comillas por una biografía de Galdós (Tusquets, 2020), lo resume de este modo: “Don Benito era muy tímido y pacato, muy reservado, frente a doña Emilia que tenía un talante más extrovertido y pasional. A pesar de que tuvo cuatro parejas y una hija, María, a la que reconoció, don Benito vivió siempre bajo la atenta vigilancia de su hermana mayor, Carmen, que se mostraba muy estricta a la hora de que su hermano eligiera una esposa digna de él. Tal vez por ese motivo Galdós nunca llegó a casarse. De hecho, fue un hombre que se dejó dominar por la familia, primero por su madre y más tarde por su hermana”.

Aquello que parece evidente, a juicio de los especialistas, se refiere a que la larga amistad de Pardo Bazán y Galdós estuvo también sustentada sobre una ayuda mutua intelectual y sobre una complicidad literaria. Ambos autores se intercambiaron manuscritos durante décadas, valoraron mucho la opinión del otro sobre sus obras, se recomendaron lecturas y se animaron a emprender proyectos. En definitiva, fueron amantes una temporada y amigos y compañeros de profesión hasta el final de sus días.

Un tanto relegadas sus novelas, ensayos y obras de teatro durante el franquismo y otro tanto minusvaloradas por algunos escritores ya en democracia, la celebración del centenario de Galdós el pasado año resultó un éxito pese a que coincidió con las limitaciones impuestas por la pandemia. La ambiciosa exposición en la Biblioteca Nacional, que estuvo coordinada por Marta Sanz y Germán Gullón; junto a una mayor reedición de sus obras, han vuelto a colocar a Galdós en el lugar que se merece, en opinión de la experta galdosiana Yolanda Arencibia.

Ahora se plantea con la misma intención divulgativa la muestra conmemorativa del centenario de Pardo Bazán que se abrirá en junio. En definitiva, se trata de que la gente lea cada vez más novelas como Los episodios nacionales o Los pazos de UlloaFortunata y Jacinta o Insolación, obras clave de la literatura española del XIX y comienzos del XX de dos colosos literarios que se apoyaron y engrandecieron mutuamente.

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