“Hay un distanciamiento cultural entre Catalunya y el resto de España, lleno de prejuicios, que me cuesta entender”
Rafel Nadal (Girona, 1954) cuenta con una brillante e intensa trayectoria como periodista en varios medios, entre ellos El Periódico de Catalunya, del que fue director entre 2006 y 2010. Desde hace unos años compagina sus colaboraciones periodísticas con una carrera literaria que ya acumula media docena de títulos, tanto de narrativa como de ensayo. Distinguido con varios galardones en Catalunya, el último el premio Ramon Llull de este año, Nadal es prácticamente un desconocido en el panorama literario español. Como, por cierto, tantos otros notables autores contemporáneos en catalán, en gallego o en euskera.
Convertida en un auténtico éxito de ventas en el pasado Sant Jordi, la novela El hijo del italiano (Planeta) acaba de publicarse en castellano y su autor reflexiona sobre dos culturas que se dan la espalda. “Me cuesta entender”, comenta en una charla con eldiario.es, “ese distanciamiento cultural entre Catalunya y el resto de España que está lleno de prejuicios”.
“Digamos que no se ha favorecido una acción política y administrativa de conocimiento mutuo y representa un fenómeno que viene de lejos, aunque haya podido agudizarse en los últimos tiempos por el procès”, añade. Y cita “ejemplos muy sangrantes de ese desconocimiento como el de Jaume Cabré que puede llegar a vender 200.000 ejemplares de su novela Las voces del Pamano en un país como Alemania y, en cambio, su presencia resulta muy minoritaria en el mercado español”.
Nadal está convencido de que la llave la tienen los libreros a la hora de recomendar títulos en las dos lenguas y atribuye también su responsabilidad a los medios de comunicación que conceden poca difusión a las literaturas de los idiomas minoritarios de España. “Por otro lado”, agrega, “mis amigos independentistas siguen leyendo a autores españoles contemporáneos, incluso a alguien como Vargas Llosa situado en sus antípodas políticas”.
Un episodio inédito de la posguerra ocurrido en Girona
Sea como fuere, el escritor y periodista de Girona recorre varias ciudades durante estas semanas como promoción de una novela basada en unos impresionantes hechos acaecidos en la posguerra y que hasta ahora habían permanecido inéditos, incluso en Catalunya. Se trata de la estancia de seis meses, entre 1943 y 1944, de un millar de marineros italianos procedentes de buques que habían sido bombardeados al norte de Cerdeña por la aviación nazi tras firmar Italia un armisticio con los aliados. Tras un periplo, que recaló también en Mallorca y en Menorca, como puertos neutrales, el Gobierno franquista decidió trasladarlos a Caldes de Malavella (Girona) y alojarlos en los balnearios, fondas y hostales de un pueblo que contaba entonces apenas 2.300 habitantes. Aquella convivencia generó historias de rivalidad y recelos, pero también de solidaridad, de amistad y de amor. Uno de esos episodios reales figura como la trama principal de El hijo del italiano.
“Apenas quedan recuerdos ni placas en las calles de Caldes de aquel episodio”, evoca el escritor que se encontró casualmente con esta sorprendente e impresionante historia en el coloquio de un club de lectura. “Somos un país muy desmemoriado”, añade Nadal, “porque se hizo un uso sectario de la memoria. El tema de los muertos en las cunetas, por ejemplo, apela a una cuestión de justicia y no de venganza”.
Persuadido de que tanto la guerra como la posguerra siguen siendo un filón literario, reconoce que le ha interesado “la vida cotidiana en los años posteriores al conflicto que está poco tratada en la literatura”. La novela muestra bien a las claras cómo las situaciones límite miden la verdadera talla de las personas en medio del ambiente de una posguerra muy dura y cruel donde, a juicio del autor, “aquella época fue en blanco y negro sólo para los perdedores”.
No obstante, Rafel Nadal no ha dudado en introducir ternura, esperanza y, en definitiva, el color del campo de Caldes en su relato que le ha llevado tres años de investigación, documentación y escritura.
Narrada con saltos atrás y adelante en el tiempo, desde los años cuarenta hasta la actualidad, con el personaje de un vecino de Caldes que intenta buscar en Italia a su verdadero padre como protagonista, el autor ha utilizado diferentes voces narradoras. Así, en la primera parte de la novela cada personaje tiene una voz diferenciada, pero en la parte central Nadal ha recurrido a un narrador omnisciente que va relatando la historia. Por último, el escritor ha otorgado una voz única a la familia italiana que aparece en el libro.
Con un desenlace abierto, Rafel Nadal señala que le parecía más importante contar esa búsqueda del padre muchos años después que un final cerrado. “Al fin y al cabo”, aclara, “el protagonista encuentra el reconocimiento de una familia italiana que lo acoge como un miembro más”.
El autor de El hijo del italiano explica que ha preferido que su novela fuera traducida por otra persona, en este caso Josep Escarré, para no caer en la tentación de reescribir de nuevo el libro. “En castellano soy más barroco escribiendo que en catalán”, aclara, “y estoy marcado además por muchos años de trabajar en periódicos en castellano. En definitiva prefiero no traducirme a mí mismo”.