¿Nuevo libro de Forges? 'Sacto'
Forges es el dibujante de la cotidianidad española. Exactamente medio siglo de rutinas castizas y políticas son las que han inspirado sus viñetas, y su nueva publicación. El libro (de los 50 años) de Forges realiza una mirada retrospectiva por el humor y las risas de desayuno que han acompañado a tantos lectores a lo largo de los años. ¡Qué país!, el de antes, y ¡Qué país!, el de ahora, que sigue dando a Antonio Fraguas de Pablo material de sobra para satirizar. Ahora la editorial Espasa recoge el oficio durante su paso por Pueblo, Arriba, Cambio 16, Diario 16, El Mundo o El País.
La antología se divide por etapas y añade un pequeño resumen socio-político en forma de prólogo para contextualizar. Así, desde 1964, el “periodista vago” da cuenta de todo lo que interesó e interesa de una forma muy personal. Como ya se sabe, los pinitos de Forges en el mundillo fueron en telecine de TVE, pero en seguida apuntó maneras. Como dice José María Íñigo en su dedicatoria «Él era mezclador de imágenes en mi programa. Con gran 'acierto' profético le dije un día: “Déjate de hacer dibujitos y pon atención a los monitores o nunca llegarás a nada”».
Pero no todos en Televisión Española miraban con escepticismo sus viñetas, pues el presentador de informativos de aquella época, Jesús Hermida, le animó a publicarlas. Entonces Forges le pidió consejo a su padre y este sólo le dijo que tendría que ser original. Eso significaba “que se te reconozca a quince metros”, y bajo esa premisa podemos asegurar que es uno de los maestros en el humor gráfico de nuestro país.
Sentido común y bocadillos de borde gordo
El estilo de Forges es sencillo y sagaz: él no le da tanta importancia a los dibujos, sino a lo que representan. “Si juntáramos las líneas de todas las letras de un artículo, tendrían la longitud de las líneas que uso yo en un dibujo”, afirmaba el casi-periodista a Efe.
El prestigio lo tienen sus personales bocadillos, grandes y de borde en negrita, que acompañan a los narigudos personajes. Ya sean los paletos de la España rural o los oficinistas, ministros, paseantes y náufragos, todos llevan marcada a fuego la firma de Forges.
Pero, sin embargo, los más míticos son el espigado y gafotas Manolo y su oronda mujer, Concha. Juntos estigmatizan a los españolitos medios que carecen del otro protagonista de las viñetas: el sentido común.
A todos nos sonarán expresiones sincopadas del tipo “sacto”, “talmente”, “gensanta” o “¡Gendelamorhermoso!”. Pero no sólo eso, también sería muchas veces necesario un diccionario forgiano-español, que también se incluye en el libro para los despistados.
Dedocracia –gobierno de los dedos– y Gurtelitis –inflamación de las corruptelas– son suyas y sólo suyas. Y todas y cada una de estas expresiones son una crítica a la vacuidad de los discursos políticos. “En una dictadura como la de Franco existía censura política, eclesiástica y militar que te obligaba a crear continuamente un léxico eufemístico”, afirma Forges.
Ahora no es necesario, pero también resulta más divertido y apela a ese sentido común tantas veces representado en sus dibujos.
Latente y palpitante
Dos realidades son las que adquieren forma de monigote a diario. “La latente es, por ejemplo, que el 7 de julio son los Sanfermines y la palpitante es que un corredor ha mordido al toro, esta es la que me gusta”, explica el dibujante. Otro de sus trucos es reírse de sí mismo y de sus propios chistes, pues ese es el “baremo” que utiliza para publicar o volver a empezar.
Esta realidad forgiana ha acompañado a muchísimas personalidades y queda patente en el prólogo, Forges según... Desde Alfonso Ussía hasta Elvira Lindo, José Sacristán o González-Sinde, todos queriendo rendir homenaje a la expresión artística que ha conmovido a generaciones enteras. No importa la edad ni las inclinaciones políticas cuando se trata de retratar la dificultad de la condición humana sin ofender. Y en eso Forges es el genio.