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Madrid desde los ojos de los escritores latinoamericanos: una capital literaria a la que le falta diversidad

El Teatro Real de Madrid.

William González Guevara

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Yo vivía en un barrio de Madrid, con campanas, con relojes, con árboles”, escribió Neruda en su poema Explico algunas cosas. Por su parte, el poeta uruguayo Mario Benedetti, en su poema Pausa de agosto escribe “Madrid se ha convertido en una calma unánime pero agradece nuestra permanencia”. La capital española ha formado parte de la vida u obra de un sinnúmero de escritores latinoamericanos como José Martí, Rubén Darío o Miguel Ángel Asturias.

Son muchos los escritores latinoamericanos que residen en Madrid o la tienen como segunda residencia. Algunos por motivos políticos la eligieron para vivir su exilio. Es el caso del premio Cervantes Sergio Ramírez, actualmente exiliado por las represalias del régimen de Daniel Ortega, presidente de Nicaragua. “Madrid es una ciudad abierta con muchas oportunidades culturales y un lugar agradable para vivir”, cuenta el escritor a elDiario.es. El novelista nicaragüense considera que la llegada de autores latinoamericanos a Madrid es un “fenómeno nuevo”, porque generalmente se concentraban en Barcelona. “Ahora los narradores que estamos viviendo en Madrid, los cuento por docenas”, añade. 

Para David Toscana, autor mexicano galardonado con el V premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, Madrid es un atractivo cultural y literario. Eligió la ciudad hace cuatro años como su residencia literaria. “España es el centro editorial en español, pero Madrid está lleno de librerías y, al mismo tiempo, se va haciendo una comunidad de escritores que tienen mucho que compartir”, cuenta a este medio. El reconocido escritor mexicano asegura que se ha podido dar cuenta de que Madrid es “una capital literaria”.  

El papel de Madrid como ciudad literaria ha sido muy importante: Lope de Vega, Quevedo, Pío Baroja o Galdós son algunos de los nombres que mejor han descrito la ciudad. Pedro García Cueto, doctor en Filología Hispánica, apela a varios factores: la oferta cultural de la ciudad, el asentamiento de la inmigración y la multiculturalidad. Explica que “Madrid siempre ha sido una ciudad clave”, pero puntualiza que ahora ha tomado el relevo a Barcelona porque “la vida cultural madrileña es intensa”. Cueto considera que la oferta cultural de la ciudad es un gran atractivo y su centralización como epicentro literario también. Defiende que es un hecho que se ve en “las escritoras latinoamericanas tanto en su poesía como narrativa”. 

Hay quienes incluso habiendo nacido en España vuelven a Madrid para proseguir su carrera literaria. Es el caso de Ana Merino, poeta y novelista ganadora del premio Nadal de Novela 2020. Tras 28 años viviendo fuera, la escritora madrileña confiesa que ha retornado porque “quería volver a sus orígenes”. Además, expresa que la llegada de escritores latinoamericanos a Madrid “le da una riqueza increíble a la ciudad” y conocer en directo las historias diversas de estos escritores, lo considera “un acto enriquecedor que le emociona y estimula”.  

El Madrid literario crítico 

Sin embargo, hay escritores que tienen otra mirada sobre Madrid. Por ejemplo, es el caso del poeta peruano Giovanni Collazos. “Elegir Madrid como ciudad literaria es relativo”, expresa. El poeta considera que no todos los escritores latinoamericanos llegan a Madrid a escribir: “Hay otro tipo de escritor o poeta, que ha llegado a España como migrante económico: a trabajar y buscarse la vida”. Collazos admite que Madrid “ha influido en su mirada como persona migrante con espíritu crítico” y no solo en lo que le incumbe como escritor.

Leo Zelada, también poeta peruano, ha vivido más de 18 años en la capital española. El escritor asegura que “Madrid se está convirtiendo cada vez en una ciudad cosmopolita”. Apunta que “compartir idioma es un elemento importante” y que esto hace que la ciudad se “haya convertido en un epicentro literario”, donde está una escena que trae “una propuesta interesante más abierta e inclusiva”. 

El autor explica que cuando llegó a la capital, a principios del año 2000, el circuito era “muy tradicional” y Madrid lo ayudó a “internacionalizar su obra” a ciudades como París. “Cuando yo vine el circuito literario español era muy conservador”, explica. También reflexiona sobre la actividad migratoria tan intensa que ha adquirido la ciudad, pero con ciertas trabas racistas dentro del panorama cultural: “Me gustaría que se viera reflejada la diversidad de Madrid en la representación cultural e institucional”.

Yunior García Aguilera, dramaturgo cubano y exiliado en Madrid por cuestiones políticas, hace hincapié en que “le cuesta ser demasiado crítico tras haber llegado de otra realidad”. Sin embargo, cree que “Madrid no explota toda su capacidad para ser la capital mundial de los hispanoamericanos”. García declara que “todas las puertas de Madrid deberían estar abiertas”, porque hay que aprovechar el “talento, emprendimiento y pensamiento nuevo”.

Nueva generación literaria migrante 

Tanto Zelada como Collazos coinciden en que la Madrid literaria latinoamericana, no cuenta con los respaldos institucionales que necesita y está manchada de cierto “racismo”. Zelada se muestra crítico asegurando que en España “no se está acostumbrado a ver escritores mestizos triunfadores”. El autor apela a nombres como Vargas Llosa o García Márquez, diciendo que “no solo son grandes escritores”, sino también “blancos”.

Collazos, por su parte, destaca que hay una parte de Madrid que tiene que ver con la “migración” y con “los barrios de clase trabajadora y obrera”. Esgrime que se ha desarrollado “una mirada crítica y política” respaldada por el descontento de ciertas políticas desde los Gobiernos autonómicos o municipales, que “no suelen ser favorables para las personas trabajadoras porque están gobernados por la derecha y ultraderecha”. El poeta arremete contra aquellos que se sienten validados porque tienen en las instituciones representantes políticos que “les permiten expresar sus sentimientos de odio”.  

Por otro lado, Leo Zelada pone sobre la mesa una “nueva oleada literaria”. En el caso madrileño defiende que ahora hay una nueva generación y que “se está viviendo la primera generación” de hijos de latinoamericanos que llegan a la universidad de forma masiva.

El autor aclara que esos inmigrantes de segunda generación están “configurando un nuevo panorama”. Además, detalla que sufren cierto “racismo institucional”. Insiste en esa línea aclarando que mientras “los premios nacionales no se den a autores latinoamericanos nacionalizados” o “en las antologías literarias no se vea como españoles a escritores de origen latino”,  no habrá una España literaria más inclusiva. 

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