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Bring Me The Horizon, la mutación del 'metalcore' al pop de estadios

Luis J. Menéndez

Bring Me The Horizon

Bring Me The Horizon

AmoSonyPOP6/10Amo

Quince años puede ser toda una vida para una banda de rock, hasta el punto de hacerla irreconocible. En el caso de los británicos Bring Me The Horizon prácticamente el nombre es lo único que conecta al grupo con sus orígenes metalcore. En su sexto álbum no son pocos los temas en los que las guitarras y baterías brillan por su ausencia o se encuentran totalmente diluidas por la producción a cargo de Jordan Fish y Oliver Sykes, teclista y  vocalista de la banda respectivamente. Se hace evidente la ascendencia de ambos en la evolución sonora de un grupo que ha mutado del salvajismo inicial a una banda de pop adolescente superventas con puntuales arrebatos de ira.

Pocos de esos arrebatos sirven para identificar Amo: la colaboración con el vocalista de Cradle Of Filth y el primer tramo de Heavy Metal  en la que cuentan con el cameo de Rahzel de The Roots. Tema que explica por sí solo la evolución de la banda: tras la furia guitarrera inicial la canción se transforma en un ejercicio de dubstep de radiofórmula.

Las colaboraciones de este disco dan también una idea bastante aproximada del lugar al que se dirige la música de Bring Me The Horizon en 2019: además de los dos citados, en Nihilist Blues  la aspirante a nueva Madonna del pop alternativo, Grimes, aporta su voz para convertir la canción en un ejercicio de épica EDM. A favor del disco hay que decir que con tantos cambios de registro y tal cóctel de sabores, la escucha Amo se hace entretenida, como un delirante pase de disfraces protagonizado por el quinteto de Sheffield.

 

Dawn Richard 

Dawn Richard 

New BreedOur Dawn EntertainmentR’N’B7/10New Breed

Cuestión de gustos, supongo, pero mientras Beyoncé y su hermana Solange acaparan todos los elogios como renovadoras del r’n’b  y el pop global, Dawn Richard permanece en la sombra como una figura de culto que ha publicado cuatro álbumes impecables bastante más exploradores y ambiciosos que los firmados por aquellas.

No obstante, en New Breed  rebaja su autoexigencia con una producción un tanto más terrenal que aquella que había firmado para el excelente Redemption (2016). La electrónica psicodélica y espacial que caracterizaba a sus composiciones de entonces deja paso a un r’n’b con recursos tomados del funk, del soul clásico e incluso incursiones en los sonidos caribeños en temas como Jealousy. Cualquier amante de los sonidos negros, de la tradición clásica a nuestros días, encontrará motivos de sobra para perderse dentro de este disco.

 

Green River

Green River

Dry as a Bone / Rehab DollSub Pop/Popstock!GRUNGE8/10Dry as a Bone / Rehab Doll

Adelantándose un lustro al huracán Nirvana, los libros de historia musical consideran a Green River como la banda fundacional del grunge. Formada por Mark Arm y Steve Turner -que luego serían cantante y guitarrista de Mudhoney-, Stone Gossard y Jeff Ament -fundadores de Pearl Jam-, y el batería Alex Shumway, el único del grupo sin una carrera especialmente destacable tras su paso por el grupo.

Green River reunió en una banda los dos elementos que caracterizan al grunge como género: la energía y actitud punk-rock frente las progresiones características del hard rock setentero. A la postre Mudhohey y Pearl Jam se convertirían en cabezas visibles de esas dos formas de afrontar el rock underground, mientras que fueron Nirvana los que mejor supieron unir ambos mundos hasta el punto de convertirse en la banda más importante de su generación y epítome del rock alternativo de los 80.

Sin embargo, y a pesar de su importancia histórica, el legado de Green River prácticamente ha pasado inadvertido a lo largo del tiempo. Por eso son bienvenidas estas dos reediciones ampliadas con mucha generosidad y revisadas por el productor original de los discos, Jack Endino, del miniLP Dry as a Bone (1987) y el largo Rehab Doll, publicado un año más tarde cuando la banda ya prácticamente se encontraba disuelta. Un acto de justicia para el grupo y también para Sub Pop, que tras una serie de recopilatorios vinculados a su fanzine se estrenó como sello precisamente con Dry as a Bone.

 

Mucho

Mucho

¿Hay alguien en casa?AutoeditadoPOP6/10¿Hay alguien en casa?

Martí Perarnau IV es uno de los nombres que más se repiten en los créditos del pop nacional de la última década. Como Ricky Falkner -amigo, colaborador y productor de este disco-, su nombre está asociado a una forma de entender la música que tiene mucho que ver con esa etiqueta indie de la que tanto se ha abusado en la última década: un pop con tics festivaleros y cero complejos ante la búsqueda del éxito, pero con referentes obviamente alejados del pop nacional que manda en las listas.

Así las cosas, dice Martí que el cuarto disco de Mucho -suerte de proyecto personal en el que le acompañan Víctor Cabezuelo de Rufus T. Firefly y los ex The Sunday Drivers Miguel de Lucas y Carlos Pinto-, ha ido creciendo en su cabeza a partir de escuchar la música de baile de Daphni o Four Tet. Así que estas canciones inevitablemente están dominadas por un sabor electrónico que se manifiesta sobre todo en el uso de ritmos sintéticos y sintetizadores a lo largo de todo el disco.

¿Quiere eso decir que Mucho ha renunciado a su razón de ser como grupo para publicar un disco de techno? Pues obviamente no. Sus característicos falsetes, incluso los desarrollos progresivos siguen estando ahí, pero con un lifting techno-dance que posiblemente les ayudará a apuntalar su directo festivalero pero que no sirve para llevar más allá la propuesta del grupo. Hay letras también que a pesar de su buena intención no pueden evitar resultar incómodas en su intento por epatar. Es el caso de Putochinomaricon, alegato contra los males de la sociedad que destaca por su simplismo.

 

Nicola Cruz

Nicola Cruz

SikuZZKELECTRO-FOLK7/10Siku

De entre las múltiples cosas interesantes que están ocurriendo en la música al otro lado del charco, hace un par de temporadas destacó con luz propia el disco de debut del ecuatoriano nacido en Francia Nicola Cruz. Prender el alma, así se llamaba aquel disco, planteaba una personalísima fusión entre los sonidos de club y el folklore de su país. Una idea que si bien no es precisamente nueva, en manos de Cruz sí que sonaba radicalmente fresca. Después de visitar varias veces nuestro país para tocar en directo y girar por diferentes países del mundo, llega el difícil momento del segundo disco.

Y ese test Nicola Cruz lo afronta con un álbum valiente. Valiente porque, aunque probablemente lo más sencillo hubiera sido apoyarse en su facilidad para diseñar patrones bailables, en Siku  Nicola Cruz ha priorizado su interés por profundizar en sus propias raíces musicales. Que no busque nadie pues deslumbrantes ejercicios de pop electrónico o temas de patrón 4x4 que desaten la euforia en la pista de baile. De la mano de amigos como Esteban Valdivia, Chato, Castello Branco, Minük y Marcio Pinto, que aparecen como voces invitadas, Cruz desarrolla once temas de tono más bien introspectivo y en los que el peso de la tradición -obviamente filtrado por la tecnología, le gana la partida a lo puramente dionisíaco.

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