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“Como no tengo redes sociales puedo opinar lo que me salga de los cojones”

Robe Iniesta durante un concierto en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid

José Antonio Luna

Su historia está escrita con mayúsculas en los anales de la música española. Hace 31 años, un veinteañero de Plasencia se las ingenió para autofinanciar su primer disco cuando la palabra crowdfunding ni siquiera existía en el vocabulario. La apuesta era arriesgada, había que dar 1.000 pesetas a un joven que, en teoría, había prometido devolverlo en forma de álbum. Al final, cumplió su palabra. Llegó con temas como Decidí o Jesucristo García y, como cabecera, el nombre del grupo: Extremoduro.

Además, aquella maqueta venía acompañada de una etiqueta, la de “rock transgresivo”. Como lo define Javier Menéndez Flores, biógrafo de la banda, es como “una mezcla de poesía y nitroglicerina”. Porque su líder, Roberto Iniesta, es el único capaz de cantar “voy a hacer un tambor de mis escrotos” y que lo siguiente pueda ser una estrofa de Marcos Ana, Antonio Machado o Pablo Neruda.

11 discos de estudio después, con temas ya convertidos en himnos intergeneracionales, su cantante decidió que “a Extremoduro hay que darle descanso”. Comenzó entonces una etapa en solitario en la que las guitarras y los insultos se convirtieron en violines y piropos. Criticado por los puristas, alabado por los neófitos, Roberto Iniesta continúa dejándose llevar por sus instintos.

Ahora, el artista extremeño pone la guinda final a su gira Bienvenidos al temporal llevando sus conciertos a la gran pantalla. Lo que llegará después no está claro, pero no son pocos los que sueñan con gritar A fuego una vez más. El Robe lo sabe. Y, consciente de ello, nos descuelga el teléfono desde su comunidad natal. La “tierra de conquistadores”, esa que es llamada así porque “no nos quedan más cojones”.

En Extremaydura decía “cagó dios en Cáceres y en Badajoz”, pero para su etapa en solitario se ha rodeado de artistas extremeños. ¿Es esta una forma de elogiar la música que nace en la comunidad?

Seguramente quedaría de puta madre diciendo que sí, pero no. Elegí los músicos cerca de donde estaba en ese momento, que era Extremadura, y todo fue para mí un poco sorpresivo. No tenía en la cabeza qué instrumentos iban a ser ni nada, simplemente los fuimos añadiendo. ¿Un violín? Pues venga qué bonito. ¿Un clarinete? Pues vale, a ver cómo suena esto. Fue muy emocionante.

A lo largo de casi 30 años de carrera es innegable que ha cambiado su forma de componer y escribir canciones. ¿Qué habría opinado el Robe de Rock transgresivo del actual?Rock transgresivo

No lo sé, supongo que si estuviera haciendo exactamente lo mismo que en Rock transgresivo ese Robe hubiera pensado que vaya apalancamiento. Creo que es lógico que vayas haciendo canciones de otra manera y vayas tocando diferentes puntos de vistas en las letras, en las músicas y en todo. Necesito tener esas ganas y esa ilusión por hacer canciones nuevas que lo sean de verdad, y no lo mismo que lo anterior cambiando un acorde o una letra

De esas ganas nacieron álbumes como Pedrá y La ley innata, los cuales tienen algo en común: pueden considerarse discos de una sola canción dividida en varias partes. ¿Qué dificultades conlleva este tipo de formato? PedráLa ley innata,

Muchas. Es algo que tiene que salir así, intentar hacerlo queriendo es muy difícil. Quizá la primera vez con Pedrá estaba más convencido, empecé a componerlo y seguí pa lante hasta que intuí que aquello tenía un final. En cambio, en la Ley innata fui más dejándome llevar, fueron saliendo cosas y veía cómo empezaban a formar parte de la misma canción. Mantener el equilibrio en un tema de tres minutos es más fácil que en uno de 30 o 40. Es volverte muy loco, la verdad, para mezclar y para todo.

A pesar de ello, ¿se atrevería a repetir con este estilo?

Puede ser, porque tampoco miro mucho los tiempos. Si veo que una cosa forma parte de otra y que estoy hablando de lo mismo, pero dando un punto de vista diferente, entonces considero que es la misma canción. Me da igual que esté estimado en tres minutos, que es lo de un tema convencional, o no.

En 2015 aseguró que Extremoduro necesitaba un respiro. ¿Por qué?

Tampoco era que necesitara un respiro, era que yo tenía ganas de sorprenderme con cosas diferentes. Sorprenderme hasta el punto de no elegir los instrumentos ni tener nada en la cabeza, ni siquiera un sonido. Me hubiera dado lo mismo una flauta que lo que hubiera sido con tal de que tuviera algún punto de conexión.

Independientemente de que se alineen los astros o no, ¿tiene ganas de volver a la banda de siempre?

Ahora tengo ganas de hacer lo que estoy haciendo, que es componer y preparar las cositas que me vayan saliendo para empezar a jugar con ello, que es lo que más me gusta. Para mí lo más bonito que hay es hacer canciones y ver cómo en el local las vas vistiendo.

Extremoduro no está cerrado, simplemente abrimos un hueco para que yo hiciera lo mío y para que Uoho se dedicara a sus historias. El plan es hacer un disco nuevo y, si no puede ser porque no hay material, pues al menos una canción. Si no sale nada tampoco es un problema, porque con un grupo de nuestra edad y con tantas canciones seguramente haya gente que no le dé tanto valor como yo a lo de seguir haciendo cosas nuevas. Quizá algunos prefieran ir a los conciertos a oír los temas antiguos y no les importará en absoluto que haya otro álbum, pero a mí sí me gustaría.

Hay quien todavía sueña con la vuelta de Extrechinato y Tú. ¿Es posible?

Eso ya es más difícil [risas].

En el hipotético caso de que llegue esa gira con Extremoduro, ¿evitaría tocar ciertas canciones?

Hay temas que sientes en un momento y que tienen más éxito que otros. La gente quiere que los toques y los tocas más. Los tocas, los tocas y los tocas hasta que estás hasta las pelotas de tocarlos siempre. También tenemos la suerte de que como hacemos la gira cada tanto tiempo no estás siempre oyéndolos. Hay muchos a los que incluso les puedes dar otra interpretación distinta que cuando lo hiciste. Yo no soy un cantante con unas cualidades de la hostia, yo canto de corazón. Entonces, me tiene que estar gustando lo que estoy cantando.

De hecho, en La vereda de la puerta de atrás dice que “su ejército no tiene bandera”, pero hoy parece que hacer alusiones a la bandera es algo delicado. Así lo demuestra lo ocurrido con el sketch eliminado de Dani Mateo en el que se limpia los mocos con la bandera de España.La vereda de la puerta de atrássketch

A mí no me gustan las banderas, no me han gustado nunca y me siguen sin gustar. Ni las banderas, ni las naciones, ni los países, ni tanta separación. Hace falta ir un poco hacia posturas globales, a dejar ya ese enfrentamiento entre países y a pensar todo de manera egoísta. Tenemos democracias con gente votando cuando solo pensamos en defender nuestros intereses y los de nuestra nación.

Tampoco se lleva bien con ciertos políticos. En 2015 tuvo un percance con Fernández Vara: no accedió a pagar los 90.000 euros que pedíais por utilizar la carátula del disco Lo que aletea en nuestras cabezas para una campaña de turismo. ¿En qué quedó la polémica?no accedió a pagar los 90.000 eurosLo que aletea en nuestras

Esa polémica es muy larga y muy difícil de explicar. Ahí está la caratula del primer disco con publicidad de la Junta, aunque está en inglés (extremely good) y nadie sabe que es publicidad [risas]. Es un tema pasado que no me interesa mucho, ya que son cosas en las que te metes un poco por no ser intransigente, pero la verdad es que no nos gusta hacerlas.

Quizá al principio sí te hacen falta las subvenciones, pero cuando ya te puedes mantener de la música no tienes que andar con esto, porque los políticos son políticos y están a su rollo. Aunque parezca que están anunciando la región pues siempre hay alguien que intenta apuntarse el tanto.

No es el primer problema con el gobierno extremeño. En el año 2000 dedicasteis una carta a José Luis Díaz, por entonces alcalde de Plasencia por el PP, tras censurar a grupos de rock por la “salud intelectual” de la juventud.

Sí, pero descojónate, al grupo que vetó era Dover, que cantaba en inglés. Entonces era como para decir: 'ey, que esto vosotros no lo entendéis pero yo sí y dice unas cosas muy dañinas'. Y luego todo el mundo a ver qué cojones decían. Fue muy gracioso, a José Luis Díaz le echaron del PP por facha, eso fue ya un mito [risas].

Y ahora, años después, ¿cómo cree que está el tema de la censura?

Ahora anda la cosa un poco jodida. Hay que tener mucho cuidado con qué se dice y qué no. Hay gente que afirma que son los jueces, que están duros en este sentido, pero yo creo que es todo el mundo. Hay que tener muchísimo cuidado con cómo hablas de todo porque estamos muy pendientes los micromachismos, microrracismos y micromalasobras, con todas las obras malas que hacemos. La libertad de expresión tiene que tener un límite, pero en el arte tiene que ser distinto.

Como no tengo redes sociales puedo opinar lo que me salga de los cojones, porque luego no me voy a estar agobiando por lo que diga la gente. Pienso que tener Twitter es una manera de no poder opinar. Puedes hacerlo, pero al final es a base de que todo el mundo te esté criticando. Siempre habrá gente que te ponga verde digas lo que digas. Pero claro, no puedes pensar en eso solo, porque entonces no hablarías. Si quisieras contentar a todo el mundo lo mejor sería estarse callado. O tampoco, porque otra gente querría que hablaras.

Hay quien contempla como una contradicción que dedicara esa carta a José Luis Díaz y que años después, en 2014, recogiera la Medalla de Extremadura de mano de Antonio Monago, también del PP. ¿Pensó en esto antes de recibir el premio?

No, en absoluto. No es ninguna contradicción. A mí la Medalla me la dio la Junta de Extremadura, no me la dio un partido político ni un señor. Me la dio la Junta y por eso fui a recogerla. Si me la dio un político es porque él creía que haciendo eso iba a agradar a su público, a sus votantes o a sus ciudadanos, no por otra cosa. No creo que tenga que estar en el poder de la Junta Rosendo de presidente para que yo acepte una medalla. Hay actos en los que puede haber gente que quiera sacar un beneficio, pero tampoco puedes estar constantemente pensando en ello.

Para terminar, el tema móviles que tanto le cabrea y que llegó a prohibir. Hacer una foto en el concierto del Robe se va a convertir en un deporte de riesgo.

No es lo mismo hacer la foto sin flash que pasarse medio concierto con el teléfono levantado con la mano en alto. Los teléfonos irrumpieron hace poco en nuestras vidas y como todo lo nuevo hay que saber usarlo. En vez de educarte hay mucha gente que está interesada en confundirte.

Por ejemplo, vi un anuncio donde aparecía un concierto en el que todo el mundo estaba con el teléfono, haciéndote creer que eso era lo divertido, estar ahí con el puto móvil grabando. E intentan meter eso en la cabeza a los chavales. No, eso no es un concierto de rock ni de cualquier otra música. Un concierto es donde se va a vivir el momento, sin preocuparte del teléfono y sin dar por culo a nadie.

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