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Tremenda Jauría, sonidos para perrear contra el patriarcado

Tremenda Jauría

Francesc Miró

A los periodistas culturales las etiquetas nos sirven para organizar tendencias o sensibilidades. A veces, sin advertir que el gesto no solamente nos afecta a nosotros: son un cajón que cada vez que se abre contiene cosas distintas que alguien ha metido ahí sin permiso de nadie.

En algún momento, a Tremenda Jauría les pusieron la etiqueta de 'reguetón feminista' y estas cuatro jóvenes de Madrid, que habían saltado a los escenarios de toda España en 2015 con el álbum Mordiendo, pasaron a formar parte del panorama nacional. Aunque se les pusiese en un cajón que no terminaba de cuadrar con su trabajo.

Tremenda Jauría es un colectivo feminista que defiende que se puede “perrear por un mundo nuevo”. Sus conciertos son espacios seguros para las mujeres y tienen asumida una actitud punk descarada y juvenil. Transitan entre la cumbia, el tropicalismo, la electrónica bailable, el rap y todo tipo de sonidos urbanos. Son algo más que 'reguetón feminista'. Y ahora publican IV,  un álbum llamado así porque es el número de integrantes de la banda, el de mujeres que forman su equipo de técnicas debajo del escenario, el de años que han pasado desde que lanzaron su primer disco y el cuarto trabajo del grupo.

Compromiso con autotune

autotune“Todo empezó porque tres de nosotras vivíamos juntas, a todas nos gustaba la música urbana y nos apetecía contar lo que nos pasaba, lo que vivíamos en nuestros barrios”, cuentan a eldiario.es sobre el proyecto. “Un día surgió la idea de hacer una canción para celebrar el aniversario de la casa. Y nació Tremenda”.

“De repente montar un grupo era factible. En nuestra mente siempre había sido una idea difusa pero hicimos aquello y parecía que tenía sentido darle forma. Así que dijimos: pues pa'lante”, explican. “¿Qué mejor que hacer música con gente que quieres y ver cómo los demás conectan con tu concepto? Vimos que funcionaba y nos venimos arriba”, bromean.

En cuatro años han publicado los álbumes Mordiendo, Cuentas pendientes, Codo con codo y el que ahora nos ocupa. Han hecho temas colaborando con Fermín Muguruza, Kumbia Queers, Zoo, Sara Hebe, Jazzwoman y Arianna Puello. Se han recorrido el mapa en furgoneta y han compartido escenario con Kase.O, SFDK, Mafalda, Txarango, La Raíz y casi cualquier grupo de la escena del rap, el punk y el rock patrio.

“Ha pasado mucho tiempo en muy poco”, confiesan. “Cuando empezamos con esto surgimos con cero referentes porque no había nada en nuestro entorno cercano que sonara como nosotras queríamos sonar”. Según ellas, antes hacían algo “más punki”. “Nos gustaba eso de no tener filtros y tirábamos con cualquier cosa. Ahora somos más conscientes de que esto tiene cierta repercusión y nos lo tomamos más en serio”.

La repercusión se torna innegable cuando uno se para a escuchar. El tema Esta noche, que acumula más de un millón de reproducciones en YouTube, sonaba en manifestaciones del 8M como si de un himno se tratase y de hecho participaron en la creación de la canción oficial de la convocatoria. Hazme una perdida suena en todos los programas de Radiojaputa dado que abre el consultorio, y conciertos suyos animan celebraciones de Carne Cruda.

Todo sin perder un ápice de actitud ni de discurso. Dicen que hacen cumbiatón –una mezcla de cumbia y reguetón– insurgente. Se declaran feministas y anticapitalistas. Y no reniegan de su cultura de barrio: son de Carabanchel, graban y producen en un estudio local. De hecho, su último videoclip, Akelarre, se rodó en el madrileño barrio de Opañel con jugadoras de la liga de fútbol femenino de I.D.M La Mina y Casco Antiguo, coreografía de Susu Queen y la participación de Paloma Freestyle, campeona nacional de fútbol de estilo libre.

“Nuestros conciertos son espacios seguros para las mujeres”, dicen. “Al principio, siempre se nos acercaban chicas a decirnos que se habían sentido libres por primera vez perreando en la pista”, cuentan. “Hemos aprendido a generar un ambiente feminista y respetuoso”.

También sin una pizca de ansias de protagonismo: siempre visten máscaras de gas para hacer del anonimato un juego político y ser así –en conjunto– Tremenda Jauría. “Las llevamos porque no nos gustaba la idea de personalizar el proyecto: queremos hacer hincapié en el mensaje, no en las mensajeras”.

Feminizar la industria musical paso a paso

Cuando Tremenda Jauría empezó a colarse en carteles de conciertos y festivales, el panorama musical español distaba de ser igualitario. Aún es mayoritariamente masculino. Basta hacer una comparativa de los grupos que llenaban un espacio como el Viña Rock de Villarrobledo en 2015: de casi cien grupos musicales, solo tres estaban encabezados por una mujer –Mala Rodríguez, Ana Tijoux y Canteca de Macao–. La práctica totalidad de los músicos y técnicos eran hombres.

“Hace falta feminizar la industria”, opinan. “Nosotras hemos lidiado con eso desde que empezamos y no parece que haya mejorado demasiado”. De hecho, según su experiencia, “la mayoría de los trabajadores del mundillo no saben relacionarse con mujeres en esos ámbitos porque no hay tradición ni voluntad. Es un mundo no mixto de tíos, desde el regidor hasta el técnico de luces. Eso sí, luego la del catering es mujer”.

Cuentan que hace un tiempo en un concierto en Ávila les dijeron que qué tipo de grupo eran porque las chicas estaban cargando los amplificadores. “Joder, pues un grupo en el que hay chicas, que tontería”, contestaron. Y como esta tienen innumerables historias, así que la situación tiene poco de anecdótica. “Nuestra filosofía es una contestación a esto: nuestra técnica de luces, de sonido, road manager  y en general nuestro equipo son todo mujeres”, aseguran. Con todo, admiten que les costó encontrar a profesionales en estos ámbitos laborales, “pero aunque sea difícil tienes que poner de tu parte para que se generen dinámicas más inclusivas”. 

Había un déficit de música feminista y ellas, junto a muchas otras iniciativas musicales, empezaron a trabajar en equilibrar la balanza. “Tampoco es que partiéramos del vacío ni que inventásemos nada. Veníamos de muchos referentes”, aunque estos no se encontraban cerca. “Aquí no había nada parecido a lo que hacíamos pero nos molaba mucho Kumbia Queers o Miss Bolivia”, cuentan.

Tremenda Jauría surgió en Madrid, pero músicas combativas sonaban en otras muchas latitudes. Ellas mismas citan algunos ejemplos más: “Zoo es un rollo distinto a nivel musical pero también plantea un concepto parecido al nuestro. O las Tribade que también tienen esa onda”, enumeran. “Digamos que de repente empieza a haber una escena con grupos que comparten un discurso que hasta ahora pertenecía más a la escena punk rock”.

Gracias a proyectos como el suyo, la diversidad musical pierde el miedo a significarse políticamente, de forma activa y optimista en los escenarios de toda España. Con ellas, el cambio hacia una sociedad más feminista suena a cumbia, a ritmos tropicales que empoderan desde el barrio, la cultura obrera y el movimiento de cadera. ¿Quién dijo que no se podía bailar contra el patriarcado?

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