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La huella imborrable de Verónica Forqué en el cine y el teatro

La actriz Verónica Forqué, en una ilustración realizada por la artista Nat N Blanc tras conocerse su fallecimiento

José Antonio Luna

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Hace solo un mes Verónica Forqué reconoció en una entrevista a EFE que, tras casi 50 años dedicados al cine, al teatro y a la televisión no sabía “hacer otra cosa”. “Eso no es que tampoco lo haga muy bien, pero no sé hacer nada mejor”, añadía, con modestia. Sin embargo, tras esas palabras está alguien que ha ganado cuatro premios Goya tras trabajar con grandes cineastas españoles y con una larga trayectoria en teatro, tanto como directora como sobre el tablado. El adiós de la polivalente artista, que este lunes ha sido hallada muerta en su casa a los 66 años, es también una pérdida para el mundo de la cultura.

La formación le viene de familia. Es hija del director y productor José María Forqué y de la escritora Carmen Vázquez-Vigo, pero también nieta del músico y compositor José Vázquez Vigo, pionero en la musicalización de películas en el cine argentino. Y su hermano Álvaro Forqué, que falleció en 2014, también fue cineasta, guionista y recibió de la Academia un Goya por la totalidad de su obra.

Forqué debutó en el cine con un pequeño papel sin acreditar en Mi querida Señorita (1972), de Jaime de Armiñán. Años más tarde, se puso a las órdenes de su padre en tres películas: Una pareja... Distinta (1974), Madrid, Costa Fleming (1976) y El segundo poder (1976). “Tener un papá director de cine al que todo el mundo llamaba 'jefe' me encantaba, me parecía lo más. Yo quería dedicarme a eso, quería ser como Conchita Velasco”, cuenta la actriz en la entrevista señalada anteriormente. Su padre en principio era reacio a que siguiera sus pasos en el séptimo arte, ya que consideraba que la precariedad del sector podría dificultar su futuro, y por eso le pidió que estudiara otra carrera. Sin embargo, aunque empezó Psicología, nunca la terminó.

Su primer Goya lo obtuvo en 1986 por El año de las luces, película dirigida por Fernando Trueba y ambientada en un hospital para niños con tuberculosis poco después de la Guerra Civil española. Con ella consiguió el cabezón a Mejor actriz de reparto, y compartió pantalla con intérpretes de la talla de Jorge Sanz o Maribel Verdú. Una gala después fue ganadora por partida doble: Mejor actriz protagonista por su papel en La vida alegre, de Fernando Colomo, y Mejor actriz de reparto por Moros y Cristianos, de Luis García Berlanga. Fue la primera actriz en ganar dos Goyas en la misma ceremonia, sentando un hito que no se repetiría hasta 2017 con Emma Suárez.

Con solo 32 años y tres Goyas bajo el brazo, Forqué se convirtió en una de las caras más conocidas de la industria cinematográfica española. Incluso llamó la atención de otro de los grandes pesos pesados del cine patrio: Pedro Almodóvar. El director manchego contó con ella para ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984), Matador (1986) y como protagonista de Kika (1993), película que con el paso de los años se ha transformado en un film de culto. Con este trabajo consiguió su cuarto cabezón por la Academia, convirtiéndose también en la actriz que más Goya ha conseguido por detrás de Carmen Maura. Aun así, nunca dejó de sentirse “una gran privilegiada” por haberse podido dedicar a la profesión con la que soñó desde su infancia.

Otro de los directores elementales en su filmografía es el madrileño Manuel Gómez Pereira, precisamente colaborador en largos de otros cineastas como el ya mencionado Fernando Colomo. Con él, Forqué explotó su lado más humorístico a través de comedias como Salsa rosa (1992), ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? (1993) y Reinas (2005). Las apariciones de Forqué en la gran pantalla todavía no han terminado. Quedan aún dos películas por estrenar: A mil kilómetros de la Navidad, dirigida por Álvaro Fernández; y Espejo, espejo, de Marc Crehuet.

Pero la repercusión de Forqué no es solo nacional. En 2019 participó en la película Remember me, de Martín Rosete, en la que compartió reparto con Bruce Dern y Brian Cox. También hizo su paso por el mundo del doblaje, aunque no sin polémica: se le recuerda (no siempre en buenos términos) por poner la voz a Shelley Duvall en la película de El resplandor dirigida por Stanley Kubrik. Igualmente, dejó su marca en la televisión, con series como Ramón y Cajal, Platos rotos, La que se avecina o, más recientemente, hasta reality shows como Masterchef.

Sobre el tablado y detrás de él

A pesar de que tanto el séptimo arte como la televisión fueron hogares reconocidos para Forqué, la actriz reconoció que donde mejor estuvo no fue precisamente delante de las cámaras. “El teatro es el lugar donde me he sentido más feliz y más libre”, afirmó en una entrevista a EFE. “En el teatro puedes arreglar lo que estropeaste el día anterior. En el cine ya no hay arreglo. Por eso prefiero no mirar lo que he hecho, porque ya no puedes hacer nada. Pero el teatro depende más de ti, de tu voluntad, de tu intuición y la de tus compañeros y cada día es una prueba ligeramente distinta”, apostillaba.

Para la actriz la constancia y la voluntad era “más importante que el talento”, pero acabó reuniendo las tres cualidades. Ha participado en más de 40 películas y una veintena de obras de teatro. Su primera obra teatral fue Divinas palabras, con 20 años. Ya entonces se atrevió a participar en una función basada en uno de los textos más conocidos de Valle-Inclán, pero esto solo sería el inicio. También ha interpretado textos de Federico García Lorca, Shakespeare, Tennesse Williams o José Sanchis Sinisterra, entre otros.

No obstante, Forqué tuvo que esperar hasta 2020 para hacerse con un premio Max como Mejor actriz por Las cosas que sé que son verdad, escrita por Andrew Bovell y dirigida por Julián Fuentes. La intérprete disputaba el premio con Irene Escolar y Rebeca Valls, pero consiguió el galardón y además aprovechó para trasladar a la gala una reivindicación. Subió a recogerlo con un vestido estampado con pezones y vulvas de forma geométrica y una banda cruzada por el pecho en la que se podía leer lo siguiente: “¿Qué visibilidad tienen las personas racializadas en la en la industria española?”.

Como directora su última producción fue en 2020 con Españolas, Franco ha muerto, donde también aprovechaba para reivindicar el papel de la mujer a lo largo de la historia española y cómo el paso de dictadura a la democracia fue insuficiente en materia de igualdad. Porque, ya sea como actriz, dramaturga o directora, la huella de Forqué en el ámbito de la cultura es y será indeleble.

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