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RUIDO Y SILENCIO

La vagina cósmica

La portada de 'Memorias de R. Crumb'

Montero Glez

16 de junio de 2023 22:23 h

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El blues es un lamento desencajado que se canta para aliviar el dolor de hígado culpa de la pena, la duquela que dicen los calós o ese sentir de los algodoneros que entonaban su queja amarrados unos a otros, esclavos en tierras que nunca serán de su propiedad. De aquella cultura, cruzada por el camino de Kerouac y rematada por el viaje lisérgico, resulta Robert Crumb.

En su libro titulado Memorias, el dibujante underground nos presenta la llama sagrada de la obscenidad, como si él mismo hubiese sido bautizado por el cura tirando de la cadena del retrete. Porque el agua de las cloacas se convierte en agua bendita cuando moja a Robert Crumb, un tipo desgarbado y flaco, con bigote y sombrero, que nunca tiene suficiente con lo que dibuja y que, en ratos libres, le da al banjo y  graba discos con una banda a medida donde destaca Robert Armstrong, otro dibujante de la cuerda, junto a Terry Zwigoff. director de cine de bajo presupuesto.  Todo muy friki como pueden ver. 

Las canciones pueden escucharse en el compacto que viene en su libro de memorias, un volumen que acaba de ser reeditado por Kultrum libros y que coincide en el espacio-tiempo de las librerías con ese otro trabajo, también autobiográfico, que firma la compañera de Crumb y heroína del underground: Aline Kominsky-Crumb, fallecida el pasado año. El libro de Aline es la edición completa y al detalle de Querido Callo, sus memorias impúdicas publicadas en castellano por Reservoir Books; un exceso de incorrección y rebeldía  desde el punto de vista de una mujer que nunca admitió reglas fijas. Llegados aquí, cabe destacar el trabajo editorial que está realizando Jaume Bonfill al frente de Reservoir Books, llenando de colorido y audacia las mesas de las librerías.  

En una de las viñetas, Aline se nos presenta desnuda, contando que está embarazada, que hace cuatro meses que no le viene la regla y que no sabe quién es el padre. Pero para ella, lo más asombroso es que, hasta ese momento, había pensado que el LSD era un anticonceptivo. Esta es la tendencia que marca la autobiografía en viñetas de Aline Kominsky-Crumb, una continua transgresión. Por eso, no es de extrañar que acabase formando pareja con Robert Crumb, al que conoció en una comuna, cuando todo para Crumb manaba de una grieta que era lo más parecido a una vagina cósmica que se dejaba penetrar. La época lisérgica, el rock psicodélico, las diademas de flores, todos aquellos atributos de la época cristalizaron en la portada de Cheap Thrills, el disco de Big Brother, la banda donde cantaba  Janis Joplin.

Se trata de una portada legendaria que realizo Robert Crumb allá por el año 1968, compuesta a base de viñetas,  y que aquí, en nuestro país, inspiró a  Ceesepe para hacer la portada de Seré mecánico por ti, el primer disco de Kiko Veneno en solitario. Me lo confesó el propio Ceesepe en una de esas noches de porros y rosas en las que yo aparecía por su estudio y él me ponía discos, entre ellos el Cheap Thrills o ese otro tan friki grabado por Robert Crumb y que ahora escucho, a la diabla, con los músicos fumados y borrachos y que me devuelve al  estudio de la calle Mayor, un mundo aparte, un mundo fuera del mundo y donde yo era feliz. 

Escucho las voces ebrias, los lamentos que quieren ser blues, el violín que suda lágrimas de tinta china. Me río por la osadía que se gasta Crumb, un tipo que toca el banjo desafinando como un serrucho. Con todo, se nota que es artista.  Porque como él mismo dice, y Ceesepe confirmaba, el mejor arte es obra de amateurs, de amadores; la vida es demasiado corta para ser profesional de algo. 

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