La Veronal explora el mal en el espectáculo “Voronia”

La Veronal desciende a la cueva más profunda del mundo, “Voronia”, en una “arriesgada” expedición a los infiernos para una exploración del mal a través del movimiento, la palabra y la interpretación, en un espectáculo con el que la compañía inaugurará el festival Grec 2015.

“Voronia” representa “la caída de los valores y los símbolos, es el neocinismo de la actualidad, el egocentrismo, la abstracción del mundo” que generan “desamparo, terror y nos convierte en un infierno”, ha explicado el director y coreógrafo de La Veronal, Marcos Morau, en una entrevista con Efe.

Así, la cavidad de más de 2.000 metros de profundidad situada en Georgia, en el Cáucaso occidental, se convierte en un “escenario alegórico” indica el joven director, Premio Nacional de Danza en 2013.

Por eso, “Voronia” representa la esencia del decálogo en el que La Veronal trabaja desde sus inicios y del que forman parte “Siena” o “Islandia”, donde cada pieza lleva un topónimo por título, pero sin voluntad documental.

“No habrá mineros ni espeleología” en el escenario, avisa sonriendo Morau. En cambio, “Voronia” es “todos los infiernos que nos hemos inventado los seres humanos”, desde el Hades clásico, al que Dante sitúa bajo Jerusalén en “La Divina Comedia”, pasando por la Biblia.

“El agotamiento de los símbolos religiosos, lo absurdo de nuestras acciones para hacernos creer a nosotros mismos que hacemos el bien y no el mal”, resume Morau sobre la reflexión que hace La Veronal.

Se trata de la pieza más “compleja y reflexiva” que ha propuesto la joven compañía en sus diez años de trayectoria, según su director. “Arriesgamos en concepto y forma”, advierte Morau, que ha incorporado cuatro bailarines al conjunto, eminentemente femenino.

Dividido en dos actos sin descanso, el espectáculo se desarrollará, como es habitual, a caballo entre la danza contemporánea y el teatro, incorporará elementos textuales como subtítulos y la música tendrá un gran peso, con piezas de Wagner, Verdi, Bach y Mascagni.

El primer acto será “un friso de la vida, desde que naces hasta que mueres” para mostrar que por mucho que uno se esfuerce, “el mal es inevitable en las relaciones de la vida adulta, solo un niño o un animal quedaría al margen”, considera Morau.

A su entender, “el infierno no es solo la violencia”, sino que también lo es “la irreflexión, no posicionarse, la banalidad”. Al menos, eso lo que extraen Morau y su equipo artístico, Roberto Fratini y Pablo Gisbert, de su ardua investigación: no se pueden “acotar las vallas del mal”

“No puedes atrapar, comprimir ni controlar la esencia del mal. Es como una imagen, es un misterio, y eso es lo que más me gusta”, sonríe Marcos Morau.

De repente, como si se abriera un agujero y cayéramos al otro lado, arrancará un segundo acto mucho más festivo “porque parece que ahora todo se tiene que celebrar”, ironiza Morau. “No deja de ser una manera de dar la espalda a la realidad”, apunta el director.

En mitad de esta celebración, un ascensor descenderá hasta las entrañas de la cueva para descubrir que “la profundidad de Voronia es quizá un reflejo de la superficialidad”, de la misma manera que la maldad de una persona puede radicar en su superficialidad, arguye Morau.