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El Ayuntamiento aprueba que “Castelló” sea el nombre oficial tras meses de polémica entre partidos

Capítulo dedicado a Castelló de la Plana, parte de un libro publicado en 1564 por el cronista de Burriana Martí de Viciana. Imagen cedida por Vicent García Edo.

Belén Toledo

A partir de finales de año -cuando se completen los trámites administrativos necesarios- la ciudad tendrá como nombre oficial “Castelló de la Plana”, en lugar de la doble denominación en castellano y valenciano que fue aprobada en los años 90. El cambio fue aprobado en el Pleno ordinario que el Ayuntamiento celebró el jueves.

La decisión llega con tres meses de retraso respecto al primer intento del equipo de Gobierno de la ciudad, formado por Compromís y PSPV, que anunció el cambio de nombre en febrero, a iniciativa del portavoz de la coalición valencianista, Ignasi Garcia. Sin embargo, después de varios días de fuerte oposición por parte de PP y Ciudadanos, los socialistas recularon y decidieron retrasar la aprobación de la medida para buscar el consenso.

Esto produjo una confrontación en el seno del ejecutivo local, que los dos socios resolvieron con el acuerdo de llevar la medida al Pleno de mayo. En el tiempo que ha pasado desde entonces, ha habido conferencias para explicar la decisión a la ciudadanía e infructuosos intentos de obtener el apoyo de Ciudadanos y PP a la medida.

No es una prohibición

Durante el Pleno del jueves, Compromís y PSPV, así como Castelló en Moviment, repitieron los argumentos para la normalización de la denominación oficial de la ciudad. Insistieron en que dejar “Castelló” como nombre oficial no significa prohibir que la población utilice “Castellón”, igual que se puede utilizar “Gerona” o “Londres” sin que estos términos sean los oficiales de esas ciudades.

Recordaron, además, que esta medida está sustentada por un manifiesto firmado por expertos lingüistas e historiadores: el hijo predilecto de la ciudad, Germà Colon, el cronista de la ciudad, Antonio Gascó, y los profesores y estudiosos Vicent Garcia Edo y Vicent Pitarch.

Las razones etimológicas

El manifiesto alude a la diferencia etimológica y semántica entre Castelló y Castellón, puesto que la primera “es resultado de la evolución directa de la construcción medieval ‘castellu’ con el sufijo diminutivo ‘-one’”, mientras que el aumentativo ‘Castellón’ en castellano “designa un castillo grande, dimensión que nunca tuvo el Castell Vell, hogar solariego de nuestro pueblo”.

Rafael Simó, portavoz del PSPV, explicó que esta medida responde a la necesidad de normalización, que consiste en recuperar la lengua minorizada, que en este caso es el valenciano. “La mejor manera es convertirla en la lengua de la administración y no hacer un bilingüismo administrativo”.

El PP hizo lo mismo cuando gobernaba

Los tres partidos recordaron, además, que la normalización de los topónimos oficiales a favor de la lengua minorizada es ya una realidad en gran parte de las localidades de la Comunidad Valenciana, así como Catalunya y Galicia. De hecho,según publicó Europa Press citando datos de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, del total de 395 localidades de la Comunidad, más del 80 % ( 320 pueblos y ciudades) tienen normalizado su nombre en valenciano.

Los portavoces de PSPV y Compromís afirmaron que fue el propio PP el que tomó esta misma medida en Almassora, Vila-Real y la Comunitat Valenciana mientras gobernaban con mayoría absoluta. “El problema aquí no es el topónimo, sino que la derecha no está gobernando”, concluyó Garcia.

Por su parte, el PP desplegó una batería de argumentos que ellos mismos han desarrollado en estos meses y para los que no han consultado a ningún experto lingüista ni historiador, según reconoció la portavoz del partido, Begoña Carrasco, el pasado martes durante una tertulia en la Cadena SER.

La comparación con el Fadrí

Durante el Pleno, fue el concejal del PP Carlos Feliú el encargado de desgranar este argumentario. Entre otros motivos, defendió que eliminar la forma en castellano es “arrancar un trozo de nuestra historia”, igual que sería demoler el templete que remata el Fadrí (el campanario de la catedral) por el hecho de que este añadido arquitectónico tuvo lugar en el siglo XVIII y tras la aprobación de los decretos de Nueva Planta, la misma época en la que se creó el topónimo de la ciudad en castellano.

Feliú defendió, sin embargo, que la palabra “Castellón” es todavía más antigua porque se puede encontrar en documentos del siglo XVI. También puso ejemplos de ciudades que mantienen el nombre bilingüe, como Donostia- San Sebastián. El edil no explicó por qué su partido impulsó esta medida en otras ciudades y en el ámbito autonómico y se opone frontalmente en el caso de Castelló.

Ciudadanos habla de Catalunya

Por su parte, Vicente Vidal, de Ciudadanos, afirmó, como lleva haciendo estos últimos meses, que “de lo único que se trata es de eliminar el nombre en castellano”, lo que supone “robar el derecho” a referirse a la ciudad en esta lengua. Afirmó que el bipartito “rompe la convivencia pacífica” de los castellonenses y que quiere “eliminar el castellano de todos los rincones de esta ciudad”.

Vidal también acusó al Gobierno de querer seguir el ejemplo de Catalunya en la creación de un “ambiente de confrontación” y recordó las palabras del nuevo presidente de Catalunya, Quim Torra, en contra de las personas que hablan castellano en la comunidad autónoma vecina.

Contaminación en el Grau

El Pleno del jueves también aprobó una moción referente a los episodios de mal olor en el Grau, el barrio marítimo junto al que se encuentra el Polígono Industrial petroquímico del Serrallo. Todos los partidos votaron afirmativamente el documento, en el que el Ayuntamiento se compromete a colaborar con la Generalitat Valenciana en la elaboración de un estudio científico para evaluar la toxicidad de estos malos olores.

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