Francia conquista en París su sexto oro
No hubo sorpresa en París. Francia logró su sexto oro mundialista, el cuarto en los últimos cinco torneos, en un campeonato donde 'Les Experts' volvieron a imponer una hegemonía que dura ya más de diez años. Con la ya conocida como mejor generación gala de la historia, comandada por Nikola Karabatic, nombrado 'MVP' del campeonato, la selección de Didier Dinart superó con claridad a Noruega (33-26) en un Palacio de los Deportes que contó con 15 mil espectadores.
En una final al más puro estilo David contra Goliat, se enfrentaron el combinado más laureado de la historia frente a la gran revelación, un conjunto noruego que enamoró a propios y extraños por su balonmano vertical y desenfadado que les permitió vivir una noche para el recuerdo en un campeonato al que accedieron a través de una invitación por parte de la federación internacional.
Fieles a su estilo y aprovechando el nerviosismo que atenazó durante los primeros compases al anfitrión, Noruega logró un inicio donde las diferencias quedaron minimizadas en un cuerpo a cuerpo donde la zaga gala quedó al descubierto más de lo que era de esperar (7-10, 15') y que permitió a los escandinavos disponer de una renta de tres goles hasta entrado el tramo final de la primera mitad (13-16, 25'). Pero la ventaja, tal como vino se fue. El cambio de portero que realizó Dinart, dejando en el banco a Omeyer y dando entrada a Vicent Gerard supuso un punto de inflexión que permitió a 'Les Experts', junto al talento de Karabatic, dar la vuelta al electrónico antes del descanso (18-17).
Sin tregua
En la reanudación, Francia se encontró más cómoda en ataque y bajo el amparo de la varita mágica de Karabatic fue ampliando diferencias ante una voluntariosa Noruega que, con el paso de los minutos, vio minimizada sus opciones de lograr la machada (22-18, 34').
Un sensacional Gerard, 11 paradas firmando un 41% de acierto, el amplio fondo de armario que dispone Francia y el brazo ejecutor de Karabatic, máximo goleador de la final con seis tantos, fueron argumentos suficientes para acabar de romper el duelo, donde los galos llegaron a situarse ocho arriba (31-23, 58') y acabaron proclamándose campeones con holgura (33-26) ante 15.000 espectadores que vieron cumplido su deseo de volver a ver en París, 16 años después, a su selección reinando en lo más alto.
