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Manifestación contra el racismo en Madrid: “Ahora todo el mundo ve que crece el odio, pero llevamos tiempo sufriéndolo”

Asistentes a la marcha antirracista convocada en Madrid este domingo.

Icíar Gutiérrez / Pau Rodríguez

Puños en alto, cánticos y mucha indignación acumulada. Mientras una parte de la sociedad española se sorprende ante el avance del discurso del odio, ellas, las personas migrantes y racializadas, han recordado en las calles, una vez más, que el racismo “no es nuevo”, que se enfrentan a él todos los días y está, aseguran, “en todas partes”.

Agrupados bajo el lema “contra el racismo institucional”, centenares de manifestantes han recorrido durante este domingo el centro de Madrid en una protesta que ha tomado el relevo a la multitudinaria marcha contra la discriminación racial que protagonizaron hace un año en la capital.

Al grito de “La Ley de Extranjería mata gente cada día” o “CIE, redadas, vallas y fronteras, así se construye la riqueza europea”, las personas asistentes comenzaban a abrirse paso por la calle Alcalá sobre las 17:00 horas. Entre ellas, con rostros serios y una pancarta negra en la que se podía leer “el racismo institucional nos condena a la manta”, avanzaba el colectivo de vendedores ambulantes de Madrid.

“Hay muchos discursos de políticos que quieren conseguir votos y están alimentando el odio. Ahora todo el mundo ve que está creciendo este odio, pero es lo que llevamos tiempo sufriendo. A nosotros no nos da miedo porque vamos a seguir luchando”, asegura Serigne Mbaye, integrante del Sindicato de Manteros y Lateros de Madrid. “El racismo institucional es lo que no nos permite avanzar. El que nos impide viajar legalmente desde nuestro país y al llegar, es la Ley de Extranjería la que nos perjudica”, prosigue.

Con ellos, en su recuerdo, también caminaba Mame Mbaye, el mantero fallecido el pasado marzo tras una persecución policial, cuyo rostro ha protagonizado el cartel de la convocatoria. “Hoy Mame no está aquí con nosotros por este racismo institucional que nos condena a vivir en la clandestinidad”, sentencia Serigne Mbaye. “Mame, hermano, nosotros no olvidamos” o “las vidas negras también importan” han sido algunas de las consignas más coreadas por los asistentes a la marcha.

También han recordado con sus gritos a Mohamed Bouderbala, el joven argelino muerto hace casi un año en la cárcel-CIE de Archidona o la dominicana afrodescendiente Lucrecia Pérez, cuyo asesinato, que tuvo lugar el 13 de noviembre de 1992, se conmemora con esta convocatoria. Asimismo, ha habido muestras de solidaridad con las jornaleras marroquíes que denunciaron casos de abusos sexuales y laborales durante la pasada campaña agrícola en Huelva. 

“Estoy aquí porque a las personas racializadas nos matan, nos agreden, nos torturan, nos persiguen. Basta ya. Tenemos que salir a luchar porque no nos queda otra”, puntualiza Dánae García, activista antirracista. “Hay un auge de la extrema derecha muy preocupante, pero siempre hemos estado así, y el racismo no solo es cosa de la gente de extrema derecha o los nazis, hay racismo en todos sitios, en todos los ámbitos de la vida, también en la izquierda blanca”, sostiene. 

“Las fronteras españolas son asesinas”, se leía en alguna de las pancartas después de los últimos fallecimientos en la zona fronteriza con Marruecos. “Abajo los muros”, cantaban los manifestantes. Reivindicaciones políticas directas, como la derogación de la Ley de Extranjería, el cierre de los CIE, el fin de los controles policiales racistas o que el Gobierno de Pedro Sánchez cumpla su discurso respecto a las devoluciones en caliente, se cruzaban con los mensajes de “orgullo migrante” y “poder racializado, poder organizado”.

Delante, una cabecera integrada por representantes de las diferentes comunidades racializadas que residen en España enfilaba el trayecto desde Cibeles hasta la Puerta del Sol. Querían lanzar el mismo mensaje que el pasado 12N: las personas afrodescendientes, musulmanas, asiáticas, latinoamericanas o gitanas son, reiteran, quienes deben liderar la protesta antirracista. Y exigen ser escuchadas. “No vamos a seguir permitiendo que hablen por nosotros, ni que nos utilicen. Somos sujetos políticos. Quienes quieran apoyar, tienen que trabajar desde ahí reconociendo nuestra autonomía y nuestra propuesta”, recalca Alexander Ríos, integrante de Movimiento de Acción Política Antirracista 12N, uno de los colectivos que ha participado en la organización de la protesta. 

“Aquí están las antirracistas”, gritaba con energía, megáfono en mano, Elcinia Torres. “Tenemos que dejar claro que el racismo es una cuestión de Estado y se rige por las leyes. El Estado es racista. España se ha creado y se ha fundado bajo el robo colonial y el germen de la esclavitud”, indica esta joven afrodescendiente. “La extrema derecha no es la única racista, el sistema occidental eurocéntrico blanco es un sistema racista. Con un Gobierno de izquierdas seguimos teniendo CIE y devoluciones en caliente, seguimos muriendo en el mar. Esto no es nuevo”, concluye.

Sobre las 19:00 horas, la marcha, en la que según los organizadores han participado cerca de 3.000 personas, entraba en la Puerta del Sol ante la mirada atenta de decenas de transeúntes. “España no existe sin robo colonial”, gritaban los manifestantes. Entre ellos estaba Cayetano Fernández, que ondeaba la bandera gitana dentro del bloque romaní. “Se niega la existencia del racismo estructural que condiciona nuestras vidas como gitanos y gitanas. Nuestro problema no es de cultura, lo que es errónea es esa ideología de la integración”, opina el joven.

“El racista no es solo el 'hooligan'. Los racistas con los que más relación tenemos son los funcionarios públicos: son trabajadores sociales, policías, jueces, profesores. Nos preocupa el auge de la extrema derecha, pero para nosotros no es tanto auge. Nos inquieta sobre todo cómo el resto de formaciones políticas no están abordando realmente el racismo”, prosigue. 

Tras avanzar hasta el centro de la plaza, la protesta llegaba a su fin con la lectura del manifiesto. “No olvidamos, y por eso estamos aquí, porque siempre andamos con nuestra larga memoria despierta, recordando que no queremos vivir en este mundo racista construido por la blanquitud”, se podía escuchar. A continuación, representantes de las diferentes comunidades racializadas han leído sus propias reivindicaciones encima del escenario. 

En el público, Kawtar y Chaimae, dos hermanas con hijab, escuchaban atentas. El año pasado no pudieron asistir, cuentan, pero este domingo han estado toda la manifestación detrás de una pancarta contra las políticas migratorias de la Unión Europea. “Somos hijas de inmigrantes y sufrimos cada día el racismo. Hay racismo en las escuelas, cuando buscas trabajo...”, resume Kawtar. “Nos vamos con una buena sensación. Con el desahogo de que la gente nos escuche. Esto nos da más fuerza. Seguiremos presentes, quieran o no”, apuntan sonrientes. 

Réplicas en otras ciudades

Después de más de un mes y medio de reuniones y asambleas preparatorias, los convocantes, entre los que hay más de 15 colectivos, esperan que la protesta de este domingo sirva para dar un nuevo impulso al movimiento antirracista. “Se está canalizando un sentir, en este segundo año sentimos la repercusión de lo que empezó en la primera: más colectivos han aparecido, hay más personas organizadas desde las universidades...”, explica Ríos. 

La convocatoria en la capital ha tenido su réplica en otras ciudades como Zaragoza, Bilbao, Valencia y Barcelona. Este domingo, varios cientos de personas se han sumado a la marcha antirracista en la ciudad condal pese al poco tiempo que habían tenido para prepararla. La Asamblea Antiracista de la ciudad, que aglutina a distintos colectivos de migrantes y activistas contra el racismo, se sumó hace pocas semanas a la protesta convocada en Madrid y aún así ha logrado organizar una concurrida manifestación que ha recorrido el centro de la capital catalana desde la plaza Universitat hasta la Rambla del Raval. 

Tras la pancarta “Gasolina contra el racismo institucional”, la marcha se ha centrado también en exigir la abolición de la Ley de Extranjería, que aseguran que impide un acceso al trabajo en igualdad de condiciones para los migrantes. Esta era una reivindicación compartida con las protestas de las distintas ciudades españolas, pero también han trasladado exigencias a los gobiernos locales.

Al Ayuntamiento de Barcelona le han pedido que cese la persecución policial de los manteros, y a la Generalitat, que no deje durmiendo en comisarías de los Mossos d’Esquadra a los menores desamparados que llegan a la ciudad y están a la espera de que se les asigne un centro de acogida por falta de plazas.

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