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Cinco episodios de la Historia de España de los que apenas nos dijeron en el colegio que fueron racistas y coloniales

Esclavos descargando hielo en Cuba el año 1832. SAMUEL GRISWOLD GOODRICH (WIKIMEDIA COMMONS)

Moha Gerehou

¿De dónde viene la exclusión de la población gitana en la sociedad actual? ¿Por qué hay personas de Guinea Ecuatorial que ya tienen DNI español desde el momento de su nacimiento en Malabo? Estas son algunas preguntas que pocas veces tienen respuesta si miramos los libros de Historia y todo lo que aprendemos en la escuela.

Aunque desde hace siglos se persigue a la población gitana, pocas veces se mencionan episodios como La Gran Redada, en la que se ordenó su detención. O del pasado colonial de Guinea Ecuatorial, que durante muchos años fue una provincia española más.

Varios expertos coinciden en la invisibilización y en la implantación de una visión parcial de la realidad que hace que sean dejados de lado episodios de la Historia de España en los que el factor racial y colonial tiene gran importancia. Recopilamos algunos episodios paradigmáticos.

La colonización de Guinea Ecuatorial

En 2018 se han cumplido 50 años de la independencia de Guinea Ecuatorial. El país africano formaba parte de España como una provincia más, hasta que cambió esta forma de relación.

La escritora Remei Sipi cree que la relación colonial entre Guinea Ecuatorial y España “no se trata para nada, los alumnos no tienen ni idea y ni siquiera los profesores. No está en los currículums escolares porque en general África no lo está”.

Según explica Sipi, para España, “Guinea ha sido una anécdota, como una relación sin importancia, cuando allí no solo ha habido expolio, sino también convivencia”. Según la escritora, una de las claves pasa por “hacer una política lingüística, manteniendo el español como lengua oficial pero al mismo tiempo enfatizar en el bilingüismo con las lenguas autóctonas que han sido segregadas en las escuelas, poniéndolas sobre el papel y en el currículum escolar”.

El profesor Justo Bolekia, académico correspondiente de la Real Academia Española (RAE) y catedrático, sostiene que “hace mucho que España quiere borrar su presencia en África, y la mejor manera de ocultarlo es no contarlo en las escuelas ni recogerlo en los libros. Además los que van a ser o son profesores tampoco tienen mucha idea de esto”. Como ejemplo, señala que “no se menciona a los escritores guineanos y su contribución en el enriquecimiento de la cultura española”, pese a que ambos países comparten lengua.

Como una de las soluciones a la situación, Justo Bolekia incide en la necesidad de “crear un diálogo intercultural o España seguirá como hasta ahora, considerándose una cultura dominante. Hay que posibilitar ese diálogo para participar en esa cosa común que es España en la que el negro no existe”.

El “descubrimiento” de América

En un acto en Málaga previo al 12 de octubre, Pablo Casado se refirió a la colonización de América como “el hito más importante de la humanidad”. También añadió que había sido “el momento más brillante de la humanidad porque nunca antes había conseguido trasladar la cultura, la historia, la religión a tantos sitios a la vez”. Varios historiadores salieron a refutar esta versión, asegurando por un lado que “la presencia de España en América fue el resultado de una conquista violenta y muy dura”. Por otro, que la opinión de Casado recuperaba “el relato del franquismo”.

En una tesis similar se encuentra el historiador Antumi Toasijé, director del Centro de Estudios Panafricanos. Considera que el tratamiento de la llegada de Colón a América se enmarca en una formación en la que “se estudian los hechos históricos como propaganda, y dentro del nacionalismo entra el colonialismo. Es una vertiente más de los aparatos ideológicos que convierten crímenes y guerras en hechos heroicos y grandes gestas”. Según el experto “se habla de descubrimiento como si los habitantes del continente no fueran seres humanos, sino parte de la fauna, sin tener en cuenta que ya estaba 'descubierto”.

Como posibles soluciones, Toasijé pone sobre la mesa tres ejes que pasan por “entrar en las instituciones con discursos más acordes a la realidad que incluyan varias ópticas”, “establecer cauces legales para que el profesorado aplique esta nueva perspectiva con rigor” y “fomentar la educación comunitaria porque la que tenemos es reglada y vertical, y eso no es suficiente. Muchas veces la sociedad desarrolla el conocimiento que luego se recoge en las universidades”.

La Gran Redada contra los gitanos

La filóloga gitana Araceli Cañadas imparte desde hace varios años en la Universidad de Alcalá de Henares la asignatura ‘Gitanos de España: historia y cultura’. Un temario prácticamente inédito en el país y que pone el foco sobre una parte de la historia que durante muchos años ha sido invisibilizada.

Entre los capítulos que se repasan está La Gran Redada, que tuvo lugar el 30 de julio de 1749 bajo la autorización del rey Fernando VI y que consistió en la persecución de la población gitana. Había órdenes expresas de detener a quien perteneciera a esta etnia. Apresaron a más de 10.000 personas. Tras las capturas, muchos hombres fueron empujados a realizar trabajos forzados en la Marina, mientras que mujeres y niños eran destinados a trabajar en fábricas.

Este episodio tan importante apenas se estudia en profundidad, apunta Cañadas: “Las cuestiones relacionadas con la cultura gitana son una laguna, no hay datos, no aparece nada. Yo además siempre pregunto a mis alumnos si han tenido algún tipo de información al respecto y la respuesta siempre es no. No aparece en libros, ni tangencialmente, ni en una nota. Y los profesores tampoco tienen información sobre eso”.

Para la profesora las soluciones pasan por dos ejes: “conocimiento e información”. En su opinión, “es una cuestión política y estatal, hay exigir que esos contenidos se incluyan a nivel de todo el Estado y que los profesionales tengan la obligación de impartirlo”.

Para la activista gitana Silvia Agüero, es una cuestión que “no se trata, todo el mundo dice que el racismo es ignorancia, pero la ignorancia conlleva un acto, es una decisión”.

“Los currículums educativos se hacen desde las posiciones de poder que están formados por una academia blanca, paya y eurocéntrica que invisibiliza las demás perspectivas”, ahonda Agüero. La activista señala que en Albacete se está haciendo un programa educativo con temas gitanos ante las que muestra sus reticencias: “Si lo va a hacer un payo, no me interesa que se haga”.

El tráfico de esclavos africanos en Barcelona

Hasta hace no mucho el papel que tuvo Barcelona (y otros puertos como Cádiz) en el tráfico de esclavos africanos durante el siglo XIX ha quedado al margen de los libros del conocimiento en la sociedad. En los últimos años, ha aumentado la difusión de este episodio, con la presión de colectivos antirracistas que lucharon por la retirada de la estatua de Antonio López, la creación de una ruta de la memoria en Barcelona dedicada a la herencia esclavista de la ciudad o con publicaciones como ‘Negreros y esclavos. Barcelona y la esclavitud atlántica (XVI-XIX)’, el libro del historiador Martín Rodrigo.

Este último, también profesor de la Universidad Pompeu Fabra, considera que “España y Portugal son los únicos países europeos donde no ha habido un esfuerzo público por encontrar políticas de memoria en relación al tráfico de esclavos y a la esclavitud. Británicos, franceses y holandeses sí lo han hecho”.

En este sentido, destaca que “no ha habido ningún proceso de memoria” ni “una traslación al currículum educativo” del tráfico de esclavos africanos en Barcelona. Es aquí, en la creación de políticas de memoria, donde incide como posible solución. “Los representantes de la ciudadanía deben establecer las líneas a desarrollar en torno a un aspecto como la esclavitud vinculado a nuestro pasado”.

Por su parte, la historiadora Karo Moret apunta a que “el sistema educativo sigue sin integrar un conocimiento crítico en relación al temario colonial, en especial para temas de la esclavitud”. Como consecuencia abre la cuestión de Barcelona, donde Moret sostiene que “las mismas familias que hicieron sus fortunas a través de la trata de africanos esclavizados, usaron esos capitales para reinvertirlos en gran parte del urbanismo de la ciudad”. A la historiadora le extraña que “Barcelona siga sin pedirle cuentas a su propia historia colonial fundacional”.

Como soluciones, la historiadora propone “que se incorporen contenidos descolonizados”, sobre todo desde la Academia, “la inclusión de nuevas agendas bibliográficas” y que entre los que imparten las asignaturas y deciden los temarios hayan “profesores e investigadores no europeos o norteamericanos”.

La ocupación del Sáhara Occidental

Cuando era pequeño, el ahora antropólogo Bahia Awah recuerda que el Instituto Cervantes enviaba libros de texto en español a los colegios saharauis. Más tarde se empezó a preguntar, “¿y qué hemos aportado nosotros los saharauis a la lengua española?”

La relación entre España y el Sáhara Occidental viene de lejos. De hecho, el territorio fue la provincia número 53 de España, hasta que el régimen dictatorial de Francisco Franco lo entregó a Marruecos, lo que originó una guerra a la que se puso en fin en 1991, fecha en la que se acordó la celebración de un referéndum de autodeterminación. Pero nunca se llegó a hacer.

Awah pone sobre la mesa que se debe “denunciar, reflexionar, estudiar y situar en el ojo de la sociedad española lo que el Estado no quiere dar a conocer en su memoria histórica en lo referido al Sáhara Occidental, un tema desaparecido de escuelas y universidades”. En ese cambio que propone, recomienda que España “reinicie su enfoque de estrategia hacia la República Saharaui” y “siga el ejemplo de las plataformas de intelectuales y académicos que apoyan la lucha de los saharauis, a nivel africano, español y latinoamericano”.

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