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España, frente al espejo del racismo: del caso Vinícius a la discriminación del día a día

Asistentes a una marcha antirracista convocada en Madrid.

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Los insultos racistas que recibió el futbolista Vinícius Jr. el pasado domingo han abierto un debate en España y han sometido al país a examen. “España es un país racista”, dijo el jugador brasileño, una afirmación que muchos han negado a lo largo de esta semana. Pero los datos y testimonios de las personas racializadas recopilados en la actualidad y en el pasado por elDiario.es arrojan luz sobre el hecho de que, como afirma Vinícius, “no son casos aislados”. Más bien, constatan que las situaciones discriminatorias y racistas permean muchas capas de la sociedad española.

Brandy, de 19 años y de origen ecuatoguineano, quiso contestar a quienes dicen que España “no es un país racista” con un vídeo de TikTok, que se hizo viral con más de 36.000 me gusta en pocos días. “Muchos jóvenes negros cercanos a mí me han dicho que he exagerado diciendo que España es racista. Otros, blancos, se han amparado en la libertad de expresión para soltar cualquier burrada, pero es que cada vez la gente tiene los límites de la libertad más diluidos sin pensar en cómo se siente la persona de enfrente”, dice a elDiario.es.

La joven asegura que sufre el racismo en su día a día “por ser negra”. ¿Un ejemplo? “El otro día fui al Ikea y la cajera me preguntó: ‘¿Seguro que puedes pagar todos estos muebles? Es que como eres, así… negrita”.

Sin embargo, afirma que donde más le molestan los comentarios racistas es en la hamburguesería en la que trabaja. “Ya no solo por parte de los clientes, como decía en el video, sino por parte de los compañeros” que, según Brandy, arremeten contra las personas gitanas: “Estoy segura de que no dicen nada de los negros porque estoy yo presente, pero alguna vez he saltado porque, al fin y al cabo, es xenofobia y yo no me siento a gusto escuchando esas cosas día tras día”.

Un informe de marzo de 2021 elaborado por la Dirección General para la Igualdad de Trato y Diversidad Étnico Racial ofreció una primera aproximación a la población negra, africana y afrodescendiente que reside en España, después de que en 2018 el Grupo de Trabajo de Expertos de las Naciones Unidas sobre los Afrodescendientes subrayara la carencia de datos oficiales sobre esta población, “lo que conduce a la invisibilización de la diversa comunidad africana y afrodescendiente”, según el informe más reciente.

En ese informe participaron organizaciones africanas y afrodescendientes y, a través de encuestas, concluye que el 78% de estas personas tiene entre 16 y 41 años, el 47% nació en España y siete de cada 10 tienen la nacionalidad española; mientras, entre los que no han nacido en España, la mayoría proviene de África. Su nivel educativo es medio-alto, pero no se corresponde al puesto que ocupan: el 24% desempeña trabajos poco cualificados, el 44% de media cualificación y solo el 16%, superior.

Quizás por ello, las personas africanas y afrodescendientes perciben que tienen menos posibilidades para acceder a un puesto de responsabilidad (95%), a un puesto de trabajo (94%), a vivienda (91%), educación (64%) o sanidad (65%), y se consideran de las más desprotegidas por parte del Estado español.

El 79% considera “muy frecuente” la discriminación por su origen étnico o color de piel y que las discriminaciones más comunes son la legislativa, laboral, residencial, de acceso a derechos sociales, detenciones policiales por perfil étnico, acoso escolar a menores y agresiones verbales por la calle.

“¿De qué coño vas, negrito?”

Etienne Malloum, camerunés de 38 años que desde hace 22 vive en España, sufrió una serie de agresiones verbales racistas en 2018 que le han marcado hasta hoy. “Aquel día me derrumbé”, cuenta a elDiario.es sobre el momento de los hechos. “Ahora ya no me duele tanto, pero entonces sí. Nunca me había ocurrido algo así. Me puse a llorar, no pude trabajar”.

El hombre, residente en Valencia, reservó una plaza en un coche compartido de BlaBlaCar para ir desde Madrid a esa ciudad costera. El trayecto fue normal y a los pocos días la plataforma le pidió su opinión sobre el viaje, que valoró positivamente excepto en una de las cuestiones. Esa misma tarde, empezó a recibir mensajes de texto en su móvil. “No sabía quién era, eran insultos racistas”, relata. “Yo no contesté y entonces empezó a mandarme audios mucho más fuertes”. Era el conductor del coche en el que había viajado, que no aceptaba la valoración negativa.

“¿De qué coño vas poniéndome esa nota, nano?, ¿qué coño ha pasado en el viaje?, ¿te he escupido? Debería haberte escupido, negro de mierda”, grita el conductor en uno de los audios al que ha tenido acceso elDiario.es. “Subnormal, te he tratado bien siendo un puto negro de mierda, ¿de qué coño vas, negrito? Vete al Congo, que no sabes ni lo que es un coche. Aprende a viajar. Cómprate un puto coche, subnormal”, prosigue con agresividad.

Malloum no daba crédito. “Lo que sentí aquel día fue muy fuerte”. Primero fue una angustia que lo paralizó, pero al día siguiente se presentó en la comisaría de Burjassot para denunciar lo ocurrido. Los agentes leyeron y escucharon todos los insultos, y le ayudaron a tramitar la denuncia “por presunto delito de injuria”. Dos semanas después, recibió una notificación de los Juzgados de Paterna en la que le comunicaban el archivo del caso al considerar que los hechos no eran “constitutivos de infracción penal”, se lee en el auto al que ha accedido elDiario.es. “Eso es lo que más me duele. Eso te destroza”.

Pensó que no tenía “nada que hacer”. BlaBlaCar tampoco tuvo en cuenta sus quejas, la empresa le informó de que sólo colaboraría con la Justicia si esta investigaba el caso. Ni siquiera se sintió respaldado por sus amigos: “Le mandé el audio a una amiga y su reacción no fue la que esperaba; solamente me dijo: ¡Qué fuerte!”. “A los demás amigos me dio miedo enviárselo, y tampoco quise subirlo a redes sociales. Pensé que la gente no se lo iba a creer, o que iban a decir que la culpa era mía”, admite.

“Apártate, negro, no te quiero ver detrás de mí”

El actor español Marius Makon se disponía a pedir un desayuno en una cafetería de la localidad madrileña de Móstoles cuando una mujer comenzó a increparle por el hecho de ser negro. “Me repetía: 'Apártate, negro, no te quiero ver detrás de mí'. Yo hice caso omiso y le pregunté que qué le pasaba”. La respuesta, relató a este medio en 2018, fue un botellazo poco después de lanzar una amenaza: “Soy blanca, te puedo matar y no pasa nada”, según recogía la denuncia de los hechos. “Cogió una botella de cerveza y me la estampó en la ceja. La sangre empezó a brotar”. La agresión le provocó una herida que requirió varios puntos de sutura.

Según el informe sobre racismo en el Estado español de la Federación de Asociaciones SOS Racismo, en 2021 hubo 523 denuncias, la mayoría de ellas (34%) por racismo institucional –que incluye a las fuerzas y cuerpos de seguridad–, seguidos por la denegación de acceso a prestaciones y servicios privados (24%) –como bancos o locales de ocio–, y conflictos y agresiones racistas (16%).

En la mayoría de los casos, el “agente discriminador”, como lo denominan en el informe, fue una entidad pública; le siguen los particulares y, en tercer lugar, las entidades privadas. SOS Racismo también analizó el origen de las personas denunciantes: el 34% eran de América del Sur, el 22% del África subsahariana y el 21% del Magreb. El informe señala que “164 denuncias no terminan en iniciativas judiciales, la mayoría de ellas por temor a una contradenuncia o porque (el denunciante) no desea poner denuncia o bien finalizan a través de mecanismos extrajudiciales”.

Un problema importante es la infradenuncia de situaciones discriminatorias. Hace dos años, el Consejo para la Eliminación de la Discriminación Racial o Étnica (CEDRE), organismo autónomo adscrito a la Secretaría de Estado de Igualdad y Contra la Violencia de Género, presentó el estudio Percepción de la discriminación por origen racial o étnico por parte de sus potenciales víctimas en 2020.

Uno de los datos más destacados fue que solo el 18,2% de las personas que experimentaron una situación discriminatoria afirmó haber presentado alguna queja, reclamación o denuncia, aunque el porcentaje subía respecto a 2013. El principal motivo por el que las víctimas no lo hacen es la desconfianza de la utilidad de la denuncia (22%) y la minimización la justificación de la situación de discriminación (25%). También revela que tres de cada cuatro personas que denunciaron volverían a hacerlo.

“El peor racismo es el que no se ve”

Para Abraham Jiménez, periodista cubano exiliado en España, la cuestión no es si España es racista o no, sino asumir que este fenómeno existe y afrontarlo. “El peor racismo es el que no se ve, no son microrracismos y no son sutiles, si se permiten es porque están normalizados”, afirma, y agrega que eso ha llevado al racismo más extremo, a todo lo que rodea el caso Vinícius Jr.

Al repasar su experiencia en España, Jiménez admite que “no pensaba” que se iba a encontrar “con un día a día tan agresivo” aquí. Al subir al metro, explica que a él, así como otras personas racializadas, la gente le mira “como si fuera un delincuente” y al bajar las escaleras vigilan sus mochilas como si les fueran a robar. O cuando entra al mercado y le siguen porque piensan que va a cometer un robo, según su testimonio. En el transporte público, dice, le piden la documentación solo a él. Jiménez se dio cuenta rápidamente de esos comportamientos pero fue consciente de que había “algo mal” en la sociedad española cuando le empezaron a llamar “persona de color” y comenzó a sufrir otros comentarios más graves.

El activista antirracista Yeison F. García López considera que en España existe un racismo sistémico que se da desde hace siglos a través de “procesos de racialización”. “Solo hay que caminar por las calles de Lavapiés, con la Policía presente constantemente, en (la estación de) Metro o de Renfe de Embajadores, donde hay agentes secretos que paran a personas racializadas”, denuncia.

En el informe del CEDRE, elaborado por el equipo investigador de Red2Red, la discriminación en el trato policial se situó en el 19%, una disminución respecto al anterior, y afectaba principalmente a las personas africanas: “Las experiencias se traducen principalmente en situaciones de inspección y control de parte de la Policía”.

Tres de cada 10 dicen haber sufrido discriminación

Para el estudio del Consejo para la Eliminación de la Discriminación Racial o Étnica se hicieron 1.624 encuestas en todas las Comunidades Autónomas españolas, a personas integrantes de ocho grupos de población que van desde los afrodescendientes a la población magrebí y gitana, pasando por entrevistados asiáticos y latinoamericanos. El fin fue analizar la evolución de la discriminación desde la percepción subjetiva de las posibles víctimas.

El estudio constató un repunte respecto al anterior de lo que denominan la “discriminación espontánea percibida”, es decir, las personas que señalan haber sufrido o haber sido testigo de situaciones discriminatorias en el último año. Tres de cada 10 encuestados indicaban haber sufrido discriminación.

Entre otros datos, el informe refleja que los grupos que manifiestan una mayor percepción de discriminación son las personas de África “no mediterránea” y gitanas, y los motivos principales por los que explican las conductas que sufren son los rasgos físicos y el color de piel.

Iba a ser una tarde de compras cualquiera, recordaba Manuela Vega el pasado enero al denunciar la situación “humillante” que se encontraron ella y cuatro jóvenes gitanas más al entrar en una tienda en Bilbao: “Entramos tranquilamente a mirar y en seguida notamos una presencia. Un varón empezó a seguirnos de un pasillo a otro de una manera descarada y acosadora. Le preguntamos si sucedía algo y empezó a reírse sin motivo con prepotencia y aires de superioridad y seguido nos dijo 'os ha tocado'. Le preguntamos si era por ser mujeres gitanas y nos confesó que sí”. Después de que el dependiente les confesara que no se fiaba de ellas porque eran gitanas y “ya había sido víctima de un robo realizado por mujeres gitanas”, el resto de las dependientas las rodearon y les dijeron que estaban “montando un circo” por mostrarse indignadas.

De la búsqueda de piso a las aulas

Según el informe del CEDRE, uno de los ámbitos en los que las personas perciben mayor discriminación por su origen étnico es el del acceso a la vivienda (31%), el doble en relación con los datos de 2013 (16%). Fue la más alta entre todos los ámbitos analizados en la investigación, y “se origina, por un lado, en las inmobiliarias y agencias de vivienda, y por otro, por parte de las comunidades de vecinos”. De acuerdo con el estudio, las poblaciones más discriminadas en el campo de la vivienda son la africana no mediterránea, la magrebí y la gitana.

Said se llama Said, pero para intentar alquilar un piso tuvo que decir por teléfono que se llamaba José. Los portazos eran constantes mientras buscaba vivienda en Madrid. “Me pasó como a la mayoría de los extranjeros: cuando se te ve la cara o escuchan tu acento, te rechazan o te piden más garantías que al resto. Cuando estuve buscando, no encontré nada”, explicó este hombre de origen marroquí a elDiario.es en 2018, cuando ya llevaba 13 años viviendo en España con permiso de residencia.

“Cuando te preguntan cómo te llamas, a veces he tenido que mentir para que me dejaran alquilar. Pero después, cuando te ven, te ponen pegas: 'Ya lo tengo apalabrado con otro', 'lo voy a consultar con mi pareja', 'mira, lo siento, que ya lo tengo alquilado', te piden un DNI aunque tengas NIE o te ponen un precio excesivo que saben que no puedes pagar”, dijo Said. “Yo les enseño que tengo formación y experiencia, pero te miran como si les fueras a destrozar el piso o no les fueras a pagar. No te lo dicen directamente nunca, pero se intuye”.

A ello se suma la discriminación en el ámbito educativo, que se incrementó también del 13% de 2013 al 20% en 2020, según el citado estudio. Esto se traduce principalmente en situaciones de “burlas, insultos y acoso de otros estudiantes, así como la exclusión de juegos y actividades”.

“En clase, en cuanto hablábamos de la esclavitud o sobre la historia negra, siempre estaba el típico que iba de gracioso que me miraba, se reía o hacía algún comentario; no solo conmigo, sino refiriéndose a mis padres y a mi familia con toda la confianza del mundo. Y no hace ninguna gracia”, dice Brandy. Yeison F. García López explica que se dio cuenta cuenta de cómo se manifiesta el racismo en España cuando entró en la Universidad. “Era la única persona negra en un aula de 40 personas y casi la única de la Facultad, en la primera clase tuve un encontronazo racista con un profesor”.

La hija de Sandra, una niña racializada, fue víctima de vejaciones y de insultos racistas, como “tiene la piel de color mierda” o “negra de mierda”, durante al menos dos cursos; pero el colegio no detectó el bullying, a pesar de las reiteradas quejas de la madre. La víctima creía que era la culpable, según Sandra, que también contó el pasado febrero a elDiario.es que su hija “rechaza su color” y “su pelo”, porque “le decían que tenía pelo asqueroso y color de mierda”. La Justicia confirmó que la menor sufrió acoso durante el curso escolar 2016/17 y 2017/18 por parte de otros alumnos del centro, condenado a pagar 10.000 euros por las “deficiencias” en el protocolo de acoso.

Clientes que quieren ser “atendidos por españoles”

El estudio también arroja datos sobre la discriminación laboral, que se situó en el 26% en 2020. El 7% de las personas entrevistadas indicaba que no le habían escuchado al ir a buscar empleo, o le habían rechazado durante una entrevista debido a su origen étnico o “racial”. También denuncian situaciones frecuentes respecto a la discriminación en las condiciones laborales, como tener los peores horarios y los trabajos más duros, cobrar menos que otras personas que realizan el mismo trabajo o la negación a hacer un contrato de trabajo.

Además, un 6,8% aseguraba que había sentido un mayor control y vigilancia que las demás personas de su trabajo, un 5% decía que ha sido insultada o humillada, o ha tenido discusiones con pares o con las jefaturas, mientras que otro 5% indica que ha sufrido malos tratos por parte de clientes o proveedores.

Los comentarios racistas y xenófobos eran frecuentes durante los años que Hanan Boutkabout pasó trabajando como camarera en un bar en la Plaza Mayor de Madrid. “Una señora, clienta mía, antes pedía expresamente que la atendiese yo. Hasta que, charlando, surgió contarle que soy marroquí y se lió”, contó a elDiario.es en 2019. “¿Ah que no eres española?”, le contestó. “Me dijo que ella no habla con extranjeras, que le parece que las mujeres vienen a robar a los maridos y las contratan en todos los sitios, porque somos facilonas”. “Hay clientes que no molestan, pero le dicen al encargado que quiere ser atendido por un español. Tenemos a un cliente, que viene con su mujer, que lo único que pedía era eso”, rememoraba la camarera, que llevaba entonces 25 años residiendo en España. 

No importa que Justo Salas lleve varias décadas encima de los escenarios: hay papeles a los que, simplemente, no ha tenido acceso, según explicó este actor cubano hace unos años a elDiario.es. “Es algo tácito. Da igual que seas buen actor porque para un médico no van a querer un perfil latino. Cuando hay un delincuente, un narcotraficante o un camarero empiezan los papeles para extranjeros”.

“¿Y tú cómo estás con un moreno?”

Otro aspecto que evidenciaba el informe del CEDRE es que muchas personas “sufren de discriminaciones múltiples, y en algunas ocasiones, lo que se ha llamado discriminación interseccional, donde se entremezclan estereotipos específicos sobre ciertos grupos étnicos con características personales como el sexo, el nivel educativo y el nivel de ingresos”. Pone como ejemplo, entre otras cosas, los discursos asociados a la sexualización de las mujeres racializadas.

Ni un espacio íntimo como las relaciones amorosas y afectivas está exento de comentarios y actitudes racistas. Cuando África Ndong, una mujer negra, acompaña a su marido Salva, un hombre blanco, muchas reacciones con las que se topa vienen cargadas de comentarios del tipo “seguro que es una puta que ha contratado”, según contó a este medio en 2019. “¿Y tú cómo estás con un moreno?”, solía preguntarle a Lucie un hombre con el que se cruzaba frecuentementmente. Se refería a John, su pareja, que era negro.

“Ay, nunca he probado [a un] chino”, le dijo una persona al cantante e influencer Chenta Tsai, según explicó a elDiario.es. “La comunidad LGTBIQA es extremadamente racista y no lo ve, como cuando ponen en Grindr 'no busco chinos”. Su nombre artístico es Putochinomaricón, una forma de “neutralizar” un insulto que recibía habitualmente de pequeño. “Me llamaban así en el colegio, el que me hacía bullying”. 

Manar Al Hariri, una joven egipcia casada con un español, asegura que no ha sufrido racismo institucional y considera que “España no es un país racista”. “Hay racismo por parte de personas particulares, pero a nivel administrativo no”. Reconoce que el racismo “puede manifestarse con la mirada de alguien en el transporte público o en el deporte, como el caso del futbolista brasileño”. “Pero a mí personalmente no me ha pasado nada grave”, dice.

El estudio del Consejo para la Eliminación de la Discriminación Racial o Étnica de 2020 reflejaba un incremento del 3% a 27% la proporción de personas para las que la discriminación no acarrea consecuencias, o no son capaces de identificarlas. “Muchas de las actitudes discriminatorias son de compleja detección, y en ocasiones existe un proceso de normalización. La discriminación en el empleo acarrea mayores consecuencias relacionadas con efectos psicológicos, sentimientos de rechazo hacia la sociedad, y aislamiento”.

El historiador Antumi Toasijé, que preside del Consejo para la Eliminación de la Discriminación Racial o Étnica, cree que las conclusiones que arrojó aquel informe “son muy directas y nos hablan del grado de exclusión existente en España, a causa de las diferentes formas de racismo insertas en la sociedad entre las cuales el racismo institucional es la más insidiosa de todas”, según escribió en la publicación. “Lo anterior se sustenta en una grave invisibilización, falta de representación y un efecto barrera en la promoción laboral social y en el pleno disfrute de derechos”.

A su juicio, esas barreras y esas exclusiones son históricas y persistentes. “Se hace necesario reconocer la larga duración del fenómeno en España y, en un marco general, su vinculación con la modernidad, con el esclavismo y el colonialismo”.

En un tuit reciente, Toasijé ha sido tajante: “Hechos notorios y visibles como las agresiones a Vinícius son la punta del iceberg del racismo estructural”.

Reportaje elaborado con información de Gabriela Sánchez, Víctor Ibáñez, Paula del Toro, Francesca Cicardi, Icíar Gutiérrez y Marina Velasco

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