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Libros precintados y cambiados de estantería, estigma y miedo: qué efecto ha tenido la ley anti-LGTBI en Hungría

Una librería envuelve en plástico libros sobre homosexualidad en cumplimiento de la legislación húngara sobre LGTB.

Desalambre

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Cuando Hungría aprobó la polémica ley de propaganda anti-LGTBI en 2021, la escritora Dóra Papp se sintió pronto en el punto de mira: en varios de sus libros aparecen personajes secundarios homosexuales, bisexuales y pansexuales. El mayor distribuidor editorial del país tuvo que recategorizar tres libros de la novelista que en un principio se comercializaban como literatura juvenil: pasaron a la categoría de literatura de entretenimiento para adultos.

Según explica Papp, desde que la ley vio la luz, ha recibido amenazas en las redes sociales de forma nunca vista antes. Una persona le dijo que le escupiría durante una firma de libros. “Esto me ha dejado tocada. Después de tantos años asistiendo a firmas de libros en las que me encantaba conocer a los lectores, de pronto el miedo se instaló en mí, porque no sabía hasta qué punto tomarme en serio la amenaza”, dice en un testimonio recogido por Amnistía Internacional. La novelista remarca que la ley ha tenido un efecto intimidatorio en los nuevos escritores. “Me han hablado del miedo que tienen y de que, o bien no se atreven a terminar el libro en el que están trabajando, o bien temen publicar sus obras en Hungría”.

Un nuevo informe de Amnistía Internacional ahonda en la “profunda repercusión” de los efectos de la legislación –que limita la representación de las personas LGTBI en los centros educativos y en los medios de comunicación–, en la población perteneciente a este colectivo, “afianzando los estereotipos negativos y las actitudes discriminatorias y restringiendo el derecho a la libertad de expresión”. La ley, que salió adelante con los votos del partido gobernante Fidesz, del ultranacionalista Viktor Orbán, ha tenido en estos tres años un “efecto intimidatorio generalizado” en los medios de comunicación, la publicidad y la industria editorial “cuyas consecuencias han percibido ampliamente los grupos y las personas LGTBI+”, según el documento.

La ONG especializada denuncia un “ambiente de temor” y subraya que el miedo a las sanciones ha tenido un efecto intimidatorio que está frenando a la ciudadanía a la hora de impartir, buscar y recibir información sobre orientación sexual e identidad de género.

El acceso a información esencial y a otros contenidos relacionados con temas LGTBI es ahora más difícil, en especial para los más pequeños. Redactada de manera imprecisa, la legislación prohíbe “representar y promocionar” las “identidades de género y orientaciones sexuales diversas” en la educación pública, los medios o la publicidad, lo que genera miedo entre quienes trabajan en estos sectores, según la ONG. “Muchas personas y organizaciones han dejado de participar en el debate público y de difundir información sobre estas cuestiones por temor a procedimientos judiciales y a posibles campañas de desprestigio en los medios de comunicación afines al gobierno”.

Libros precintados y películas solo de noche

Como resultado, algunos medios de comunicación y librerías del país “se autocensuran con el fin de evitar sanciones penales”. La organización explica que aunque al principio la ley no se aplicó de forma generalizada, esto cambió a comienzos del año pasado, “cuando las autoridades empezaron a abrir cada vez más procedimientos judiciales contra librerías que vendían libros con personajes LGTBI”.

“Se podría incluir una advertencia en todos los libros infantiles que dijera que solo van dirigidos a los padres y todo seguiría igual. Pero, estos libros tienen que ir también cubiertos de una película de plástico y no se pueden vender cerca de los centros educativos. Por tanto, incluso las librerías y editoriales que respetan esta ley se quedan en un limbo y se enfrentan a sanciones”, explica Krisztián Nyáry, autor y director creativo de Líra Ltd. Como él, trabajadores del sector entrevistados para el informe expresan su preocupación por la forma en que las autoridades están interpretando la ley y la incertidumbre a la hora de cambiar su actividad comercial para evitar multas.

Otra consecuencia es que los programas de televisión y películas en los que aparecen personajes LGTBI solo se pueden emitir pasadas las 21:00 horas de la noche, indica Amnistía Internacional. “Como consecuencia, quienes dirigen estos medios han tenido que adaptar su programación y contenido en streaming para evitar posibles sanciones”, explica la entidad.

“Esta ley es inaceptable y discriminatoria y creo que en realidad ha introducido la censura —un nuevo tipo de censura— en los medios de comunicación”, dice Péter Kolosi, jefe de contenidos de la cadena comercial televisiva RTL. Su canal ha trasladado la hora de emisión de ciertos programas a franjas horarias más tardías y ni siquiera se plantea emitir cierto tipo de contenidos. Según explica, quienes redactan los guiones y dirigen los programas han tenido que hacer cambios en su trabajo para garantizar que cumplían la ley.

La legislación se ha traducido en acciones judiciales contra algunos proveedores de contenido y libreros, prosigue la ONG. “Una cadena de librerías tuvo que pagar multas por tener en la sección infantil libros acordes a cada edad en los que aparecían parejas del mismo sexo y se multó a otra librería por exponer un libro en el que figuraba un personaje transgénero sin indicar que era un ejemplar para personas adultas”. Escritores como Dóra Papp han tenido que reclasificar sus obras de literatura juvenil y ofrecerlas en la categoría de adultos.

“Esta ley no tiene cabida en Hungría”

Amnistía Internacional concluye que la ley restringe de forma indebida el derecho de las personas a la libertad de expresión de un modo que ni está previsto en la legislación ni es necesario o proporcionado. “No tiene ningún objetivo legítimo y, por tanto, es incompatible con el derecho y las normas internacionales de derechos humanos”, dice la ONG.

“En el último decenio, el Gobierno húngaro y los medios de comunicación respaldados por el Estado han llevado a cabo una campaña contra los derechos de la población LGTBI utilizando una retórica centrada en estigmatizarla y señalando a quienes en la sociedad civil defienden la igualdad”, dice Eszter Mihály, responsable del área LGTBI de Amnistía Internacional Hungría.

Mihály sostiene que la ‘ley de propaganda’ es “ilegal y ha tenido repercusiones negativas de gran alcance sobre el derecho a la libertad de expresión de las personas mediante restricciones generalizadas en los medios de comunicación, la publicidad y las industrias editoriales, entre otros”. “Esta ley no tiene cabida en Hungría y está fomentando el aumento de la estigmatización y los estereotipos negativos de las personas LGTBI. Debe ser derogada de inmediato y deben tomarse medidas para reparar el daño que ha causado”.

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