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Nueve compañeros de la niña de Mali fallecida en Canarias murieron en el mar, tres de ellos menores

magen de la noche del 16 de marzo en el muelle de Arguineguín (Gran Canaria) a la llegada del buque de Salvamento Marítimo Salvamar Macondo con los 53 supervivientes de una patera.

José María Rodríguez (EFE)

9 de abril de 2021 12:28 h

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Nueve compañeros de patera de la niña de Mali que murió en un hospital de Las Palmas de Gran Canaria tras pasar cinco días en cuidados intensivos con una deshidratación severa perecieron en el océano, entre ellos tres menores, según han relatado los supervivientes de la travesía.

Será un juez el que determine si una de esas muertes no se cataloga solo como homicidio por imprudencia sino como asesinato, pues hay testigos que aseguran que uno de los patrones arrancó de los brazos de su madre a un niño que había estado muy débil y lo arrojó por la borda. La madre sostiene que aún estaba vivo.

El Juzgado número 3 de San Bartolomé de Tirajana ha ordenado prisión provisional por varios homicidios y un delito de favorecimiento de inmigración irregular para un ciudadano senegalés y otro gambiano, los dos presuntos patrones de esa patera, cuya historia ha reconstruido Efe a través de dos fuentes policiales y fiscales conocedoras de las declaraciones de los supervivientes.

El relato trasladado a la Brigada de Extranjería por los protagonistas de ese dramático rescate comienza a explicar por qué Salvamento Marítimo los recogió casi desfallecidos -de hecho 13 acabaron en el hospital- cuando habían sido socorridos en su cuarto día en el mar, un tiempo que está dentro del rango de lo que tarda normalmente una barquilla en llegar a Gran Canaria desde Dajla (Sahara), su punto de partida, a 450 kilómetros.

La imagen de una pequeña de apenas dos años siendo reanimada por dos enfermeros de la Cruz Roja sobre el cemento del muelle de Arguineguín tras ser desembarcada a la carrera por un marinero de la Salvamar Macondo resume bien la situación que se vivió la noche del pasado 16 de marzo. A los sanitarios que los atendieron en el muelle de Arguineguín les extrañó mucho el alto grado de deshidratación y agotamiento que presentaban para una travesía supuestamente “normal” en duración, como también les llamó la atención que varios niños relataran, antes de ser evacuados al Hospital Materno Infantil, que algunas personas habían muerto a bordo de la patera y habían sido arrojadas al mar, algo de lo que esa noche no hablaba ningún adulto.

Los supervivientes han contado a la Policía que el agua y la comida se les terminaron al tercer día de travesía y muchos comenzaron a beber agua del mar, lo que empeoró su situación. Para entonces, la mayoría ya estaba débil porque el grupo había sido llevado antes por quienes fletaban la patera a un punto de la costa donde los tuvieron escondidos de cuatro a siete días -las versiones difieren en ese punto-, hasta que les permitieron embarcar.

Como pasó con otra patera rescatada el 15 de enero -la barca en la que murió y fue arrojado por la borda el niño Alhassane en presencia de su madre y su hermana melliza-, esos días en la costa fueron claves para lo que ocurrió después, porque los inmigrantes solo llevaban víveres para el tiempo que esperaban pasar en el mar. Habían pagado de 1.500 a 2.500 euros cada uno por un hueco en la patera.

Conforme el agua se fue agotando, fueron muriendo. Los supervivientes aseguran que salieron de Dajla 63 personas, pero llegaron 53: 29 mujeres, 14 hombres y 10 niños (incluida la menor que falleció en el Hospital Materno Infantil de Gran Canaria).

De hecho, según sus declaraciones, cuando el radar del SIVE los detectó apenas 15 kilómetros de la costa de Maspalomas y salió en su ayuda la Salvamar Macondo, ya habían perecido seis adultos y tres menores, entre ellos un niño de unos 2 años.

A partir de esos testimonios y los indicios recabados por la Policía, la Fiscalía considera que por ahora cabe imputar a los patrones al menos cinco homicidios por imprudencia, sin contar la muerte del niño arrojado al mar, en cuyo final -de confirmarse- vería un asesinato. Y cree que puede darse por probado que al menos otras dos personas se suicidaron saltando al océano, desesperadas.

¿Un asesinato a bordo?

El relato sobre el pequeño del que cuidaban su madre y otra mujer fue terrible. Compañeros suyos de patera han contado a la Policía que lo pasó muy mal casi desde que se hicieron al mar, que no paraba de llorar y que su llanto irritó a uno de los patrones, que amenazó a la madre y llegó a taparle la cabeza con un cubo para no oírle.

Llegó un momento en que el pequeño estaba tan débil que ya ni gemía. La dos mujeres que cuidaban de él suplicaron a los patrones que le dieran algo de agua, pero en ese momento uno de ellos reaccionó violentamente: arrancó al pequeño de los brazos de su madre y lo lanzó al océano, han relatado los testigos.

Corresponderá al juez de San Bartolomé de Tirajana que instruye el caso determinar si esos hechos constituyen un homicidio alevoso (cometido contra alguien indefenso). En ese caso, los cargos por esa muerte podrían elevarse desde homicidio imprudente a asesinato.

Los datos de esta patera casi concuerdan con un aviso emitido el 15 de marzo por el colectivo Caminando Fronteras tras recibir varias llamadas de los familiares que se embarcaron en ella. Esa ONG española, que trabaja desde Marruecos, reportó que el sábado 13 de marzo, a las tres de la madrugada, había salido una patera de Dajla con 64 personas, entre ellas 35 mujeres y unos 15 menores.

La mayoría de la gente se sigue refiriendo a esa barca como la “patera de Nabody” porque ese fue el nombre que, por error de una de las personas que auxilió a la niña, varios medios (Efe entre ellos) dieron durante días a la pequeña reanimada en el muelle y luego fallecida en la UCI. Pero sí que era la patera de Nabody porque había otra niña llamada así a bordo que pasó las mismas penurias y terminó en un hospital.

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