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Una radio hecha desde dentro de los CIE daneses: “Cuando vives en un centro de deportación, tu voz no se escucha”

Uno de los migrantes que forman parte del proyecto documenta la situación de uno de los campos.

Elena Cabrera

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Cuando le preguntaron a Hans Wolff por lo que había visto en los centros de internamiento para extranjeros de Dinamarca, admitió estar en shock. “En un país altamente desarrollado como Dinamarca, donde usted, con razón, está orgulloso de los altos estándares de derechos humanos, es impactante encontrar condiciones tan terribles, y uno podría cuestionar la capacidad pero también la voluntad de Dinamarca para hacerlo tan mal”, explicó en una entrevista con la televisión pública danesa .

Wolff dirigió el grupo del Comité para la Prevención de la Tortura del Consejo Europeo que visitó los centros de Ellebæk y Nykøbing Falster el pasado mes de abril, cuyo informe se hecho público en enero. Encontró “inaceptables condiciones de vida” en estos dos lugares donde se les aplica “normas carcelarias” a los inmigrantes allí detenidos. El Comité le ha dado al Gobierno danés tres meses para cerrar estas instalaciones. Lo que está sucediendo en esos campos es cada día más opaco y, por eso, es desde allí desde donde The Bridge Radio quiere hacer sus reportajes sonoros.

Los centros de Ellebæk y Sandholm comparten instalaciones: un antiguo cuartel militar. Pero en Sandholm hay libertad para entrar y salir con la debida autorización. Para poder grabar un podcast desde este centro de detención en 2016, varios miembros del colectivo pidieron permiso para visitar a dos amigos. Entraron con una grabadora. Describieron el lugar a partir de su arquitectura de la exclusión: su configuración como un cuartel, la valla que rodea todo el perímetro y las cámaras que les vigilan.

“Controlan todo, para saber qué está pasando exactamente”, dice uno de los locutores. “Cuando vine aquí me dijeron que Sandholm era un centro de recepción para refugiados, pero después comprendí que era una prisión abierta”, añade en la grabación.

Grabaciones clandestinas, reporterismo y arte sonoro

Una vez en Sandholm, los solicitantes de asilo permanecen un tiempo hasta que reciben un destino o bien una orden de expulsión, por la que comúnmente son llevados al cercano centro de deportación Sjaelsmark. The Bridge Radio cubrió intensamente las protestas que se originaron en torno a este centro en 2018, en especial por las condiciones de los menores allí. Dos años antes, habían grabado una particular pieza de casi dos horas , a medio camino entre la documentación y el arte sonoro, en el que registraban el sonido de un objeto en movimiento golpeando la valla perimetral de Sjaelsmark.

The Bridge Radio siempre ha sido un proyecto colectivo de radio realizado por personas migrantes y solicitantes de asilo, en el que abordaban temas diversos, como los problemas laborales, las comunidades, las redes de apoyo, los viajes o las fronteras.

Pero la situación con los campos de refugiados y centros de detención se ha agravado tanto, que han decidido fijar su atención en un único asunto: “Ahora nos enfocamos más en las fronteras, debido a la decisión del gobierno de deportar a más gente. Estos días nos estamos centrando en el campo de deportación de Sjaelsmark. Nuestra radio se está centrando en estas luchas, para que no se deporte a personas que quieren quedarse en Dinamarca”, explica Barly Tshibanda Tondoy, miembro del colectivo,

Siguiendo el criterio que ha guiado a The Bridge Radio en estos años, ese trabajo de reporterismo desde dentro de los campos –en podcast y, a veces, en directo– deben hacerlo personas que viven dentro de ellos, aunque las siete que forman el colectivo les ayuden o acompañen. “Creemos que la gente que está viviendo las deportaciones cada día son las que deben hacer la cobertura de ello. Estamos trabajando dentro del campo y haciendo talleres sobre cómo hacer radio y cómo usar la grabadora. Ahora mismo no pueden hacer los podcast pero estamos buscando una manera para que lo consigan”, explica Barly.

Las grabaciones que hacen dentro de los centros las realizan con el consentimiento de las autoridades de estos. Pero también han grabado, de manera clandestina, durante el proceso de deportación. Dos días antes de la realización de esta entrevista, habían recibido un nuevo audio desde Sjaelsmark, que está en proceso de edición.

“La situación en Sjaelsmark es peor que hace un año. El Gobierno ha decidido que hay personas en el campo que no se pueden marchar, como las personas que vienen de Afganistán, por la falta de acuerdo entre los países, lo que hace que para Dinamarca sea más complicado deportar”, explica Barly sobre el limbo de indeportables, que llevó a Dinamarca a abrir un siniestro centro como el de Lindholm, una isla mínima y aislada en el sur de Dinamarca.

“Es posible que sacaran la inspiración de los campos offshore de Australia. Es un lugar para forzar a que se vayan de Dinamarca por ellos mismos. No se puede vivir allí, creo que hay unas cinco personas y es un lugar donde experimentaban con animales enfermos”, explica Barly.

“Cuando vives en el campo, tu voz no se escucha”

Otro de los centros de interés para The Bridge Radio ha sido Avnstrup, un hospital a 20 kilómetros de Roskilde que ha sido utilizado durante muchos años como centro de acogida para refugiados pero que recientemente ha entrado a formar parte del sistema de la deportación, reconvertido en un centro de tránsito. A él llegan peticionarios cuyo asilo ha sido rechazado y se les derivará a un campo o a otro según su nivel de colaboración.

En diciembre de 2017, la anterior ministra de Inmigración, Inger Støjberg, del partido conservador-liberal Venstre, anunció que este centro sería un lugar de “seguimiento de los solicitantes de asilo rechazados” donde “las condiciones para ellos son más duras de lo que están acostumbrados”. “Si el solicitante de asilo rechazado no viaja a casa, debe tener consecuencias de inmediato”, dijo Støjberg. “Enviamos una señal clara de que no se gana nada al tratar de extender el tiempo” y “ponemos todo nuestro esfuerzo en enviarlos a casa a toda prisa para que podamos concentrarnos en aquellos que tienen una verdadera necesidad de protección”, añadió.

Avnstrup es un lugar más abierto que Sjaelsmark, o por supuesto que Ellebæk, desde el que The Bridge Radio pudo trabajar en el pasado mes de agosto sin demasiados problemas. “Aunque Avnstrup es un campo donde hay cierta actividad, es un poco complicado salir y entrar de él”, aclara el activista de origen congoleño. Los internos del campo que participaron en el programa relataron cómo les habían endurecido sutilmente las condiciones allí, como por ejemplo con la retirada de las cocinas propias, o las explicaciones “poco claras” sobre en qué consiste la mencionada colaboración con la Policía.

Dinamarca se ha puesto bajo el foco por sus políticas antinmigratorias, las cuales no han mejorado con el giro socialdemócrata de su nuevo Gobierno , ya que la primera ministra pactó la agenda migratoria con el bloque de la derecha . Además de las deplorables condiciones de los campos o denegar el asilo a ciudadanos sirios con la intención de devolverlos a Damasco alegando que ya es un lugar seguro, la estrategia principal del anterior Gobierno conservador y de este, es la de convertir los centros de estancia temporal para peticionarios de asilo en centros de deportación.

Por ahora, The Bridge Radio emite bajo el radar de las autoridades, grabando podcast o haciendo emisiones en vivo. Forma parte de una red creciente de medios activistas creados por personas migrantes, que se reunirán en la segunda conferencia Migration and Media Awareness, organizada por la Refugees Radio Network en Hamburgo (Alemania) el próximo mes de noviembre.

“Hay algunos políticos que saben lo que estamos haciendo, pero nuestra radio no es muy grande ni tiene un gran impacto en la sociedad como para estar bajo el foco. En cambio, sí tiene gran impacto en la gente que vive en los campos. Creo que, más que nosotros, la gente que vive en los campos y nos escucha hará sentir al Gobierno incómodo”, opina Barly. “La radio es una plataforma para hacer que sus voces suenen más fuerte. Porque cuando vives en el campo, tu voz no se escucha. La idea, por supuesto, es hacer que los políticos se sientan incómodos”, concluye.

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