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Sobre este blog

Me dedico al periodismo, la comunicación y a escribir libros como “Exceso de equipaje” (Debate, 2018), ensayo sobre el turismo que se desborda; “Biciosos” (Debate, 2014), sobre bicis y ciudades; y “La opción B” (Temás de Hoy 2012), novela... Aquí hablo sobre asuntos urbanos.

Como en España no se come en ningún sitio pero la caspa en materia de movilidad no nos la quita nadie

Resumen visual de la lista de las 20 ciudades más amigables para la bici de Copenhagenize

Pedro Bravo

Semana de listas. Gracias a una de ellas, los que pitan el himno y los que denuncian la pitada se encuentran en el orgullo de volver a tener un garito en lo alto de la lista de los 50 mejores restaurantes del mundo. España saca pecho y barriga por el Celler de Can Roca y también por Mugaritz, Quique Dacosta, Etxebarri y los demás que lucen en la ahora prestigiosa lista de la revista Restaurant. Eso sí, España, que nunca se sacia si se trata de zampar, se queja de que no haya más y más arriba, porque como se come aquí no se come en ningún sitio. En eso estamos todos de acuerdo.

Al mismo tiempo, y sin que nadie haga mucho caso, sale otra lista también de prestigio reciente. La de las ciudades más amigables para la bici que elabora la consultora danesa Copenhagenize. Hay que decir que las dos listas tienen cosas en común más allá de la fama cercana: las dos son tal para cual en cuanto a opacidad en sus criterios de selección y calificación y tan subjetivas como una expulsión del jurado de Masterchef. Hay que decir, además, que quizá en el caso de la lista de las ciudades y las bicis la subjetividad sea menos entendible porque en esto sí hay criterios de medición objetivos para analizar la movilidad de un lugar y su progreso a lo largo de los años. Pero Mikael Colville-Andersen, el responsable de la misma, tiene su librillo y no hay más que hablar. O sí.

En su librillo está devolverse, sin mucho rubor, el primer puesto. Bueno, no a él pero sí a Copenhague, la ciudad que le sirve de marca. En su librillo está, por ejemplo, meter Buenos Aires como la aparición más brillante y olvidarse de Rosario, que quizá le lleve unas ruedas de ventaja a la capital argentina. La lista, en cualquier caso, es tan discutible como la de los 50 restaurantes pero, y esto sí se puede considerar como un hecho, retrata bastante bien las miserias y el retraso de España en materia de movilidad sostenible. De hecho, uno diría que es tirando a generosa con lo nuestro.

Sólo aparecen dos ciudades de aquí, y las dos repiten: Sevilla y Barcelona en el décimo y undécimo puesto. Podríamos discutir horas sobre si tenían que ser ellas o Vitoria, San Sebastián o Zaragoza. O sobre si Sevilla ha dado motivos para bajar del cuarto puesto o Barcelona para subir del decimoséptimo. Pero lo que no parece muy debatible es el estado general de la cuestión en España. Mal.

Y es mal, ente otras cosas, porque la mayoría de legisladores y gobernantes no se termina de pispar de que la modernidad va en bici. Y caminando y en transporte público. Pero no en coche.

Basta fijarse en la penúltima ocurrencia de la DGT, que en realidad son tres en una. Empezó la cosa con una encuesta con preguntas tan sospechosas como: “¿Considera que los ciclistas deberían gozar de una mayor formación vial?”. Siguió con un encuentro en Salamanca que fue un desencuentro desde el momento en que se negaron a asistir, entre otros, la Asociación de Ciclistas Profesionales (AFP) y ConBici, que agrupa a 57 asociaciones ciclistas del país, en protesta por dicha encuesta. Y ha culminado con otro globo sonda lanzado a la opinión pública en forma de noticia. Otra vez se sugiere la exigencia de que las bicis tengan permiso de circulación (¿?), matrícula y unas cuantas cosas más.

No están mal los logros de estos últimos días para un organismo que, en tres años, no ha sido capaz de que se apruebe su flamante nuevo reglamento, ése que no ha gustado ni al corrector de Word. No está mal pero está fatal porque demuestra que, en esto de la movilidad sostenible, la sociedad va por un lado (para adelante) y las fuerzas vivas para otro (para atrás).

Y hablo de las fuerzas vivas porque me estoy acordando también de los medios de comunicación, tan a lo suyo siempre pero nunca a lo nuestro. Como el ABC, que esta semana también se ha lucido al calificar de “disparatada” la propuesta de Manuela Carmena y Ahora Madrid de pacificar el tráfico, crear más zonas 30 km/h y más Áreas de Prioridad Residencial sin darse cuenta de que son medidas adoptadas previamente por su Botella y de que, en cualquier caso, están instaurándose en todas las ciudades que funcionan mejor que las nuestras.

En fin, que España va como de costumbre. Hablamos mucho de gastronomía y nos perdemos en debates sobre lo bonito y lo feo que es pitar una marcha militar pero hasta que no nos quitemos la caspa de encima, vamos a seguir viviendo en ciudades y sociedades del siglo XX. Y creo que ya hemos cambiado la hora, ¿no?

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Me dedico al periodismo, la comunicación y a escribir libros como “Exceso de equipaje” (Debate, 2018), ensayo sobre el turismo que se desborda; “Biciosos” (Debate, 2014), sobre bicis y ciudades; y “La opción B” (Temás de Hoy 2012), novela... Aquí hablo sobre asuntos urbanos.

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