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Sobre este blog

¿Ricos más ricos y pobres más pobres? Nuestra sociedad está llena de brechas que incrementan las diferencias entre unos y otros. (Des)igualdad es un canal de información sobre la desigualdad. Un espacio colectivo de reflexión, análisis y testimonio directo sobre sus causas, soluciones y cómo se manifiesta en la vida de las personas. Escriben Teresa Cavero y Jaime Atienza, entre otros. 

Lograr ser refugiados, dejar de ser refugiados

Abdelghewi Ala Salmo. Huyó de Hasaka en el 2012 con su familia. Trabajaba de taxista. Ahora trabaja esporádicamente como repartidor de materiales y vive en una vivienda de madera y plástico en el asentamiento de refugiados sirios en la ciudad de Chekka al norte de Líbano.

Francesc Mateu / Francesc Mateu, coordinador de acción por los refugiados en Oxfam Intermón

@frmat —

Aunque el invierno no está siendo muy crudo todavía, a 900 m. de altura por las noches hace frío. Y más si solo te protege una manta y un plástico blanco con las letras UNHCR (ACNUR). El que cubre la tienda donde duermen desde que llegaron aquí, hace dos o tres años. Eran agricultores, venían huyendo de la guerra, de Siria, dejando atrás casa, tierras y ganado. Se fueron sin nada. El miedo no les permitió organizar la huida.

Se establecieron en el Líbano, en el fértil Valle de Bekaa, justo detrás de las montañas que marcan la frontera. Algunos ya conocían el valle y el camino, porque habían trabajado como temporeros allí cada año. Están tan cerca que por la noche oyen el ruido de los bombardeos en su país.

Dentro de la tienda, los once miembros de la familia duermen directamente sobre unas esteras que los separan del suelo, tapados con unas mantas. En su interior no hay casi nada. Una pequeña estufa de leña que todavía no encienden porque todavía pueden soportar el frío. Cuando llegue la nieve será más necesaria y tienen muy poca leña. También sorprendentemente en algunas hay un televisor que se enciende a la hora de las noticias para saber qué ocurre en su país. Es su conexión a la realidad de Siria. Aunque con poca cosa, el interior de todas las tiendas está impecablemente limpio y arreglado.

Viven en el Líbano sin ser reconocidos como refugiados. Líbano no firmó la convención de Ginebra y no reconoce los refugiados a pesar de que tiene en su territorio un millón de personas que han huido de la guerra: un refugiado por cada cuatro libaneses. Y como no están reconocidos, no hay campos de refugiados. Viven diseminados por el valle, agrupados por familias o poblaciones de origen. Tienen que pagar alquiler por el espacio donde plantan la tienda. Y no es barato.

Las ONG les ha provisto de agua y letrinas. ACNUR les da 27 dólares por persona y mes para ayudar con los gastos. Pero el coste de la vida sólo es un poco más bajo que en nuestro país: los números no salen.

¿Qué pueden hacer para sobrevivir en esta situación? Como no están reconocidos no pueden trabajar legalmente, excepto el mes de permiso que tienen como temporeros, como antes de la guerra. Tienen que trabajar esporádicamente, a escondidas y cobrando una miseria. La vida es dura en el Valle de Bekaa, y todo el mundo ruega para que no empeore, aun más, ya que no tienen asistencia sanitaria y muchos de sus hijos tampoco pueden ir a la escuela.

Por chocante que nos parezca, la inmensa mayoría de refugiados sirios, los que más sufren, no son los que vienen a Europa. Sorprendentemente quienes están en Líbano, Jordania, Turquía y desplazados en la propia Siria, no salen nunca en nuestros informativos.

Y quizá menos sorprendentemente, cuando les preguntas por su futuro, todos desean volver pronto a su país y a su casa aunque saben que probablemente estará destruida. Ninguno de ellos piensa en viajar a Europa. Quizá porque saben que nunca tendrán los cuatro mil dólares por persona que calculan que hace falta para emprender el viaje.

Aunque las ONG están apoyándoles, es evidente que la única solución a su situación es poder cambiar su adjetivo: dejar de ser refugiados. Para ello es imprescindible que llegue cuanto antes la paz a su país

Quizá alguien esté pensando que no podemos hacer nada. Pero si de verdad queremos hacer algo por ellos, hay al menos tres propuestas válidas para contribuir a cambiar su situación:

  1. Apoyar iniciativas de presión a nuestros gobiernos europeos porque trabajen para conseguir la paz en Siria.
  2. Pedirles también a nuestros gobiernos, corresponsables en cierta medida por decisiones del pasado, de la inestabilidad en la zona, que sean responsables de sus decisiones y faciliten el viaje y la acogida de los refugiados mientras no consigan el primer punto
  3. Y pensar que si de verdad queremos apoyar a las personas que han huido de la guerra, además de facilitar en lo que podamos su acogida cuando llegan a Europa, hay que recordar que la mayoría no son los que vemos en nuestros periódicos, sino los que están en Jordania, Líbano, Turquía y la propia Siria. Mientras no haya paz, quien está a su lado son las ONG, que para sostener sus vidas necesitan de nuestro apoyo económico.

El Día Internacional de las Personas Migrantes es una oportunidad para tener presentes a todas estas personas cuya situación es ignorada. Y para comprometernos en lo posible con ellas.

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