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El Ministerio de Empleo retira una guía que recomienda a sus inspectoras no utilizar perfume, perlas ni tacón alto

La ministra de Empleo, Fátima Báñez, en octubre de 2015.

Antonio M. Vélez

“EL PERFUME: en principio, no deberíamos acudir al trabajo con perfume. Si queremos que nos tomen por lo que somos, unas profesionales, usaremos en las horas de trabajo una fragancia fresca y ligera”. Así concluye el apartado de “otros consejos” de un manual de estilo distribuido recientemente en un curso de la Escuela de Inspección de Trabajo, dependiente del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, que, entre otras cosas, desaconseja a las funcionarias del cuerpo usar tacón alto o el uso de perlas: “Es preferible la discreción al exceso. Durante el día procuremos no lucir perlas (se consideran demasiado formales) ni cristal de roca (por su brillo)”.

El documento contenía estas y otras recomendaciones de marcado sesgo sexista que propiciaron que el Ministerio que encabeza la ya ministra en funciones, Fátima Báñez, comunicara su retirada inmediata en una nota interna difundida el pasado viernes, tras las quejas de varios sindicatos. El documento se ha retirado “en cuanto se detectó”, dice un portavoz del Ministerio. Se da la paradoja de que la Inspección de Trabajo es el organismo del Estado encargado de perseguir las discriminaciones sexistas en los puestos de trabajo.

Según Empleo, el manual, con membrete oficial del Ministerio, la Inspección de Trabajo de la Seguridad Social y la propia escuela, “no tiene nada que ver” con el departamento de Báñez. La culpa es de la empresa a la que se subcontrataron los materiales de un curso de esa escuela, Equipo 7 Consultores, que ha remitido a Empleo una carta de disculpa e introdujo esos contenidos “por su cuenta”, según ese portavoz de Empleo.

En la carta de disculpa, con fecha 18 de diciembre, el director general de Equipo 7 Consultores “asume la total responsabilidad en proporcionar por error, contenidos de un curso no adaptado”, por tratarse de material lectivo que, “por descuido injustificable, no se revisó y no se adaptó al colectivo al que iba dirigido”.

La empresa, según Empleo, ha cobrado 4.170 euros por ese curso.

eldiario.es ha tenido acceso a diez páginas de ese manual, que hace referencia a aspectos como el maquillaje y la vestimenta que deben usar las funcionarias de este cuerpo, aunque según Empleo iba únicamente dirigido “al personal de apoyo de la inspección”, como “administrativos y auxiliares”.

“Elegante y conservadora”

“Hasta ahora quien se desenvolvía en el ámbito laboral remunerado era el hombre, de ahí que su vestimenta adquiriera pronto tintes de uniformización; es decir, prácticos trajes de chaqueta de tonos oscuros que le facilitaran el no estar perdiendo el tiempo por las mañanas delante de su guardarropas [sic] pensando en qué ponerse y le permitieran aparecer impecable a lo largo de su jornada laboral. Actualmente, la mujer en el ámbito laboral sigue buscando, sobre todo, comodidad; esto le va a permitir actuar con seguridad y firmeza”, dice el documento.

Para proyectar “una imagen elegante y conservadora”, el manual insta a las funcionarias a “ser prudentes a la hora de repartir brochazos” con el maquillaje. Dice que “es de pésimo gusto retocar el maquillaje o vestirse delante de los demás, aunque sean personas de confianza”; recomienda que el maquillaje sea “siempre discreto y natural” y lanza esta advertencia: “Independientemente de cuál sea nuestro ámbito laboral, jamás iremos a trabajar con la cara como si acabáramos de salir de la cama”.

Respecto a la vestimenta, además de unos “consejos básicos sobre los colores”, dice que uno de los “factores” a tener en cuenta para vestirse son “la edad, la constitución corporal y la silueta”: “Los vaqueros y, en general, todo tipo de prendas ajustadas al cuerpo son para gente joven y de complexión delgada”.

Algunas recomendaciones: “Evitaremos telas con los adornos muy elaborados y colores muy llamativos durante el día, especialmente por la mañana, la tarde es más permisiva. Jamás iremos al trabajo con este tipo de tejidos”. “Especial cuidado con los accesorios”, que “deberán combinar en tamaño, diseño y color con el resto de nuestra indumentaria”. “El bolso, el cinturón y los zapatos serán de piel y de diseño discreto, nunca puntos focales de atracción de miradas”.

También aconseja a las mujeres “llevar unos panties de repuesto en el bolso”. “Al trabajo tampoco se acude con tacones de aguja de seis o siete centímetros de alto por motivo de estética y de profesionalidad”.

El manual, que a los hombres sí les aconseja usar perfume (“aromas clásicos en el hombre son madera y lavanda. En el trabajo usaremos aromas frescos”), pero “nunca calcetín blanco”, prohibía “expresamente” con carácter general “la utilización de ”pins“, chapas o distintivos sobre la vestimenta que hagan referencia a organizaciones radicales al margen de la ley, o que puedan entenderse como apología de ideologías extremistas incompatibles con la neutralidad y respeto a los derechos fundamentales que debe presidir la actuación inspectora”.

También pedía “cautela” en el uso de relojes, bolígrafos, pendrives y otro material de oficina con logotipos o eslóganes publicitarios de organizaciones, y consideraba “manifiestamente inadecuado el uso, durante las actuaciones inspectoras, de prendas deportivas tipo chándal, pantalones cortos, bañadores (aun en zonas de costas) chanclas y otras prendas similares, así como de prendas de vestir que por razones de moda u otras circunstancias, dejen al descubierto alguna parte de la ropa interior o tengan remiendos o partes mismas con costuras, aunque sean intencionadas en origen”. Y advertía de que “debería quedar restringido durante la práctica de determinadas actuaciones inspectoras” “el ”uso de distintivos, pulseras o chapas pertenecientes a organizaciones religiosas o de determinadas creencias, o de pertenencia a partidos políticos, organizaciones sindicales“ y empresariales, entre otras.

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