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Aumento de precios, debilitamiento del mercado laboral y ¿burbuja de la IA?: la incertidumbre invade la economía de EEUU

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en una reunión de su gabinete en la Sala del Gabinete de la Casa Blanca el 2 de diciembre de 2025 en Washington, DC.

Andrés Gil

Corresponsal en Washington —

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Hay tres palabros de moda ahora en EEUU cuando se habla de economía: affordability, vibecession y key shaped economy. El primero, affordability, tiene mucho que ver con la victoria de Donald Trump en noviembre de 2024, pero también con las derrotas de los republicanos en noviembre de 2025: si bien la inflación en EEUU está en el 3% –nivel similar al de España–, la realidad de una gran mayoría de EEUU es que ni pueden pagar la vivienda ni la cesta de la compra ni la gasolina para sus coches en un país en el que se usa el coche para todo.

Trump supo leer ese sentimiento de frustración, y logró una victoria muy amplia sobre Kamala Harris apelando a esos trabajadores empobrecidos, conectando su agenda ultra anti woke, como dice él, con las víctimas de la transición energética en un país sin apenas colchón social para no dejar a nadie atrás.

Pero un año después de aquella victoria electoral, la inflación ha ido escalando, entre otras cosas espoleada por sus guerras comerciales unilaterales, la vivienda sigue disparada en muchas ciudades y el mercado laboral va dando señales de debilitamiento, si bien faltan los datos oficiales de los últimos dos meses por el cierre del gobierno que se ha vivido en el país en octubre y la mitad de noviembre.

Y, precisamente esa falta de respuestas en este año, han sembrado la victoria demócrata en la alcaldía de Nueva York, y los estados de Virginia y Nueva Jersey con la bandera del affordability.

“La inflación está acelerándose rápidamente porque los aranceles son inflacionarios”, explica Federico Steinberg, catedrático en la Universidad de Georgetown e investigador del Real Instituto Elcano, “y tanto es así que Trump ha tenido que bajar los aranceles del café, los aguacates, el plátano y la carne, porque realmente el panorama se ponía preocupante”.

Steinberg destaca también “la sensación de que el mercado laboral está débil, que la gente está cada vez más descontenta por el affordability, con el precio de los alquileres, a lo que en EEUU tienes que sumar el cuidado infantil y los seguros médicos, pero el crecimiento del PIB en principio sigue al 2%, que no es mal dato”.

Dean Baker, economista senior del Center for Economic and Policy Research (CEPR), explica por su parte: “La inflación ha aumentado. Había estado bajando y probablemente se habría situado en el objetivo del 2% de la Reserva Federal, o muy cerca de él, si no hubiera sido por los aranceles. En cambio, ahora está en torno al 3%. No es una catástrofe, pero dificulta que la Reserva Federal, que se reúne este miércoles, baje los tipos de interés a medida que la economía se debilita”.

“La cuestión de la asequibilidad”, dice Baker, “se refiere en gran medida a la reducción a la mitad del crecimiento de los salarios reales, especialmente para los trabajadores con salarios más bajos. También hay factores que no se tienen en cuenta en nuestras mediciones de inflación, como el fin de la moratoria pandémica sobre los pagos de los préstamos estudiantiles”.

En cuanto al mercado laboral, Baker sostiene: “Se ha debilitado claramente. El año pasado se crearon 170.000 puestos de trabajo al mes. La media de los últimos cuatro meses hasta septiembre ha sido de solo 40.000, la mayoría de ellos en el sector sanitario. La economía está perdiendo puestos de trabajo en el sector manufacturero a pesar de los esfuerzos de Trump por apoyarlo. Los datos del sector privado indican que octubre y noviembre probablemente sean peores, con un crecimiento del empleo que posiblemente haya pasado a ser negativo”.

Marta Bengoa, catedrática de Economía en City University of New York, apunta que “las señales son mixtas, con preocupaciones crecientes. En cuanto al PIB, la economía se contrajo 0,3% en el primer trimestre de 2025 (primera contracción desde mitad de 2022), parcialmente debido a incertidumbre por aranceles y disrupciones en cadenas de suministro. Sin embargo, la OCDE revisó al alza su previsión de crecimiento para 2025 a 2% (desde 1,6% en junio). Si analizamos los datos de empleo total, este resulta débil. En agosto se añadieron solo 22,000 empleos (muy por debajo de expectativas), y en septiembre 119,000. El desempleo subió a 4,3% en agosto y 4,4% en septiembre”.

Inflación y aranceles

Bengoa relata que “el impacto negativo de los aranceles se constata en tres áreas: el sector de manufacturas (el sector que supuestamente debían proteger), ha experimentado una perdida de 33.000 empleos en manufactura en 2025 (datos hasta septiembre). Desde el anuncio de aranceles en abril: pérdida de 42.000 empleos. Además, el crecimiento de productividad en el sector es solo un 0,5% anual en el ciclo actual (vs. 2.1% histórico desde 1987)”.

Con respecto a la inflación, prosigue Abengoa, “la Reserva Federal de St. Louis estima que los aranceles añadieron 0,5 puntos porcentuales a la inflación general y 0,4 puntos la subyacente (junio-agosto 2025). Y, según el Yale Budget Lab, los aranceles cuestan a cada hogar 1.800 dólares de media en 2025. En concreto, los precios de la ropa han subido un 17% debido a los aranceles y los alimentos, un 2,8%”.

“El problema actual es que los salarios en manufactura son de 35,5 dólares/hora (agosto 2025), han subido 10 centavos frente al mes anterior”, sosteiene Bengoa, “pero inflación está en 3%. En definitiva, la IA y la automatización puede bajar precios de algunos bienes (mayor eficiencia productiva), destruir empleos de clase media (manufactura, clerical) y aumentar la desigualdad salarial. En cambio, los aranceles hacen lo contrario. Son responsables de que suban los precios a un coste adicional de 1.800 dólares anuales/hogar, no crean empleos (hemos visto pérdida de 33.000) y afecta mucho más fuertemente a familias de bajos ingresos (17% en ropa)”.

“La pregunta, si efectivamente la inflación sigue subiendo y pasa del tres”, reflexiona Steinberg, “es si la Fed tiene que empezar a subir tipos, pendiente de quién será el sucesor del actual presidente de la Reserva Federal, Jeremy Powell, cuando acabe su mandato en primavera. Si los tipos dejan de bajar o suben, ahí puede haber un frenazo”.

Según Baker, parte de la desaceleración que está sufriendo la economía estadounidense no es casual, tiene mucho que ver con las políticas de la Casa Blanca: “Detener la migración y deportar migrantes significa menos trabajadores. Pero el desempleo también ha aumentado y es probable que se sitúe entre el 4,5% y el 4,6% en los datos de noviembre, lo cual supone un aumento desde el mínimo del 3,4% registrado en 2023. Para los grupos desfavorecidos, como los afroamericanos y los jóvenes (20-24 años), el aumento ha sido mucho más acusado, pasando del 4,8% al 7,5% en el caso de los afroamericanos y del 5,7% al 9,2% en el de los trabajadores jóvenes. Además, hay indicios de que el crecimiento de los salarios se está ralentizando a medida que se debilita el mercado laboral”.

“En este momento”, prosigue Baker, “con el crecimiento del empleo estancado y los salarios solo ligeramente por encima de la inflación, la mayor parte del crecimiento del consumo proviene del 10% más rico, que gasta en función de la rentabilidad de sus acciones. Esto, a su vez, está impulsado por la burbuja de la inteligencia artificial. Cuando esta estalle, es casi seguro que veremos una recesión, y posiblemente una grave”.

Y aquí es cuando entra en juego los otros dos conceptos, como explica Steinberg: “Vibecession se traduce por 'sensación recesionaria' aunque los datos objetivos no lo sean tales; y el otro concepto es key shaped economy, o sea una K. ¿Por qué? Porque o va muy bien si estás en el sector tecnológico o mal si estás en sectores tradicionales. Y luego, por detrás de todo eso, la pregunta del millón es si hay una burbuja en la bolsa, en relación con los centros de datos y la Inteligencia Artificial”.

“Si la IA se cae”, reflexiona Steinberg, “es un problema, pero no hay inversión inmobiliaria relacionada con ella. En los centros de datos, sin embargo, sí, hay inversión inmobiliaria apalancada”.

“En cualquier caso”, apunta Baker, “el panorama no es muy halagüeño. La economía puede seguir tambaleándose hasta que estalle la burbuja de la IA, pero una vez que eso ocurra, es probable que la situación esté bastante mal”.

Steinberg plantea el escenario: “Lo que prometen los optimistas es que la inversión en IA continuará y generará un efecto riqueza y ganancias de productividad, con lo que se despejarán los problemas de sostenibilidad de la deuda y de crecimiento”. Pero apunta: “Otro asunto son las brechas de desigualdad en el país, que en este país no supone un gran debate: se considera que la redistribución no es una función del Estado, sino del mercado de trabajo a través de la creación de empleo”.

“Las inversiones que están haciendo las empresas grandes en centros de datos son reales”, apunta, “se están metiendo miles de millones de dólares en esto. Otra cosa son las inversiones extranjeras vinculadas a los acuerdos comerciales, que son más difíciles de medir. Pero aquí los que están haciendo centros de datos son las empresas grandes americanas, y los que están contratando a ingenieros a 700.000 dólares al año son Facebook y Google”.

En relación con los aranceles, “la teoría económica es muy clara”, apunta Steinberg, “lo que te da en ingresos es menos que la pérdida de eficiencia por los precios que suben para el pequeño consumidor en café o en aguacates, o en zapatillas o en juguetes, porque dejas de traer cosas de sitios más baratos. Los economistas lo han calculado siempre: lo que ganan los que más ganan, como las empresas nacionales y el gobierno recaudando, es menos que lo que pierden los que pierden, que son muchas más personas en su pequeña cesta de la compra. Lo estamos viendo despacito, había mucha incertidumbre y las empresas demoraron el aumento de los precios. Pero a lo mejor se va el 4 y eso ya es una cosa seria; se calcula que a mediados del año que viene es donde se va a ver la inflación”.

Burbuja y revolución

En medio de todos estos debates, existe una pregunta existencial global: “Si EEUU se encuentra a las puertas de un aceleración de crecimiento potencial”, dice Steinberg. “Es la tesis de autores como Nouriel Roubini, que defienden que va a haber una gran ganancia de productividad con la IA, porque la idea es que la IA supondrá lo que supuso la generalización de la electricidad en su momento: es algo que afecta a todo y que se va a poder difundir a todas las empresas para ganar en productividad, no en el margen, como se hace ahora, y que va a cambiar la manera de funcionar de las empresas. La duda es si eso va a dar un empujón como el que dio internet o la electricidad, que cambió la estructura de la economía de todo el mundo. Insisto, no siendo la redistribución un elemento considerado como importante. Aunque si se dan ganancias tan increíbles, a lo mejor sí da para redistribuir incluso”.

Por otro lado, explica Steinberg, “hay autores como Daron Acemoglu que consideran que puede haber un estallido de la burbuja o puede ocurrir simplemente que estas inversiones se queden sin dar lo prometido y que la economía americana, dada la inflación, el ataque al Estado de Derecho, la pérdida de confianza en el dólar y el aumento de la deuda pública, acabe frenándose. La pregunta es si estas inversiones en IA pueden compensar todas estas cosas que en principio son malas: los aranceles, la deuda tan desbocada y sobre todo los temas de confianza en el dólar. En definitiva, hay mucha incertidumbre”.

“Si hubiera un verdadero boom de AI/data centers (tipo revolución industrial)”, dice Abengoa, “veríamos un aumento muy notable de la productividad ya que históricamente las revoluciones industriales aumentan productividad y producen una sustitución de empleo por la automatización que viene facilitada por la adopción de la IA: las revoluciones tecnológicas destruyen empleos en algunos sectores, crean en otros. Como consecuencia, se puede esperar una transición dolorosa ya que los trabajadores desplazados no siempre pueden reentrenarse. Lo que plantea un problema de creciente desigualdad ya que la AI beneficia trabajadores con alta cualificación y los trabajadores sin estudios (66% de manufacturas) serían más vulnerables”.

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