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La austeridad ahoga al ejército alemán

Sede del Ejército alemán.

Aldo Mas

Un avión del Gobierno alemán estuvo a punto de estrellarse hace unos días en el aeropuerto de Berlín-Schönefeld. El piloto del Bombardier modelo Global 5.000 evitó la tragedia en un aterrizaje de emergencia que podía haber sido fatal para la tripulación de la nave, que en ese momento no transportaba pasajeros. Un fallo mecánico obligó a realizar la arriesgada maniobra. No es la primera vez que un avión del Ejecutivo alemán tiene problemas en el aire.

El pasado mes de noviembre, la Fuerza Aérea de Alemania informó de que el avión de la canciller Angela Merkel tuvo que aterrizar de improvisto en Colonia cuando se dirigía a la cumbre del G-20 celebrada en Buenos Aires. La canciller llegó con retraso a esa cita por culpa de un problema eléctrico y otro de comunicación en su aeronave, el 'Konrad Adenauer', un Airbus modelo 340-300.

Esos no son, ni de lejos, los únicos problemas a los que ha tenido que enfrentarse la Fuerza Aérea germana de un tiempo a esta parte. En realidad, el Ejército alemán acusa un cuestionable estado de revista vinculado al limitado gasto en medios militares de los sucesivos gobiernos teutones. La austeridad – esa máxima que desde Berlín se ha impuesto a los países en dificultades económicas en tiempos de crisis del euro – es algo que conocen muy bien en el mundo castrense alemán.

De ahí que, por ejemplo, hace unas semanas la ministra de Defensa germana, la cristianodemócrata Ursula von der Leyen, pusiera buena cara en el Consejo de Ministros aunque debía entonces formalizarse, según ha informado la edición en línea del semanario Der Spiegel, un recorte de 2.500 millones de euros en sus planes presupuestarios de 2020.

El ministro de Hacienda alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, no dio su visto bueno al aumento en 4.000 millones que pedía Von der Leyen. Así, el presupuesto de Defensa de Alemania será en 2020 de unos 44.700 millones y no de 47.200 millones. El presupuesto de Von der Leyen crece, pero a buen seguro no lo hace al ritmo que quisieran los responsables alemanes de Defensa ni tampoco aquellos que creyeron que Alemania podría ser el país defensor del “mundo libre” después de que Donald Trump se hiciera con el control de la Casa Blanca en 2016. En realidad, ni con esos aumentos presupuestarios sale el Ejército alemán de lo que parece ser una condición crónica de “infrafinanciación”.

Tras esa expresión se esconde el que “pocos aviones del Ejército alemán vuelan de verdad, algo que también pasa con los helicópteros, como tampoco podemos usar los submarinos”, según los términos de Olaf Boehnke, asesor alemán sénior en la consultora Rasmussen Global, compañía fundada por Anders Fogh Rasmussen, quien fuera secretario general de la OTAN entre 2009 y 2014.

“El ejército alemán está en condiciones de asumir sus compromisos en sus misiones internacionales en Afganistán, en Mali o en Somalia, pero cuando algo se estropea, hay problemas para encontrar piezas de repuesto. No hay materiales de repuesto, por eso hay que recurrir a la logística que está operativa, pero hasta esto parece haber dejado de funcionar”, dice Boehnke a eldiario.es.

Él destaca la paradójica situación que consiste en ver a un Ejército alemán con problemas logísticos cuando el país de Angela Merkel siguen siendo uno de los mayores exportadores de armas del mundo. En el último informe del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas inglesas), Alemania aparecía como el cuarto país que más armas exporta del mundo, por detrás de Estados Unidos, Rusia y Francia.

Un 6% de las armas que se venden en el mundo son alemanas, el doble de las que están hechas en España, el séptimo país que más armamento exporta a nivel mundial. Sin embargo, que a empresas germanas como Heckler & Koch les vaya bien en los negocios no significa que el Ejército alemán vaya sobrado. Al contrario.

“Las empresas de armamento en Alemania siguen estando entre las primeras a nivel mundial”, según Boehnke. Sin embargo, en Alemania, ha llegado a ser noticia el año pasado que 19 pilotos de helicóptero del Ejército perdieran sus licencias por no haber podido realizar el número suficiente de horas de vuelo para mantener su estatus. El diario Die Welt también ha informado de que no llegan a la decena los tanques Leopard 2 que el ejército alemán puede movilizar.

“Un ejército sobrecargado y mal financiado”

Hans-Peter Bartels, político socialdemócrata y comisario parlamentario para las fuerzas armadas, también ha señalado en sus informes la falta de material que acusan las tropas. No hay suficientes chalecos anti-balas ni  botas, cascos o material de visión nocturna. Así, al ejército alemán se le ha descrito como “un caso de saneamiento” que durará “años” en resolverse, según los términos de Mike Szymanski, periodista especializado en temas de defensa del diario muniqués Süddeutsche Zeitung. En el periódico Berliner Morgenpost han descrito al Ejército alemán como “sobrecargado, mal financiado y en un estado de irritación permanente”.

Con especial preocupación y aires de reproche se mira desde el otro lado del Océano Atlántico a la situación del gasto en Defensa alemán, algo con lo que Trump suele criticar a la Alemania de Merkel. En concreto, se critica desde Washington que el Gobierno germano no cumpla con el compromiso alcanzado en 2014 de dedicar el 2% de su PIB a fines militares. Es más, hace unas semanas se llegaba a reconocer en Berlín que lograr el 1,5% del PIB en gasto militar en 2024 parecía excesivo.

Según Boehnke, el asesor de la consultora Rasmussen Global, que en los últimos planes presupuestarios del Ejecutivo no se den pasos en firme hacia ese 2% supone “una explicación de la bancarrota de la política de defensa y seguridad alemana”. No en vano, en Der Spiegel se habla de unas tropas alemanas con temor a una nueva etapa de “recortes”. Poco o nada hace pensar que esos temores no estén fundados.

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