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Un espacio dedicado a conocer historias y experiencias reales a las que se enfrentan los inquilinos al alquilar una vivienda. Si tienes algo que contar, escríbenos a alquiler@eldiario.es y hablaremos sobre tu historia.

“Debe reflexionarse sobre la poca protección que tiene el propietario ante los impagos y el maltrato a la vivienda”

El precio de la vivienda cae un 1,5% en Cantabria en el segundo trimestre, según Fomento

Hace 16 años que resido en el exterior y vivo de alquiler. Hace años también que quiero volver a España y no puedo hacerlo, por la imposibilidad de encontrar un puesto de trabajo en mi país. En este tiempo que he estado fuera, mi vivienda en España ha estado alquilada para poder hacer frente a la hipoteca, ya que yo me veo obligada a hacerme cargo de otro alquiler en el país en el que estoy desplazada. 

En julio, los últimos inquilinos me devolvieron la vivienda en un estado absolutamente deplorable. En la cocina falta un armario y el exterior de otros dos está seriamente dañado, el interior de otros tres es irrecuperable y el resto necesitaban horas y horas de limpieza. La lavadora y la nevera no funcionan. La encimera de la cocina tiene varios agujeros. Falta la bandeja del escurreplatos, que no se puede encontrar con facilidad porque era hecha a medida. La cantidad de grasa dentro y fuera de los armarios es tremenda. Han robado tres lámparas y plafones. La casa está llena de agujeros, aunque se les dio recién pintada y limpia y se invirtieron 1.500 euros en mejorarla entre el anterior inquilino y este.

Hay agujeros también en los azulejos del baño, en las puertas de madera y en uno de los armarios, de madera sin pintar, con lo que es irreparable. Faltan tres sofás, un sillón, estanterías, baldas, lámparas, armarios, mesillas de noche y otros muchos muebles y cortinas con los que se alquiló. He tenido que pagar a alguien para que la vaciase y tirase todos los muebles, que estaban destrozados y sucísimos. La casa estaba llena de basura. 

Habían dejado zapatos viejos, condones, cosas de aseo personal, la arena del gato llena de pis y cagadas, cojines y mantas asquerosos que me picaba todo el cuerpo tras recogerlos y tirarlos. Han estropeado el porta rollos del baño y dos espejos, hecho un boquete en una pared de Pladur. Faltan también barras de cortina. El parqué está destrozado y es necesario acuchillarlo y, también, rellenar los huecos vacíos y la escalera está llena de manchas que no se quitan y hay que pulirla.

Hay armarios llenos de restos de pintura. Han pintado una pared entera de negro, y también han pintado de negro muchos muebles que eran de pino natural: una mesa, cuatro sillas, un aparador, tres estanterías que ocupaban toda la pared ... En la terraza han dejado un grifo de agua goteando durante meses o años y han salido plantas en el suelo, destrozando el azulejo. La reparación de la vivienda y devolución a su estado anterior cuesta más de 7.000 euros.

El alquiler en estos últimos cuatro años era de 575 euros, a los que hay que descontar el IRPF, el IBI, el seguro de la vivienda, el impuesto de basuras, la gestión del alquiler, la mensualidad de la comunidad de propietarios y las facturas impagadas, que hay varias. 

Los anteriores inquilinos estuvieron cinco meses sin pagar el alquiler y dejaron facturas de suministros impagadas de más de mil euros, que hubo que pagar, pese a estar a nombre de ellos, para volver a restaurar el suministro.

En el país en el que vivo ahora (fuera de la UE) hay contratos cortos, del tiempo que determine el arrendador, sin prórroga obligatoria por ley. Pago dos meses de fianza y los impuestos municipales y gastos de comunidad corren por cuenta del arrendatario. En una ocasión tuve que pedir chequera al banco y entregarle al propietario trece cheques: uno por cada mensualidad, fechados, y otro sin fecha por valor de tres veces el alquiler, por si había daños. Era una minivivienda de 25 metros cuadrados. 

Comparto la preocupación por el aumento del precio de los alquileres. Me parece una situación muy grave y una disminución tremenda de la calidad de vida, sobre todo de los jóvenes. A pesar de ser arrendadora, creo que hay que tomar medidas para frenar el ascenso de los alquileres.

Sin embargo, creo que también debe reflexionarse sobre la poca protección que tiene el arrendador ante los impagos y ante el maltrato a la vivienda.

También leo cada vez más críticas sobre los desahucios a inquilinos que no pagan. Creo que no se puede obligar a un arrendador –que tiene sus propios motivos para arrendar y necesidades– a pagarle la vivienda a un arrendatario que está en mala situación y no puede pagársela. Igual que no se puede obligar a un tendero a regalar comida a quien tenga hambre, por más injusto que sea que alguien tenga hambre. Los mecanismos de asistencia y de justicia social deben ser otros.

Otra reflexión: los expatriados y residentes en el exterior (especialmente los de fuera de la UE) pagan cuatro veces más por lo que ingresan por un alquiler que lo que abona un residente en España: un 24% de los ingresos, que no de los beneficios.

Quizás vaciar tu casa y no tener donde quedarte en verano y Navidad cuando vas a visitar a los tuyos a cambio de, como máximo, 200 euros al mes, y un riesgo y desprotección absoluta y pérdidas si tienes impagos o destrozos, no es una buena apuesta. Podrían hacerse cambios para que mereciese más la pena y sacar más pisos al mercado.

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