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La precariedad emborrona el triunfalismo del Gobierno sobre el descenso del paro

La ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, y los secretarios de Empleo y Seguridad Social, Juan Pablo Riesgo y Tomás Burgos.

Laura Olías

La ministra de Empleo, Fátima Báñez, anclaba este miércoles un comentario en su perfil de Twitter: “Buenos datos: 2017 ha sido el mejor año para el empleo de la serie histórica en términos homogéneos”. La publicación de las cifras de paro registrado de diciembre, que ponían fin a 2017 con un descenso del número de desempleados en 290.193 personas, ha recibido también la celebración del presidente Mariano Rajoy, que subrayaba que “reconfortan y estimulan” al Gobierno para seguir creando bienestar, riqueza y empleo. “Sigamos”, decían ambos. Los sindicatos y varios economistas esperan que no sea así: advierten de que las recetas del Ejecutivo están disfrazando de recuperación una precariedad laboral que se está imponiendo en los últimos años.

Los datos de diciembre cierran el ejercicio con 3,41 millones de personas registradas en las oficinas de los servicios públicos de empleo. Además, el dato de afiliación a la Seguridad Social experimentó una importante alza: ganó 611.146 afiliados en 2017, el mejor resultado desde 2005.

“Son datos de escaparate, pero lo que vemos debajo del agua es triste”, lamenta Juan Gimeno Ullastres, catedrático de la UNED y patrono y expresidente de Economistas sin Fronteras. “El empleo que se está creando es de muy poca calidad, se está facilitando el tránsito de una economía de trabajadores cualificados al precariado”, prosigue.

La sola creación de empleo, aunque necesaria, no es suficiente, añade Alberto del Pozo, experto en mercado laboral de Economistas Frente a la Crisis: “El PIB está creciendo en 3,1% en el tercer trimestre y el dato de la EPA de crecimiento de ocupados es del 2,8%. La productividad es por tanto del 0,3. Es muy poco. Es un crecimiento de la productividad laboral muy reducido”. La escasa cifra de productividad desprende que los empleos generados son de sectores escasamente productivos y con contratos precarios, apunta. 

Los contratos temporales, claves en el precariado

De los 21,5 millones de contratos firmados a lo largo de 2017, el 91% fueron temporales. “Que solo 9 de cada 100 contratos firmados sean indefinidos es una cifra absurda en un mercado laboral, es algo que ya arrastrábamos, pero la temporalidad ha aumentado en los últimos cinco años”, afirma del Pozo. En 2007, el porcentaje de contratos temporales sobre el total era del 88%.

La temporalidad en el empleo es uno de los elementos que más señalan los sindicatos y los especialistas consultados acerca de la precariedad en el mercado laboral español. En muchos casos, indican, son contratos injustificados que esconden situaciones de fraude: una empresa que debería contratar a un trabajador indefinido mantiene ese puesto encadenando contratos temporales. Esta, explican, es una de las razones del elevado número de contratos firmados.

“La tasa de temporalidad ha ido creciendo hasta el 27%, según los datos de la EPA” –recuerda Alberto del Pozo– pero “no responde a causas temporales, que es lo que exige la ley”. Según el especialista, las razones de este aumento son principalemente dos: la reforma laboral de 2012 del Gobierno de Rajoy y el comportamiento del mercado laboral español, que tiende a esta práctica. “Los empresarios acuden a un contrato temporal para contratar a un trabajador en un principio hasta que pasan un periodo de prueba, o para puestos de baja productividad, porque creen que les compensa más rotar a varias personas que tener a una con contrato indefinido. Son situaciones de abuso de ley”, argumenta Del Pozo.

En su opinión, si el Gobierno no aumenta las sanciones para las empresas que comenten fraude en los contratos temporales, será complicado rebajar esta tendencia. “Ahora, la sanción administrativa para una empresa por un contrato temporal falso es de 600 euros. La sanción por cien contratos temporales falsos es la misma. Es absurdo, al empresario le sale a cuenta tener a más empleados en esta situación”.

Tiempo parcial y parados sin prestación

El aumento de los contratos a tiempo parcial durante la crisis, aunque ahora está frenando, ha sido otra de las herramientas de precarización del empleo. En muchos casos, casi 6 de cada 10 trabajadores con este tipo de jornada reducida desearían trabajar más horas, según los datos de la EPA.

CCOO advierte de que en ocasiones este tipo de contratos también esconde jornadas más amplias, en las que solo se reconoce por contrato un mínimo de horas. “Cuando estos trabajadores van al paro no están protegidos. Hay un gran aumento de contrataciones pero son de corta duración por lo que no acceden a prestaciones y algunos que alcanzan los meses suficientes para ellas cuentan con contratos parciales, lo que hace que el subsidio también sea proporcional a ese tiempo parcial”, explica Lola Santillana, secretaria de Empleo y Cualificación Profesional de CCOO.

El limitado número de desempleados que tiene acceso una prestación también es otra de las sombras destacadas en los datos del paro. Cerca de la mitad de los parados no recibe ninguna y de los que sí tienen acceso a ellas (1.901.054 personas) un 58% recibe prestaciones asistenciales, tras agotar el subsidio por desempleo, de menor cuantía que las prestaciones contributivas.

Bajos salarios y trabajadores pobres

Otros indicios de precariedad en nuestro mercado laboral, subraya el catedrático de Derecho al Trabajo y Seguridad Social Eduardo Rojo, son “la disminución de horas trabajadas por el conjunto de la población trabajadora desde el inicio de la crisis” y unos salarios que aún no han recuperado los niveles anteriores a la recesión. Este último trimestre conocimos dos datos que retratan estas limitaciones en los sueldos: el salario medio cayó en 2016 por primera vez en una década y España se situó como es el país de la UE donde menos crecían los sueldos.

“Nos dirigimos a una sociedad de trabajadores pobres”, alerta Mari Carmen Barrera, secretaria de Políticas Sociales, Empleo y Seguridad Social de UGT. Los datos también retratan esta realidad: una tercera parte de los españoles pobres tiene un trabajo remunerado, según el último informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza (EAPN). Desde UGT advierten de que “los salarios de miseria” caracterizan la contratación desde la crisis. “Se crea empleo que no sirve para la recuperación económica. Lo vemos en la caja de las pensiones, en las cuentas de la Seguridad Social”, prosigue Barreda. Eduardo Rojo también considera que “el mantenimiento del sistema de Seguridad Social pasa por el incremento del número de cotizantes con salarios que permitan aplicar unas bases de cotización que supongan, realmente, un incremento de los ingresos”.

Y los contratos indefinidos ya no son garantía de estabilidad, defiende Alberto del Pozo. El especialista de Economistas Frente a la Crisis recuerda que la reforma laboral del 2012 también precarizó la situación de los empleados con este tipo de contratos y facilitó su despido: “No podemos caer en la trampa de la dicotomía de trabajadores sobreprotegidos (con contratos indefinidos) y los precarios (con contratos temporales), porque parece que para dar derechos a unos hay que quitárselos a otros y no es así”.

Del Pozo considera que “el Gobierno busca aumentar las cifras de creación de emplo, por encima de cualquier otra cosa, como que sean trabajos estables y con garantías mínimas”. Mientras la meta en el empleo sea solo cuantitativa y no cualitativa, el titular para el economista es claro: “Nos dirigimos a la precariedad más absoluta”. 

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