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El teatro de los vecinos de Usera

Reunión de los vecinos y coordinadores en el espacio donde se proyectará Cinema Usera.

María Muñoz

¿Qué ocurre cuando aparece una sala de teatro en un distrito periférico del sur de Madrid donde, como suele ser habitual en otras zonas alejadas del centro, las dotaciones culturales son casi inexistentes? ¿Qué sucede si además el proyecto llega con vocación de implicar al barrio y de crear público vecinal? Pues que dos años después los habitantes de Usera se involucran en una campaña para evitar su cierre, y al cabo de cinco, hacen suyo el proyecto de La Zona Kubik participando como espectadores activos, dinamizadores culturales e impulsores de nuevos proyectos, como es la puerta en marcha de un cine de verano en la zona.

El deseo del productor y actor teatral Fernando Sánchez-Cabezudo le llevó en 2010 hasta una antigua fábrica de reciclaje de cartón y papel del distrito madrileño de Usera. Su intención era abrir una sala que fuera un nuevo espacio de exhibición pero también de formación y exploración y de impulso a nuevo montajes. Pero no solo. Quería además que los vecinos formaran parte de la sala, que vieran lo que había, lo que se hacía y convertirles así en espectadores activos.

“En las zonas obreras del sur los alquileres son más bajos y andábamos buscando un espacio amplio”, explica Sánchez-Cabezudo, director de la sala. “El riesgo de salirnos del centro era lograr atraer a los espectadores pero también nos gustaba la idea de que el contacto con el público también era más cercano”, continúa. Acondicionaron la sala y comenzaron a mezclar una actividad profesional con montajes de diversas compañías y tratando de involucrar desde el principio a los vecinos del barrio.

Contacto directo con los vecinos

El director se instaló a vivir en el distrito y empezó a contactar con asociaciones de vecinos, a acercarse a los bares del barrio, al mercado y en definitiva a convertirse en un habitante más de la zona. “Esto tiene que hacerse de manera coordinada y si quieres crear un vínculo con una comunidad la única manera de hacerlo es llegando a la gente”, explica Sánchez-Cabezudo. Así, han logrado la colaboración de Juanma, miembro de la asociación de vecinos de la zona, “que ayuda en la captación de público y en la organización de eventos”. O de Victorino, que no falta a ninguna obra y luego en el bar todos le preguntan qué le ha parecido el último montaje y qué les recomienda.

Además, todos los carteles de las obras que se exhiben tienen como protagonistas a los propios vecinos. “Yo llego al bar o al mercado y pregunto a ver quién quiere salir y siempre hay alguien dispuesto”, señala. Entre los próximos estrenos, la cartera es la imagen de Nuestra señora de las nubes, y el barrendero, un espadachín en el cartel de Cuarteto, una obra ambientada en los años previos a la revolución francesa. Al abrir la sala el público vecinal representaba el 3% y ahora supone más del 46%.

Sánchez-Cabezudo fue consciente de hasta dónde había calado el proyecto entre los vecinos cuando hace dos años -tras lo ocurrido en el Madrid Arena cuando cinco adolescentes murieron asfixiadas por una avalancha- la sala tuvo que cerrar por la falta de una licencia que le exigía el Ayuntamiento. “En los seis meses que estuvo cerrada la sala nos pusimos a investigar lo qué había ocurrido en estos dos años y nos dimos cuenta hasta qué punto los vecinos habían hecho suyo el proyecto”, explica el director. Organizaron un crowdfunding para poder afrontar las obras que había que hacer para reabrir la sala y muchos de los habitantes colaboraron en la campaña.

Los vecinos no se han quedado en meros espectadores y se han implicado, como inspiradores y creadores en los proyectos impulsados por La Zona Kubik. Uno de ellos, Storywalker, es una aplicación para dispositivos móviles que permite escuchar piezas teatrales sonoras interpretadas a partir de las historias contadas por los propios vecinos. Las escenas suceden en espacios reales del barrio y la aplicación permite escucharlas allí donde ocurrieron.

El proyecto más reciente coordinado por la sala, en colaboración con Espacio Oculto Madrid, la Asociación Creática, la Asociación de vecinos barrio Zofío y el colectivo Todo por la Praxis es Cinema Usera. Producido por Intermediae, se trata de un ciclo de cine de verano que comienza el sábado 30 de mayo y en el que los propios vecinos se convierten en programadores. “Hicimos una convocatoria hace un mes y se acercaron unos 20, realizaron una lista y entre todos eligieron la primera película”, señala el director de la La Zona Kubik. El estreno del ciclo será con Carmina o revienta, de Paco León.

La idea es proyectar todo un ciclo de verano, con sesiones gratuitas cada sábado, donde no solo haya cine más reciente sino también clásicos del cine mudo, como cortos de Chaplin, con música en directo incluida. El próximo miércoles ya está confirmada la presencia de unos 70 vecinos para hacer la foto oficial del cartel del ciclo. “Primero vinieron 20 pero estos traen luego a más y así vamos creando las redes”. El reto es que finalmente acabe siendo un proyecto de auto gestión vecinal.

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