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Las etapas y los protagonistas del ciclo del reciclaje

Recogida de residuos

Azahara García

El reciclaje es cada vez más habitual en nuestra sociedad y conlleva una serie de etapas que muchas veces no son visibles para todos. El ciclo empieza, cómo no, con los ciudadanos. De los más de 1,6 millones de toneladas de envases de plástico, metal, briks, papel y cartón que se reciclaron en 2022 —un 3,6 % más que el año anterior—, más de 1,2 millones procedían de los envases que los ciudadanos separaron en los contenedores amarillos y azules de la calle y en las papeleras de colores instaladas en espacios de gran afluencia de público. Y es que, según los datos comunicados por Ecoembes al Ministerio de Transición Ecológica, en 2022 cada ciudadano separó 27,1 kilos de residuos. 

Marta Parodi es una de esas personas. Este año ha añadido un nuevo cubo en su cocina, para los residuos orgánicos. “En casa reciclábamos de manera habitual papel y cartón, y los envases, pero un día la peque nos preguntó por el contenedor marrón y por coherencia empezamos a separar también orgánico”, explica antes de señalar: “Es la mejor manera de darles ejemplo”. Según el estudio Hábitos de reciclaje de la población española, realizado por Kantar para Ecoembes, cada hogar tiene un promedio de 3,4 cubos en casa y uno de ellos es siempre el amarillo. 

La siguiente estación en este camino del reciclaje es la del camión de recogida, el encargado de recoger los envases que los ciudadanos han depositado en los contenedores y transportarlos. En el caso, por ejemplo, de los envases, estos serán llevados a una planta de selección para su posterior tratamiento, mientras que los envases de papel y el cartón serán conducidos directamente a una instalación recicladora, ya que no es necesario que pasen por una separación por tipo de material. 

Los ayuntamientos se encargan de establecer la frecuencia de recogida, así como de organizar la flota de camiones. Esta flota puede incluir distintos modelos de camión —de carga lateral, trasera o trasera con grúa— que, a su vez, pueden ofrecer varias posibilidades de recogida. Además, en algunas localidades, puede suceder que la recogida de contenedores se establezca por días, por lo que un mismo camión se ocupe un día de los envases del contenedor amarillo y, otro día, recoja los del azul o los de basura no reciclable. 

Cada material, una nueva vida 

El camión da paso a la siguiente etapa del ciclo del reciclaje de envases que llega precisamente con una de las 97 plantas de selección que hay distribuidas por toda España donde los envases serán separados por tipo de material. En concreto, en siete grupos: el plástico PET, como el de las botellas de bebidas, que se puede convertir nuevamente en botellas o en textil; el plástico PEAD —polietileno de alta densidad— de envases de detergentes o cremas corporales, que puede dar lugar a nuevas botellas y tuberías; el plástico mezcla, derivado de los envases de yogures, mantequillas y productos lácteos, que se pueden transformar en mobiliario; el plástico film, el de las bolsas, que se convierte a su vez en nuevas bolsas; los briks, como los de leche y gazpacho, que puede mudar a cajas de cartón y papel para libros; el acero, proveniente de las latas de conservas, y el aluminio, de las latas de refresco que  se puede usar por ejemplo para llantas de bicicletas, ollas o nuevas latas.

“Vamos separando, se van prensando y hacemos las balas, listas y preparadas para enviarlas a sus recicladoras específicas”, explica Francisco Ramón Vera, que llegó a su puesto de peón especialista de la planta de Tirme en Palma de Mallorca tras formarse en la clasificación de los materiales dentro del proyecto Reciclar para cambiar vidas, desarrollado por Ecoembes, cuyo objetivo es la reinserción laboral de personas en riesgo de exclusión. Para ello, ofrece formación y prácticas en empresas del sector y cuenta además con la colaboración de la Fundación La Caixa a través de su Programa Incorpora. Esta formación también la cursó Sara Colliga, encargada del Centro de Transferencia de Residuos Peligrosos de Saica en Madrid. “Me ha aportado estabilidad laboral en un entorno muy profesionalizado, con un buen ambiente de trabajo y un gran equipo”, asegura. 

Pero para que los materiales, al igual que estas personas, puedan reciclarse y empezar una nueva vida es necesario pasar por una última etapa, la de las empresas recicladoras. Cuando una de esas balas que preparan en las plantas de selección llega a una de las 426 empresas recicladoras homologadas que hay en España, se abre y se hace una primera criba para quitar posibles envases inadecuados. Después, y dependiendo del material, tendrán lugar una serie de procesos que permitirán crear nuevos artículos. 

Por ejemplo, en el caso de una botella de agua —plástico PET—, un láser identifica el material para clasificarlo por composición, color y tamaño. Posteriormente se eliminan las etiquetas y otras impurezas mediante corrientes de aire. Después, los materiales se trituran y los fragmentos resultantes se lavan y se someten a un sistema de flotación para separarlos de los tapones, que quedan arriba. Tras secar los fragmentos para evitar que absorban humedad, se obtienen unas pequeñas escamas de PET, es decir, una nueva materia prima reciclada lista para fabricar infinidad de nuevos objetos.

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