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Espacio para la reflexión y el análisis a cargo de parlamentarios europeos españoles.

Supervivientes del mayor desastre de la medicina del siglo XX

Soledad Cabezón

Contergan, Imidan, Varian, Gluto o Naftil eran algunos de los fármacos que se recetaron en los años sesenta a miles de mujeres europeas para paliar las náuseas durante los primeros tres meses del embarazo.

Todos estos medicamentos contenían el mismo principio, la talidomida, desarrollado por la compañía farmacéutica alemana Grünenthal GmbH y comercializado en los años 50 y 60 como sedante y calmante de las náuseas durante el embarazo.

Llegó a convertirse en un sedante muy popular al que no se atribuía ningún efecto secundario, hasta que empezaron a nacer bebés con deformaciones en las extremidades. La talidomida no solo afectó al feto cuando lo tomaba la embarazada, también transmitía los efectos nocivos a través del esperma, desde el mismo momento de la concepción.

El medicamento solo se retiró en los países en los que estaba siendo comercializado cuando se comprobaron estos efectos nocivos, pero España fue uno de los últimos. De hecho, las víctimas españolas sostienen que la farmacéutica alemana siguió vendiendo medicamentos con talidomida hasta 1975, saltándose una orden de retirada de la Dirección General de Sanidad de finales de 1962.

La lucha de los supervivientes españoles de la talidomida ha llegado al Parlamento Europeo, y los socialistas nos hemos convertido en sus aliados, haciendo de su pelea para que se reconozcan sus derechos la nuestra.

Trabajando en estrecha colaboración con representantes de los afectados por la tragedia de la talidomida, desde su declaración en la comisión de peticiones del Parlamento Europeo, el pasado mes de marzo propiciamos un debate en la Eurocámara con el fin de presionar al gobierno alemán para ampliar la financiación disponible para las víctimas de la talidomida en Alemania a los supervivientes de otros países afectados, entre ellos, España.

Porque además de ser uno de los mayores desastres de la medicina del siglo XX, la talidomida ha propiciado también una de las mayores injusticias entre los enfermos. Mientras que a las víctimas alemanas se les han reconocido sus derechos y han sido indemnizadas a través del Fondo Especial Sanitario de la Fundación alemana Contergan, los afectados de otros países como España no han recibido ningún tipo de reconocimiento ni ayuda.

La Asociación de Víctimas de la Talidomida en España (AVITE) obtuvo en 2014 una sentencia parcialmente favorable a su demanda contra la farmacéutica alemana, pero fue revocada por la Audiencia provincial de Madrid tras el recurso de la empresa Grunenthal al entender que la acción para reclamar había prescrito. Posteriormente, tanto el Tribunal Supremo como el Tribunal Constitucional fallaron a favor del laboratorio alemán.

Pero lejos de llegar al punto y final de esta historia -la historia de más de 3.000 niños y niñas españoles, de los cuales se calcula que 300, ya hombres y mujeres, siguen vivos-, se ha abierto otra puerta a la esperanza.

En enero el gobierno alemán va a presentar una enmienda a la Ley de la Fundación para la Talidomida con el objeto de permitir que los supervivientes que hayan sido designados como tales por los tribunales o que sean beneficiarios de planes gubernamentales nacionales puedan acceder al Fondo Especial Sanitario de la Fundación Contergan.

Y con este motivo, en el Parlamento Europeo hemos vuelto a la carga, presentando la semana que viene en el pleno de Estrasburgo una resolución para que las víctimas de España, Reino Unido, Italia, Suecia y otros países sean admitidas en ese régimen.

La Unión Europea, que se encuentra en horas bajas, tiene en esta causa otra oportunidad para demostrar que los valores que la crearon y la mantienen viva son fuertes: la solidaridad, la justicia social y la igualdad.

Exigimos a los Estados y a la Comisión Europea que pongan en marcha un protocolo europeo para que los supervivientes de la talidomida sean formalmente reconocidos, con independencia del país al que pertenezcan, y reciban una indemnización adecuada y justa del Fondo Especial Sanitario de la fundación alemana.

España también tiene un papel que jugar para paliar esta injusticia. Únicamente el gobierno de Rodríguez Zapatero adoptó medidas para compensar a las personas afectadas, estableciendo una ayuda en función del grado de minusvalía. Ahora que Alemania votará para modificar su ley sobre el apoyo financiero que presta a las víctimas, volvemos a pedir a las autoridades españolas que revisen el proceso iniciado en 2010 y faciliten la correcta identificación y compensación de los afectados españoles de talidomida dentro de su esquema nacional.

Es una cuestión de voluntad política, como ha demostrado la Junta de Andalucía poniendo en marcha un registro de afectados y aprobando en 2015 una iniciativa parlamentaria para el reconocimiento y la adopción de medidas de reparación moral, social y económica a las víctimas de la talidomida en Andalucía.

Cientos de españoles y españolas afectadas han muerto sin reconocimiento ni indemnización. Hoy tenemos otra oportunidad para no condenar al olvido a los supervivientes de esta injusticia histórica.

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