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Sobre este blog

Este blog pretende ser la primera ventana a la publicación de los futuros periodistas que ahora se están formando en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la UPV/EHU. Son las historias que los propios estudiantes de periodismo proponen a nuestros lectores.

Educados para no morir

Alepo le da la espalda a la guerra

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No era la primera vez que visitaba la ciudad de Alepo, Siria. Llevaba siete años frecuentando zonas de conflicto para realizar reportajes como freelance. Desde el año 2008 pudo relatar desde fuera el sufrimiento, el dolor y la muerte generados por la guerra. Tanto tiempo conviviendo con estas situaciones, que el destino le hizo enfrentarse a ellas en primera persona. El 12 de Junio de 2015 fue una fecha que no logrará olvidar. Ese día todo cambió, fue el principio de 10 largos meses en los que estaría secuestrado por Al Qaeda. Durante este tiempo, convivió con la incertidumbre de no saber si cada uno de esos días sería el último. Su nombre es Antonio Pampliega y es periodista español especializado en zonas de conflicto. A lo largo de toda su formación nadie le preparó para una situación tan excepcional y estadísticamente improbable como un secuestro. Pero la propia vida lleva implícita la muerte, ¿se encontraba preparado para aceptar su propia finitud?

Uno de los principales pilares educativos de la vida de una persona comienza con la escolarización. Un estudio realizado por pedagogos españoles de la Universidad Autónoma de Madrid analizó la presencia de 20 términos seleccionados por expertos y relacionados con la muerte dentro del currículo y del sistema educativo español. Entre estos términos se encuentran 'duelo', 'pérdida', 'fallecimiento', 'guerra', 'genocidio' y 'muerte'. 

El estudio demostró que la muerte está presente dentro del currículo español porque es un fenómeno que finaliza la vida, y sería muy difícil desarrollarlo excluyendo la muerte. Se encontró que existen contenidos de este tipo desde la educación infantil hasta bachillerato. Se estudia el holocausto o la extinción en la naturaleza, y se profundiza en temas relacionados con la pérdida de biodiversidad y las guerras. Sin embargo, no se educa a niños y niñas en la asunción y el reconocimiento de la muerte como un proceso que afecta a todo ser humano y que ellos también vivirán y padecerán.

Dentro de las aulas 

Adela Gallardo es profesora de secundaria y en su centro no existe directamente ninguna asignatura en la que formen a los alumnos sobre la muerte. Asegura: “Si se puede se obvia, aún siendo esta la mayor certeza que existe para el ser humano”. Según la profesora, “es necesario para la educación humana reconocer que eres efímero”. Dice también que lamenta que no esté contemplado en el sistema educativo español, sobre todo en la época de la adolescencia, cuando surgen las preguntas “más existenciales”. Como profesora le gusta que sus alumnos la perciban como una persona cercana y puedan acudir a ella cuando sufren alguna pérdida familiar. “Hablando de ello con naturalidad puedes conseguir que lo afronten de una manera más positiva. Una vez puse en contacto a dos alumnos que se encontraban en la misma situación. Sus madres habían fallecido y se sirvieron de apoyo mutuamente”, recuerda la profesora, que ha asesorado a sus alumnos en más de una ocasión.

A los niños se les debe hablar de la muerte mediante simbología, sin mentirles

Resulta difícil explicarle a un niño desde la infancia con total claridad un concepto tan abstracto incluso para los adultos. Es común oír a padres decir a sus hijos que alguien “se ha ido al cielo” sin especificar claramente cuál es la realidad de la situación. Mª Teresa Ruiz es trabajadora social e imparte conferencias en las que habla de la muerte y la aceptación del duelo. Como método educativo en la infancia defiende las explicaciones mediante simbología a los niños “sin mentirles”, adaptando la respuesta a la edad. 

El refugio del paraíso eterno

Las creencias religiosas otorgan una respuesta a las preguntas transcendentales.

Antonio tenía 33 años cuando fue capturado. Durante los 299 días que permaneció secuestrado, 6 meses fueron en solitario. Tras los primeros 3 meses de soledad el periodista identificó una mancha en la pared de su celda con forma de rostro. Desde ese momento comenzó a hablar en voz alta dirigiéndose a aquella mancha “como si se tratase de Jesús o Dios”. Afirma que así consiguió que sus sentimientos aflorasen y “no permanecer encerrado dentro de su cabeza”. 

Las creencias religiosas otorgan una respuesta a las preguntas trascendentales y, además, la posibilidad de una vida eterna después de la muerte. La reencarnación, el renacimiento, el paraíso, etc. Esto puede llevar a pensar que es más fácil concebir de una manera positiva la visión de la muerte cuando se vive acorde a estos valores culturales. 

En los colegios católicos españoles, la religión es una asignatura obligatoria dentro del currículo. Para Adela esta asignatura “no necesariamente tiene que paliar el vacío educativo en cuanto a la muerte”. “Es una realidad que va más allá y supera las explicaciones que aporta la religión. Debe tratarse de manera transversal en todas las asignaturas”, explica la docente, que también imparte esta asignatura en su centro.

Cada una de las religiones profundizan en la muerte desde su “perspectiva y visión” pero estas explicaciones sólo resultan una “vía de escape” en una sociedad donde “no se trabaja el ser, como humano, como esencia”. “Es un tema que se va postergando”, afirma Mª Teresa Ruiz.

El duelo de los que se quedan

Cuatro años después de su liberación, la vida de Antonio ha cambiado mucho. Actualmente, él y su pareja esperan una hija. Sigue trabajando como corresponsal de guerra y ahora sus miedos han cambiado. Piensa en “qué pasará” con su hija si vuelve a tener que enfrentarse a una situación como esta o, incluso, si él muere. “Ahora temo dejar a mi hija sola, la desprotección que puede ocasionarle mi trabajo. Que se críe sin un padre”, confiesa el periodista. 

El índice de duelo en España calcula que unas 200.000 personas sufren un duelo complicado. 

La pérdida, dentro de la psicología, se denomina duelo. Habitualmente los psicólogos ayudan a muchos pacientes a aceptar la pérdida de un ser querido y a saber gestionarla. Teniendo en cuenta el índice de duelo en España llevado a cabo por el Instituto de Psicoterapia Integrativa Relacional de Barcelona, se calcula que a unas 200.000 personas al año les afecta un duelo complicado. Un 10% de estas personas desarrollan un duelo patológico. Estas cifras suponen un coste extraordinario para el sistema sociosanitario. Una forma de reducir estos costes consistiría en llevar a cabo un trabajo de prevención previo, con el objetivo de aumentar en la población, el conocimiento acerca de la muerte y de cómo gestionar la pérdida de un ser querido.

A veces no nos damos cuenta de situaciones de la vida cotidiana que sirven para educar

Lidia Crespo y Andrés Galemiri, psicólogos especializados en psicología clínica, afirman que hay “modos de educar” para aceptar los duelos. “A veces no nos damos cuenta de situaciones que se dan en la vida cotidiana que sirven para educar. Las mascotas son una forma común, ya que mueren antes que los humanos. También se puede extrapolar a objetos. La pérdida del juguete favorito de un niño también se puede considerar un duelo”, explica Andrés. “Las manifestaciones de estas pérdidas van preparando para otro tipo de ellas que son más dolorosas. Nos forman desde la infancia para aceptar que perdemos cosas y seres queridos”, concluye Lidia, corroborando las afirmaciones de su compañero. 

A la espera de una solución

Antonio reconoce que conforme adquiría más experiencia como corresponsal de guerra “perdía el miedo y respeto a la muerte”. Considera que la vida le ha dado una “segunda oportunidad”. Dice, también, que profesionalmente ha aprendido que ningún reportaje vale su vida. Personalmente intenta “disfrutar más del día a día”. 

Corrobora la idea de que en la sociedad “no se educa para afrontar la muerte y hasta que no te pasa, no piensas que pasa”. “Al ser humano le tienen que dar un toque de atención para toparse con la realidad. No nos tomamos ciertos temas en serio porque no nos ha to-ca-do”, concluye el periodista.

Para la educación y normalización, sin necesidad de enfrentarse a estas situaciones, actualmente existen cursos, charlas e incluso másteres con los que la población puede formarse de manera voluntaria como en el caso del centro psicológico Instituto Galene. En el sistema educativo español, la última modificación educativa se realizó el pasado 14 de febrero. El consejo de Ministros aprobó el proyecto para la reforma de la Ley Orgánica de Educación, la cual todavía no se ha llevado a cabo. Por el momento ninguna de las reformas contempla incluir este tipo de educación social dentro del currículo.  

Restarle importancia

La sociedad mexicana tiene grandes tradiciones conocidas por el resto del mundo. Una de las más destacables es, sin duda, el Día de Muertos, reconocido por la Unesco como Patrimonio Cultural inmaterial de la Humanidad. Se celebra entre los días 1 y 2 de Noviembre y está vinculada a la celebración cristiana de Todos los santos. Durante esta festividad se realizan grandes ofrendas de flores en las tumbas de los difuntos. Los mexicanos preparan comidas familiares con abundantes alimentos, debido a la creencia de que sus seres queridos regresan durante este día a realizar el banquete. 

En los colegios, los niños realizan actividades para esta festividad y preparan calaveras y poemas dirigidos a la personificación de la Muerte. Fuera de esto, en la educación mexicana no se trata la temática desde otras perspectivas. Andrea Mayoral es mexicana y realizó sus estudios en una escuela católica. “En mi época escolar el tema de la muerte solo se trataba en las clases de religión. Nos explicaban la visión de Dios y la vida eterna después de la muerte”, afirma. La hermana de Andrea estudió en una escuela laica y al no recibir clases de religión “ni siquiera nombraban la muerte” más allá de la preparación de las ofrendas festivas.

Esta tradición puede hacer creer que la sociedad mexicana está mejor educada para afrontar pérdidas de familiares pero no es real. Entre ellos se concibe únicamente como una festividad que influye en la manera de representar el final de la vida. “Nosotros nos lo tomamos desde una visión burlona quitándole importancia. No queremos verle el lado real”, concluye Andrea.  

Sobre este blog

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