La cultura no entiende de idiomas ni de géneros, de fronteras ni de espacios. La cultura es un idioma universal que cada uno habla a su forma y cada cual entiende a su manera. Cultura con c y con k, masculina y femenino. Cultura en el idioma universal. Kulturo!
Así viví el Azkena
Ahora que ya pasó, la pregunta que cabe hacer sobre el ARF 2013 es cómo será recordado. Algunos lo harán por la polémica que lo ha precedido, pero la mayoría de los que pasaron por Mendizabala recordarán una de las mejores ediciones que se ha celebrado. Desde luego no todo ha sido perfecto, pero este aparente retroceso de la organización no será recordado como un tropezón si no como un quiebro de esos que sirven para coger impulso. Aunque esto sólo es una opinión, y lo que vaya a ocurrir está por ver. De lo que si podemos hablar es de lo que ya ha ocurrido y de las impresiones que nos ha dejado.
Claramente, esta edición ha sido un paso atrás, pero un paso que se ha apoyado en las cosas que hacen este festival tan peculiar. La reducción a dos días no mermó la intensidad con la que el público los vivió, incluso puede que permitiera a muchos apretar un poco más el acelerador, al menos los que no fueron atrapados el jueves en el Osteguna Rock Festival, que ofreció un excelente aperitivo de lo que se podría ver en los dos días posteriores. Y es que ningún aficionado al rock podrá decir que, a posteriori, el cartel le haya decepcionado. Los grupos que lo encabezaban cumplieron las expectativas, algo muy bueno para Black Crowes, Gov’t Mule o Los Enemigos, pero no tanto para Smashing Pumpkins. También hubo descubrimientos, como The Socks o The Sheepdogs, que muchos no olvidarán y seguramente serán los grupos más solicitados para próximas ediciones.
Variedad, otra marca de la casa
Azkena 2013 ha ofrecido desde el rock más pesado de The Sword, Quaoar o Uncle Acid & The Deadbeats, hasta el rock mezclado con soul y funk, agitado, no batido, de J.J. Gray & Mofro, pasando por el repertorio ochentero de Sex Museum, que dieron una lección magistral de cómo se maneja un escenario de las dimensiones del Kevin Ayers. Y otro fenómeno habitual en el festival es el de los grupos que se reivindican, con dos claros ejemplos: M Clan que demostró porqué estaba en el certamen, y Walking Papers, que sin Duff McKaggan triunfaron por todo lo alto, a pesar del reparo que a muchos parecía darles el formato trío. Y nunca se sabe cuándo, pero sí que llegará el momento de la actuación bufa del festival. Esta vez fue al final, con Rocket From The Crypt. A su solista le dio por hablar incansablemente, primero solo y más tarde con el público, cuando éste se aburrió y empezó comunicárselo a aquel por señas. A pesar de eso, el bolo fue un digno cierre para el festival, enérgico y directo.
Ya fuera de cartel se cumplió también algo inherente al ARF: el buen ambiente. Fue inmejorable tanto en el recinto, como fuera de él. Los paseos de un escenario a otro, las incursiones a la barra, los chuletones, los bailoteos en las carpas, la animación en el camping y alrededores, Arenna y Sumision City Blues… una interminable lista de detalles que son los que encandilan realmente a la 'parroquia' que año tras año asiste a su cita con el Rock’n’Roll, y sin los cuales no habría cartel, por muy grandes que fueran las letras, que sacara adelante el festiva. Casi 30.000 asistentes este año, que llegaron para triunfar y ofrecieron el mejor espectáculo que se puede ofrecer a los que se presentan sobre el escenario. “Gracias”, “Thank you” o “Eskerrik asko” fue lo que más les dijeron desde las tablas.
Entre las cosas que se podrían criticar sólo citaré una: la ausencia de mujeres en el cartel. Las que se han subido al escenario en esta edición se pueden contar con los dedos de una mano. Las chicas también hacen rock del bueno, ya lo han demostrado en este festival, y se merecen una atención que esperemos que en posteriores ediciones reciban.
¡Rock’n’Roll!
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