Explicación

El 18 de marzo del año 1944, día de Sandor según el calendario gregoriano, el escritor húngaro Sandor Marai y su esposa, invitaron a cenar a algunos parientes en el piso que el matrimonio había habitado durante dos décadas en la ciudad de Buda. La mesa para el banquete se dispuso de acuerdo con la tradición burguesa de un tiempo pretérito: vajilla de porcelana de Meissen, antigua herencia familiar, cubiertos de plata y dos candelabros franceses con las velas encendidas proyectando una luz íntima y misteriosa con la que iluminar los rostros de los familiares, el pequeño círculo burgués rodeado de unos muebles antiguos que reflejaban los gustos, las costumbres y los modos de las gentes del pasado.

Los once comensales se sentaron alrededor de una mesa ovalada. Todos eran descendientes de las familias burguesas que habían habitado el mundo sólido y confortable anterior a la guerra de las trincheras, siendo, todos, inequívocamente contrarios a los nazis, salvo uno de los parientes. Tras la cena comenzó, en torno a la mesa, la habitual tertulia, junto con las copas de vino y las tazas de café. Todos temían el final de la guerra. Lo que podía suceder tras la guerra. Sandor Marai opinó que había que romper de una vez con los alemanes. La mayoría estuvo de acuerdo, salvo el pariente nazi, que, encarándose con el escritor húngaro, le manifestó: “Yo no soy nacionalsocialista. Tú no puedes comprenderlo porque tienes talento. Yo no tengo talento así que necesito al nacionalsocialismo. Ahora se trata de los que no tenemos talento. ¡Esta es nuestra oportunidad!”.

El 19 de marzo del año 1944, o sea, al día siguiente de la celebración de esta cena, tres divisiones provenientes de Belgrado, dos de Zagreb, dos blindadas de Viena y una motorizada de Cracovia penetraron en el país magiar. Estas fuerzas no encontraron oposición alguna. La operación Margarethe fue la acción militar alemana que produjo la rápida ocupación de Hungría por el Tercer Reich. “Ahora se trata de nosotros, de los que no tenemos talento. ¡Esta es nuestra oportunidad!”. La oportunidad de los resentidos, la de los frustrados. Nada más vengativo. Nada más peligroso que la oportunidad aprovechada por quienes se sienten menospreciados, ninguneados por cualquiera de las formas de la inteligencia.

Tal vez lo que explica la barbarie financiada por los grandes empresarios industriales y alentada por millones de ciudadanos europeos durante el siglo XX, también explique el asalto a las instituciones democráticas por parte de los bárbaros en estos oscuros días del siglo XXI.