Podemos: o se moja o se ahoga

Pablo Iglesias salió el fin de semana de un mitin concurrido como pocos en los últimos tiempos en Sevilla. Señal de que esta sociedad no es tan ajena a la política como se suele afirmar y que está realmente interesada en escuchar a quien, hoy por hoy, le ha dado el revolcón más notable al escenario político. Pablo Iglesias ha conseguido en tiempo récord no solamente situar a su formación en lo mas alto en cualquier encuesta, sino sobre todo ha soltado buena parte de los nudos que atenazaban el debate político. La imagen de Elena Valenciano y Miguel Arias Cañete en el debate televisivo que todos seguimos dormitando, optando finalmente por otros programas o apagando la tele, es una clara imagen de la situación terminal a la que PP y PSOE habían llevado el debate. No es que a esta sociedad no le interesara la política: le aburría.

Y Podemos no solamente no le aburre sino que, sobre todo, le ha puesto las pilas a ese alto porcentaje de la sociedad española que estaba totalmente ayuno de una opción de izquierda que, para empezar, se lo pareciera. Lo ha hecho por dos vías, señalando con el dedo a quienes hacían de papel secante de la política, la casta (todo un hallazgo comunicativo) y proponiendo hablar de replantearse el pago de la deuda, de hacer una política efectiva contra la agonía de los desahucios, de plantar cara a los mandarines europeos, de permitir que por fin el cepo del código penal atrape a los corruptos y jetas.

Sin embargo, la entrevista que mantuvo el líder de Podemos a la salida del mitin con El País es un claro síntoma de que este partido se está acercando a la línea en la que tienes que decidir: o te mojas o te ahogas. Pablo Iglesias se mueve muy bien en su medio mientras las preguntas tienen que ver con lo que él y sus cuates han venido diciendo hasta la fecha (corrupción, casta, desahucios…), pero se le nota incómodo y, desde luego, incapaz de definir en temas que, quiéralo o no, figurarán en las cruciales tres convocatorias electorales de este año (municipales y autonómicas, catalanas y generales). Hay tres aspectos de esta entrevista que avisan de un agotamiento precoz del discurso de Podemos. Contestar que la opinión de los catalanes “es absolutamente fundamental para cualquier encaje” es decir menos que lo que Mariano Rajoy podría contestar tras una pantalla de plasma. La pregunta de Eva Saiz y Francesco Manetto era clara (la hicieron dos veces) y es la misma que a Pedro Sánchez le costó su primer resbalón: en la cuestión de la eventual independencia de Cataluña ¿están solamente concernidos los catalanes o todos los españoles? Es una manera de preguntar cómo gestionaría una crisis que, de ganar las elecciones a finales de año, se encontraría explotándole literalmente entre la manos. Es algo, por lo tanto, que a la sociedad a la que pide su voto le interesa sobremanera.

La segunda cuestión tiene que ver más con la marca de fábrica. Si Podemos surge contra un bipartidismo que ha agotado la política en este país, ¿es consecuente postular a Podemos como el nuevo PSOE frente al PP? Parece que Iglesias ha asumido que tiene que jugar primero una semifinal contra Pedro Sánchez para disputar la final a Rajoy. Eso no es otra cosa que más de lo mismo: lo que queremos los votantes de la izquierda es que la izquierda gobierne y no que disputen un play-off particular para luego enfrentarse a una derecha que, esta sí, ha estado y está unida. Es exactamente lo que hizo en su día el PSOE con el PCE y luego, ya en el poder y con mucha facilidad, con IU.

La tercera tiene que ver con el pasado y con el autorretrato. A una conocida presentadora televisiva ya le costó una pasta apostar que los líderes de Podemos, los más connotados al menos, no tenían un pasado de alabanza y peloteo al régimen venezolano. Sus posibles votantes queremos saber simplemente (y esa era la última pregunta sin contestar de la entrevista referida) qué alcance tiene ese pasado en su presente. Porque, contra lo que afirma Iglesias, las definiciones ideológicas sí sirven, y mucho, para entender la situación actual. En fin, que queremos saber y queremos que se mojen, sobre todo para que no se ahoguen.