Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Procés catalán: se amontonan los papeles
… se embarullan las palabras, todo es falso, nada es cierto, todo es cierto, nada es falso…
En mi constante puesta al día sobre el famoso 'procés catalán' ya he pasado por todos los trances posibles: la sorpresa, la previsión, la constatación, la certeza y, sobre todo, la duda. El procés catalán se ha convertido en una obsesión desde que, con motivo de la proclamación ritual de la república catalana el 27 de Octubre el Estado se viera en la obligación de aplicar el denostado Articulo 155 de la Constitución. En aquel momento el mapa catalán, -no solo el geográfico o territorial, también el social y económico-, comenzó a avivarse, diversificó sus paisajes y escenarios, confundió a unos y a otros, a quienes siendo favorables a la “cruzada” catalana creían que sus “puigdemontes” obraban en sus cabales, y a quienes se mostraban ajenos al conflicto que se desencadenaba de forma tan irresponsable como escandalosa.
El primer escenario apenas contenía actores, viejos o nuevos, ni en él se representaba ninguna obra extraña ni complicada en su argumento. Aquel capricho secesionista se reducía con medidas sencillas: encarcelamiento provisional de un manojo de instigadores y enredadores, habilitación de juez y fiscal determinado para la ocasión, y sustitución del máximo responsable de la Policía catalana, es decir del Sr. Trapero, como Mayor de los Mossos. Poco más, informes y más informes, eso sí, agitación a raudales, y el despliegue de un sinfín de triquiñuelas auspiciadas por un President escurridizo, cobarde y miserable, que vive de los desvíos económicos y de la utilización de cuentas bancarias de dudosa procedencia y nada dudosa legalidad, es decir, como mínimo “alegales”.
Curiosamente la contundencia del Estado no ha llegado siquiera ni a asustar a los protagonistas del desaguisado catalán, porque lo que parecía obedecer a un mero impulso de la catalanidad no era solo eso, sino que procedía de un plan mucho más complejo, pergeñado con mucha previsión y mimo, quizás por eso algunos de los actores hicieron mutis por el foro argumentando arrepentimientos dudosos a sabiendas de que la tupida red que se había ido tejiendo serviría suficientemente para mantener activos a los actores y actrices en el escenario, y a los espectadores en las butacas. El Estado actuó con poca previsión y alguna desproporción en momentos puntuales (léase, 1 de Octubre), pero esas características negativas deberían ser interpretadas de modo positivo por quienes pusieron tanto empeño en tachar a España (al Estado) de dominante en exceso y de “ladrona” con ese “España nos roba” que los catalanes voceaban.
Lo cierto es que conforme pasa el tiempo se va descubriendo que la tramoya utilizada por el independentismo no se ha reducido a un decorado atiborrado de símbolos catalanistas. Nada se eso, sino todo lo contrario porque la obra que vienen representando ha huido de ciertas parafernalias para poner el énfasis en la construcción de una tupida red, por otra parte muy costosa en lo económico, en la que no ha faltado ni siquiera el edificio (“residencia oficial” en Bruselas), custodiado por un antiguo Mosso en excedencia, que a buen seguro pidió su excedencia sin definir las características de su nuevo destino.
Más aún, los sucesivos informes y documentos oficiales van desgranando nombres de actores que tienen que ver con la información audiovisual y periodística (léase Roures, por ejemplo), o acontecimientos y actitudes que muestran como algunos profesionales del Orden propiciaron y auspiciaron el desorden. Y habrá tiempo para seguir descubriendo y comentando la trama a poco que la gente de la CUP vaya pasando por las salas de los interrogatorios. Sirve como ejemplo la declaración de Mireia Boya (CUP) que no ha dudado en admitir que buscaron la independencia real, frente a tantas disculpas imbéciles de quienes han dado la impresión en sus declaraciones que simulaban una especie de juego de guardias y ladrones, de persecutores y de perseguidos.
Lo cierto es que el procés catalán acumula papeles y documentos, ha servido para encontrar sentidos y significados “figurados” a las palabras, embarulla las opiniones, apila los artículos periodísticos al respecto, pero apenas esclarece y, sobre todo, está fundamentado en la tergiversación de los términos y en el capricho, o caprichos, de un antojadizo como Puigdemont, cuya cobardía y falta de dignidad le han convertido en una marioneta administrada por su propia osadía e insensatez.
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