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Perfil

Carlos Urquijo, el delegado que prohibía manifestaciones en Euskadi y que ahora convoca la marcha de Colón contra los indultos

Carlos Urquijo, en su etapa como delegado del Gobierno en Euskadi

Iker Rioja Andueza

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Con el apellido Urquijo por bandera, Carlos Urquijo Valdivielso no podía haber nacido en otro lugar que no sea Llodio. Decenas de personas allí se apellidan igual –lo escriban en euskara o en castellano, como él– y muchas han adquirido notoriedad pública en las últimas décadas. Llodio es la cabecera del valle de Ayala, una comarca al norte de Álava donde se usa el prefijo telefónico de la cercana Bizkaia y que ahora está sumida en una profunda crisis industrial. Es la misma que vio nacer a Santiago Abascal, ahora líder de Vox. Apartado desde 2016 de la primera línea política, este histórico del PP vasco que llegó a delegado del Gobierno y que se significó por pedir prohibiciones de manifestaciones recobra ahora protagonismo como convocante formal de la marcha de toda la derecha política, también la ultraderecha representada por Abascal, en la plaza madrileña de Colón contra los indultos a los presos independentistas catalanes.

Urquijo siempre ha representado al ala más dura del PP vasco. Graduado social, con tan sólo 23 años, en 1987, se convirtió en concejal en su localidad natal. Antes, con 18, se enroló en AP. Mantuvo el cargo hasta 2011, aunque durante años lo fue simultaneando con otras responsabilidades, como la de senador o, sobre todo, parlamentario vasco. En la Cámara autonómica ejerció como portavoz en materia de Interior durante años, con mucho protagonismo en los debates sobre ETA y el terrorismo. Pocos han olvidado sus corbatas con motivos taurinos y sus preguntas parlamentarias sobre recortes periodísticos. Dejó el acta en Llodio cuando Mariano Rajoy le llamó para ser delegado del Gobierno en Euskadi. En realidad, a Urquijo ya se le conocía en la Administración estatal como “el breve”, ya que ejerció ese mismo cargo también entre enero y abril de 2004. Relevó a Enrique Villar y nadie en el PP esperaba que, tras la mayoría absoluta de José María Aznar, lo ocurrido en unas generales marcadas por el 11–M y la guerra de Irak diera un vuelco al tablero político.

“¿Miedo [en Llodio]? Nunca. Lógicamente, tomo las precauciones necesarias y voy acompañado de una escolta porque no soy un inconsciente. Estoy en un cargo público desde hace años y desde entonces tengo asumida la posibilidad de que pueda ser objetivo de la banda terrorista. Pero esta posibilidad no condiciona en absoluto mi actividad pública en defensa de los intereses de los vascos y especialmente, en defensa de la paz y la libertad”, contaba a 'El País' en 2001. Cuatro años antes, en 1997, Urquijo en primera persona retiró una pancarta que el líder local de HB, Pablo Gorostiaga, luego preso ocho años por el sumario 18/98, colocó en defensa de la independencia de Euskal Herria, lo que suscitó un forcejeó. “Fue un acto espontáneo que no me gustaría volver a repetir. Me causa repulsión el enfrentamiento más mínimo. Lo que ocurre es que, efectivamente, hay ocasiones en que el animal racional que somos pierde los estribos y olvida su adjetivo. No estoy dispuesto al enfrentamiento físico pero tampoco lo estoy a esconderme”, argumentó más adelante. En Llodio, solamente la cofradía de Sant Roque –fundada en 1599 y que hasta bien entrado este siglo no admitía a mujeres– unía en las fiestas de agosto en una misma mesa a Gorostiaga y a Urquijo, como también al lehendakari Juan José Ibarretxe o al exalcalde Toño Aiz, ambos del PNV, así como al asesor en materia de derechos humanos con Patxi López o Manuela Carmena Txema Urkijo.

Urquijo, como Abascal, era cofrade de ese PP de Jaime Mayor Oreja y María San Gil que ahora Pablo Casado ha rescatado al recolocar a su frente al mismo líder que en la década de 1990, a Carlos Iturgaiz. Fue un proceso que se llevó por delante a Alfonso Alonso, ministro con Rajoy, y a la interina Amaya Fernández, ambos más moderados. Una de las primeras decisiones del nuevo-viejo líder fue repescar a Urquijo. Su etapa en la delegación del Gobierno fue bronca, basada en recursos contra instituciones locales –para el uso de la bandera española, por ejemplo– y se cerró con una polémica fotografía de él con su familia comprando en el 'top manta' en Bilbao. Alonso buscó como alternativa el perfil de Javier de Andrés, etapa que propició un acercamiento al PNV y acuerdos presupuestarios en las Cortes Generales hasta los días previos a la moción de censura de Pedro Sánchez. Aquella estrategia jurídica de Urquijo estuvo dirigida por una abogada del Estado ahora reconvertida en política: Macarena Olona.

Pero el apoyo de Iturgaiz no fue suficiente el año pasado. El candidato asignó para él un puesto de salida en las listas para las autonómicas vascas de 2020, el 'número cuatro' por Álava, una provincia en la que los 'populares' obtienen tradicionalmente buenos resultados. Sin embargo, la debacle electoral fue tal que, incluso sumado Ciudadanos a una nueva marca conjunta llamada PP+Cs, Iturgaiz perdió tres escaños –cinco si se suman los dos que corresponden a los naranjas– y Urquijo quedó fuera de la Cámara. Antes, Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno como él pero en la Comunidad de Madrid, lo fichó para un cargo cuando fue presidenta autonómica. Ese camino del valle de Ayala a Madrid similar al que en su día siguió Abascal, a quien Esperanza Aguirre hizo responsable de Protección de Datos. Urquijo se dice buen amigo de los Abascal. “Tuve una amistad casi de familia”, explicaba en 'La política online' antes de esos comicios. 

Y añadía: “Compartimos muchas cosas, en aquellos años llamados 'de plomo' en el País Vasco. Y todas esas vivencias son mucho más importantes que las diferencias que podamos tener desde el punto de vista político en este momento. Yo con Santi tengo una relación estupenda. Lo que siento es que, en su momento, considerara que el PP no defendía aquello por lo que él había trabajado durante tantos años y se fuera para crear una formación política diferente. Sinceramente, creo que tampoco hay tantas diferencias entre ambos partidos. Y, desde el punto de vista personal, la relación con la familia Abascal ha sido y es magnífica y está muy, muy por encima de las situaciones políticas en las que podamos encontrarnos a lo largo de la vida”.

En la etapa reciente, Urquijo ha sido parte activa de fundaciones de la derecha en defensa de la unidad de España, como la Villacisneros –en la que está María San Gil– o la vasconavarra Esteban de Garibay –en la que está también Beatriz Fanjul–. Más recientemente se ha sumado a Unión 78, una plataforma de Rosa Díez. Ahora, quien como delegado del Gobierno era el que solicitaba prohibir manifestaciones, es el que ha pedido las autorizaciones para el acto en Colón que volverá a unificar en una sola fotografía a todas las derechas.

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