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“Hay que forzar que los hombres cojan los permisos de paternidad con la ley”

La diputada de Empleo, Inclusión Social e Igualdad de Bizkaia, Teresa Laespada.

Eduardo Azumendi

Para Teresa Laespada, no se puede decir que la economía mejora mientras miles de trabajadores siguen sin encontrar empleo. “Es mi mayor preocupación”, zanja la diputada de Empleo, Inclusión Social e Igualdad de la Diputación de Bizkaia. Aunque el empleo (y de calidad) es su mayor prioridad, su departamento abarca multitud de áreas. Entre ellas la de igualdad. Según Laespada, ya no basta con el sistema de cuotas para obligar a que los hombres se impliquen más en el cuidado de niños y, sobre todo ancianos. “Hay que forzar que los hombres cojan los permisos de paternidad con la ley. Hasta ahora, el 95% de los permisos los cogen las mujeres. Es un porcentaje que no cambia con el tiempo. Habrá que forzar con la normativa que eso no siga así”.

¿Qué balance hace de estos meses como diputada de Empleo, Inclusión Social e Igualdad?

Presupuestariamente me gustaría tener más dinero para poder hacer más cosas, pero entiendo que vivimos en un marco competencial donde el respeto a la autonomía de las distintas administraciones nos obliga a movernos con cautela. Nos hemos hecho con las riendas de lo que tenemos, hemos marcado la estrategia de por dónde hay que avanzar en esta legislatura.

¿Sigue siendo el empleo el mayor elemento de protección social?

Desde la Revolución Industrial hasta ahora el empleo siempre ha sido el mejor elemento de protección social. Es verdad que cada vez eso se sustenta peor. Hay colectivos que van a entrar y salir del mercado laboral de manera muy regular a lo largo de su vida. ¿Y eso qué significa? Pues que vamos a tener que ir desarrollando estrategias para ese tipo de personas. No podemos decir que la economía mejora mientras la gente no tenga trabajo

¿Qué tipo de empleo puede activarse?

Pues el de cualificación media y elevada. El encaje más complejo es para los empleos menos cualificados porque ese tipo de tareas se están robotizando o se suprimen directamente.

¿Y pasar de ocho a seis horas?

Sí, pero ¿con reducción salarial? Claro. El problema es que menos horas, menos salario y esa es una ecuación complicada. Es posible que en escenarios a más largo plazo vayamos a algo de eso, pero de momento no se percibe.

Prolifera la temporalidad.

Creo que debemos empezar a pensar que la cadena de empleo va a tener que ser sustentada por empresas con un alto poder productivo, que paguen impuestos adecuados y que podamos sostener por medio de los impuestos a determinadas personas que no van a poder acceder al mercado laboral. Lo que sí parece es que la activación laboral va a venir por el empleo cualificado. Las empresas industriales son las que van a tirar del carro. Hay otro nicho de empleo, que es el de los cuidados. No acaba de despegar del todo, pero a medida que vaya envejeciendo la población se va a necesitar más personas cuidadoras. En los próximos años se verá con claridad.

Una parte de los trabajadores tienen que recurrir a la RGI para poder complementar sus salarios.

Alrededor de una tercera parte de la RGI se destina a complementar sueldos que no llegan al Salario Mínimo Interprofesional, es decir, van a parar a lo que se conoce como trabajadores pobres. La Renta de Garantía de Ingresos es un sistema magnífico. Ha permitido tener la menor tasa de desigualdad de todo el Estado y de muchos países punteros en Europa. A la vez, permite tener menor fracaso escolar. Cuando las familias consiguen tener unos ingresos mensuales tienen tranquilidad para que sus hijos sigan en el sistema escolar de una manera sostenida. Es un sistema vital para el modelo de país y aunque resulta una estructura cara revierte por otros lados.

¿Podría desincentivar la búsqueda de empleo?

Todo depende del nivel salarial que pongas para la RGI. El truco no está en bajar la RGI, sino en aumentar el Salario Mínimo Interprofesional. Hay trabajadores que se esfuerzan, que trabajan ocho o diez horas al día y no llegan a los 648 euros del Salario Mínimo Interprofesional. Es gente que trabaja y no puede vivir de su empleo. El mercado de trabajo se ha precarizado de tal manera que se ha acercado mucho al coste de la Renta de Garantía de Ingresos. Y ahí es verdad que tiene que haber una cierta diferencia para que no resulte desincentivador. Por eso hay que presionar para que todo el que trabaje tenga un sueldo digno y pueda vivir de él.

¿Qué escenario baraja en la crisis de ACB?

Quizá no sea un cierre indefinido. Vamos a pensar que si Europa consigue una normativa antidumping que bloquee la entrada del acero chino es posible que la ACB logre salir adelante. La acería recicla chatarra y contamina muy poco porque utiliza energía eléctrica. En ese sentido, es una fábrica con futuro. Lo que me preocupa más son las contratas que trabajan para ACB porque van a despedir de manera inmediata a sus trabajadores. Mientras la plantilla de ACB está en un ERE y tiene posibilidades de reengancharse, la gente de las contratas tiene menos opciones. Mi esperanza en esa zona es La Naval, que tiene carga de trabajo hasta 2019 y va a incrementar el número de puestos de trabajo. Eso nos hace pensar en que haya que reconvertir a los trabajadores de las contratas de ACB para que puedan desenvolverse en La Naval si es necesario.

El 95% de los permisos por maternidad los cogen las mujeres. ¿No hay manera de invertir esa dinámica?

La situación debe cambiar, pero ya no basta con las palabras. Hay que forzar que los hombres cojan los permisos de paternidad con la ley. Para cambiar la sociedad no hay más remedio que mirar hacia los hombres y decirles ‘ahora os toca a vosotros recorrer el camino que en su momento ya hicieron las mujeres’. Hay muchos padres que asumen el cuidado de sus hijos, pero no es suficiente. Acompañan, pero no son los verdaderos gestores del proceso. Ni siquiera se plantean el cuidado de los mayores, de sus padres. Y eso lastra a las mujeres, que son iguales que los hombres ante la ley y en los discursos, pero en el día a día sufren la desigualdad.

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