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Mondragon contra Mondragon

Miembros de Ordaindu durante la entrevista con eldiarionorte.es

Eduardo Azumendi

Clara Elkorobarruti trabajó más de 23 años en Fagor Electrónica y tras una reestructuración pasó a Fagor Electrodomésticos. Metió todos “sus ahorros” en la cooperativa animada por la propia dirección. En aquel momento, año 2006, aún se sentía parte de la empresa, con mucha ilusión. “Esperaba a jubilarme para poder sacar el dinero poco a poco, pero cuando fui a recuperarlo en 2011 me dijeron que no había nada”. Y como ella alrededor de 950 antiguos cooperativistas de Fagor Electrodomésticos que se enfrentan en los tribunales a la Corporación Mondragon. Le exigen el pago de 47,8 millones de euros en concepto de indemnización por los daños y perjuicios ocasionados por la pérdida de los ahorros que tenían depositados en forma de aportaciones voluntarias, préstamos mercantiles o reintegros pendientes en las dos cooperativistas que quebraron.

Esta semana se ha celebrado la vista previa en los juzgados de Bergara. La juez ha admitido a petición de los demandantes que los antiguos máximos responsables de la Corporación Mondragon y de Fagor Electrodomésticos declaren como testigos en el juicio por la demanda interpuesta por los 950 excooperativistas . Previsiblemente, la vista oral se celebrará en primavera.

Se trata de un enfrentamiento entre la pura esencia de la Corporación Mondragon: antiguos cooperativistas, que en algunos casos suman más de 40 años de fidelidad a la empresa. Es el caso de Mikel Olabe. “Tengo la mitad en aportaciones voluntarias y la otra mitad mediante un préstamo mercantil, que es aquel dinero que se mete en la cooperativa como capital social y se convierte en una cantidad. A la hora de jubilarte tienes dos opciones: sacar el dinero o dejarlo en la cooperativa para su autofinanciación. En este caso recibes un interés. En 2012 dejaron de pagarme el dinero que me daban cada mes por el préstamo. Reclamé y me dijeron que no sacara el dinero porque se podía caer la cooperativa Fagor Electrodomésticos. Había rumores, los resultados no eran buenos, pero los directivos seguían vendiendo que había porvenir. Hicieron un plan de viabilidad. El gran truco es que confiábamos en que la dirección. Deliberadamente nos mintieron para que no sacáramos el dinero y mientras tanto preparaban el concurso de acreedores. De un día a otro nos quedamos sin nada sin ninguna explicación”.

Los demandantes se han agrupado en dos organizaciones, Ordaindu (los afectados de Fagor Electrodomésticos) y Eskuratu (los afectados por la caída de Edesa), para poder defender mejor sus intereses. Se trata de la mayor demanda acumulada de Euskadi. La clave de su demanda es que el grupo Mondragon “perjudicó de forma directa sus intereses como acreedores” a sabiendas, engañándoles sistemáticamente con la idea de que las compañías “tenían futuro”. Además, recalcan que la Corporación Mondragon les indicó que “apoyaría económicamente” estas dos firmas y que “no permitiría que desaparecieran.

Ana Iriarte estaba en activo cuando se produjo la quiebra. “Metía el dinero en la empresa porque creía en ella, sin ánimo de lucrarme ni nada parecido. A la empresa le costaba menos el interés que nos daba a los cooperativistas que al banco. Me pilló la caída trabajando. En las reuniones con la empresa sabíamos que sobraba gente, pero nadie nos llegó a hablar sobre la gravedad del tema”.

La reclamación ha iniciado el recorrido judicial con un proceso en los juzgados de Bergara (Guipúzcoa), más de un año después de la presentación de la demanda en diciembre de 2015. “Somos esencia de Mondragon”, enfatiza Olabe, sentado en torno a una mesa junto a siete compañeros en su misma situación. Ordaindu ha habilitado un pequeño local en Mondragon que hace las veces de cuartel general, de esta plataforma que todos los jueves recorre en manifestación las principales calles de Mondragon. “Seguimos con el firme propósito de no parar hasta conseguir que nos devuelvan los ahorros que, de forma totalmente injusta, nos arrebataron desde MCC tras la caída de Fagor”, se puede leer en los comunicados que llaman a la ciudadanía a sumarse a sus movilizaciones.

“Nos hemos criado”, explica Olabe, “en el espíritu cooperativista. Entre los valores del cooperativismo los fundamentales son la solidaridad intergeneracional e intercooperativas, que ha funcionado hasta que Fagor ha caído. Las generaciones mayores que pusimos en marcha todo el entramado ahora nos quedamos sin nada. Por ejemplo para crear Caja Laboral los cooperativistas que llevamos más de 40 años pusimos una cantidad. ¿Dónde está ese dinero?”.

Más de 40.000 euros

Mientras tanto, la Corporación Mondragon asegura que “no cuenta siquiera con competencias” para hacerse cargo de estas reclamaciones. Peticiones, que según el grupo, “resultan ajenas a la naturaleza y realidad” de la cooperativa. “No tiene sentido buscar en Mondragón un responsable de las decisiones sobre la continuidad de las cooperativas que solo corresponden a quien las adoptó, ni pedir a las instituciones de Mondragón, que son el principal acreedor de las sociedades concursadas, la devolución de cantidades que los socios individualmente aportaron a su propia cooperativa”.

Karmele Etxabarri, trabaja ahora en Cata, la empresa que ‘heredó’ los restos de Fagor Electrodomésticos. “Desde niña he visto en casa las aportaciones voluntarias a Fagor por parte de mis padres, quienes también eran cooperativistas. Heredé de ellos la confianza en la empresa. Nunca me había fallado. Cuando empezaron los rumores el Consejo Rector animaba a fraccionar los pagos, pero siempre dando confianza hasta el último día. Y resulta que lo que estaban preparando era un cierre ordenado”.

De media, los antiguos cooperativistas tienen ‘enterrados’ alrededor de 40.000 euros. Recuperar esos ahorros supone el 0,5% de la facturación total del grupo vasco. “Todo se reduce a voluntad política”, subraya Olabe. “Hemos intentado hablar con la empresa varias veces y siempre se ha negado a negociar una solución Lo seguiremos intentando hasta el final. Con el tiempo cada se ve más claro que lo que intentó es mantener con vida a las dos cooperativas el tiempo necesario para conseguir un concurso de acreedores lo más ordenado posible. Las empresas de economía social tienen una serie de cualidades, como que los beneficios se reparten de una determinada manera, el abanico salarial es menor que en otros sitios, el empleo está por encima de todo….Pero Mondragon se ha tragado las cualidades del cooperativismo con la caída de Fagor Electrodomésticos”.

El caso de María Jesús Ruiz de Viñaspre es peculiar dentro de la casuística de los afectados. “Al pedir el dinero del préstamo me dicen que el compañero de mi hija se puede incorporar a la cooperativa si dejo el dinero. Acepté el cambio en 2010. Incluso metí una indemnización que le dieron a mi hija como consecuencia de un accidente como aportación voluntaria y le prometieron a mi yerno que entraría como socio. Pero lo único cierto de todo es que me he quedado sin ahorros y a mi yerno no le ha llamado nadie”.

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