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Rubén Pereda

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Las fiestas de Vitoria no serían lo que son sin la bajada de Celedón, sin la subida, sin la devoción por la Virgen Blanca y el respeto por la tradición de blusas y 'neskak' de patearse la ciudad de arriba abajo, sin las procesiones, sin los gigantes, cabezudos, reyes, sotas, caballos y Gargantúa. De igual manera, las fiestas de Vitoria tampoco serían lo que son sin el deporte, que, en sus diferentes formas, ha engrosado siempre las líneas del programa para los seis días de celebraciones. Pelota, fútbol, sokatira y otros 'herri kirolak', boxeo, motocrós, ciclismo, bolo alavés, ... Con el paso del tiempo, algunas modalidades se han caído del cartel, otras se han sumado y algunas han permanecido tras someterse a la inevitable transformación que exige el discurrir de los años.

La pelota, por ejemplo, siempre ha tenido reservado un hueco eminente en el cartel de las fiestas. En 2023, el frontón Ogueta será testigo de la final de la edición de este año del Torneo Virgen Blanca. Por vez primera en dos décadas, ha participado en el certamen un pelotari de la provincia. En 1902, más de siete decenios antes de que se inaugurase ese frontón, años antes incluso de que naciese el ilustre pelotari vitoriano que le da nombre, ya se jugaban en las fiestas en honor a la Virgen Blanca partidos de pelota. Así lo recoge, por ejemplo, la crónica que el 'Heraldo Alavés' hizo de la jornada del 4 de agosto de ese año: “Grande era el interés que entre los aficionados al vasco 'sport' había despertado el partido anunciado para hoy. [...] Ha habido tantos reñidísimos y jugadas maestras”. “El público ha premiado sus trabajos con ruidosas ovaciones, no escatimando los parabienes para Romualdo y Baltasar, que a pesar de todo han perdido poquísimos tantos”, añadía el texto sobre la derrota de los 'encarnados' a manos de los azules. “El partido ha durado dos horitas. La entrada buena y... el vendedor de gaseosas hecho un 'pelma'. Mañana más”, apostillaba el cronista.

Los bolos alardean en Álava de una modalidad autóctona y particular: en el bolo alavés, la bola, de madera, se lanza por una loma estrecha, de alrededor de veinte metros de longitud, que ha de recorrer para derribar el bolo cantón y, con él, los otros tres, situados detrás, que se conocen como medio, carraca y guarda. “Sabido es que no hay juego en Álava que tenga más extensión y aceptación que el de los Bolos”, recogía el 'Pensamiento Alavés' del 5 de agosto de 1955, que repasaba en sus páginas cómo la introducción de este juego en el programa de fiestas de forma ininterrumpida desde 1945, con campeonatos provinciales auspiciados por la Caja de Ahorros Municipal, había propiciado que ganase aún más popularidad. “Pero todavía, como dicen los campeones, no se ha hecho lo suficiente por la propagación y atención de este deporte, que es la principal distracción y más sana de nuestros pueblos”, lamenta el rotativo. En aquella edición de 1955, la undécima, participaron ya hasta 367 jugadores, número récord hasta la fecha.

Las fiestas de Vitoria, aunque siempre empapadas por un goteo incesante de eventos deportivos con 'label' de la tierra, no han sido ajenas tampoco a las tendencias internacionales de cada momento. En 1946, por ejemplo, se rindieron a la lucha libre a la americana, que estaba en boga por entonces. Se pueden leer las siguientes líneas en el 'Pensamiento Alavés' del 6 de agosto de aquel año: “Se celebraron en la cancha del frontón los combates anunciados. Acudió muchísimo público, prueba de la expectación que había despertado la tan ansiada reunión del deporte en moda: la lucha libre a la americana. Abrieron el programa con un combate de ”greco“ los madrileños Martínez Soria y Fernández II, dos artistas de la especialidad, en un combate maravillosamente proyectado. Ambos luchadores se 'hicieron' en seguida con el público, arrebatando calurosas ovaciones con el ardor y la técnica que destilaron en los dos primeros asaltos”. En esas mismas páginas, se habla también de lo “colosal” de los combates “por la velocidad, por la destreza y por la extraordinaria agilidad de que hicieron gala los gladiadores”.

También han sido varios los años en los que las motos han tomado la ciudad en diferentes pruebas. Si el 5 de agosto de 1955 se celebró una carrera con doce corredores, el 6 de agosto de nueve años después se organizó la primera edición del Motocross Virgen Blanca. A lo largo de la historia de las fiestas en honor a la Virgen Blanca, se tiene constancia de muchos otros campeonatos y pruebas deportivas, con un abanico de disciplinas que abarca desde el tiro al plato en Mendizabala hasta el boxeo, transitando por otras muchas más. Por Vitoria pasó, con la excusa de las fiestas, Luis Romero, boxeador de renombre en las décadas de 1940 y 1950. “El gran campeón llegará esta noche a Vitoria. Y con la presencia traerá un gesto simpático para los blusas: el de costear las vaquillas que cierran la programación. Por referencias sabe Romero el ambiente de las fiestas vitorianas y queriendo contribuir a la alegría de la juventud ha dispuesto que después de 'sacudirse' con Suso se suelten en el ruedo unas cuantas vaquillas emboladas que ya están en los corrales del coso vitoriano. ¡Lo que faltaba! Por si fueran pocas las simpatías que despierta el campeón, este gesto vendrá a desbordar el afecto de reciprocidad de los vitorianos. ¡Ole por Romero!”, se puede leer en las páginas del 'Pensamiento Alavés' del 7 de agosto de 1950.

El 7 de agosto de 1921, el Deportivo Alavés, que tan solo se llamaba así desde apenas unos meses antes, se enfrentó con motivo de los festejos al Haro Sport Club en un partido de 'foot-ball' en el que ganó por dos 'goals' a uno. Señala el 'Heraldo Alavés' del día siguiente que “acudió mucho público”. Se aprovechaban las fechas, además, para celebrar los campeonatos provinciales de varios deportes, como por ejemplo los de ciclismo. En 2023, el propio equipo albiazul ha sido protagonista por su ascenso a Primera División. Sus representantes prendieron el cohete anunciador de la bajada de Celedón.

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