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Los hosteleros vascos temen por las nuevas restricciones de la pandemia: “Como esto siga así, no nos quedará más remedio que cerrar”

Guadalupe Frutos, propietaria del bar Basilio

Maialen Ferreira

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Guadalupe Frutos es la propietaria del bar Basilio, en Arrasate-Mondragón (Gipuzkoa), uno de los territorios de Euskadi con mayor número de contagios que se están registrando en esta segunda ola del coronavirus. Tras los positivos de coronavirus que se han acumulado el fin de semana, Gipuzkoa está ya al borde de la tasa de 500 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días, considerada la barrera a partir de la cual se enciende el metafórico semáforo rojo que en zonas como Madrid ha llevado incluso a los confinamientos. En un día normal, en el Basilio podrían llegar a juntarse entre 30 y 40 personas; con la pandemia, ya sea por miedo o por las medidas de seguridad para evitar contagios, apenas acuden 10 personas al mismo tiempo.

“Como esto siga así, no nos quedará más remedio que cerrar”, lamenta Guadalupe, cuyo negocio da trabajo a dos camareras, una de ellas de baja por maternidad. Las nuevas restricciones anunciadas este sábado, que en estos momentos se encuentran en un laberinto jurídico a las puertas de aprobarse, reducen al 50% en los aforos en hostelería, salvo en terrazas, contempla el cierre de 'txokos' y sociedades gastronómicas y la hostelería deberá adelantar su finalización a medianoche. 

“Lo del aforo al 50% no nos importa tanto, hace meses que el bar no se llena por el miedo que tiene la gente a contagiarse, pero el cierre a medianoche sí y sobre todo los fines de semana. Ayudaría que el Ayuntamiento nos permitiera poner una terraza, pero al ser un bar que se encuentra en frente de un pequeño jardín, no se nos permite”, señala esta hostelera, que ha solicitado hasta cinco veces el permiso para poder instalar una terraza y así mejorar las ventas de su negocio.

Lejos quedaron las tardes de partido en el bar Poza 46, de Bilbao, cercano al estadio de San Mamés, cuando la multitud animaba al Athletic Club desde dentro y fuera del bar. Ana recuerda, que para cubrir aquellas tardes y noches, por la gran cantidad de trabajo que suponían, su jefe contrataba a dos personas más que desde el inicio de la pandemia están en ERTE.

“Al mantener las distancias y que estén todos sentados, el aforo es el mismo prácticamente. A partir del jueves el cierre se alargaba más, pero de lunes a miércoles, que es cuando yo trabajo de tarde, cerramos a las 23.00, por lo tanto es también lo mismo. Lo que sí que se nota es que hay menos gente. Se nota mucho porque es una zona en la que siempre se han juntado grandes cuadrillas sobre todo para ver los partidos de fútbol”·, cuenta a este diario Ana, una de las trabajadoras de Poza 46, un bar de pintxos que emplea a tres camareros (entre ellos el propietario) y una cocinera.

En Vitoria, Christopher, trabajador de la cervecería The Tap, cuenta a este periódico que viven con el miedo a que las restricciones en hostelería supongan “un paso atrás” para su negocio. “Un cierre lo hemos soportado gracias a los ERTE. Eso los camareros, porque al empresario, mi jefe, no le han dado ninguno. Uno lo hemos podido aguantar, dos ya no. Me imagino que como el resto de todos los locales. Estamos esperando a las restricciones. Si es un cierre total o que solo sea para llevar, con cafés para llevar no nos da para vivir. Estamos a la espera de a ver si nos podemos mantener como estamos, que por lo menos ahora estamos más flojos que el año pasado en estas fechas, pero estamos estables, que no es poco hoy en día”, ha lamentado.

Fuentes del departamento de Turismo, Comercio y Consumo han señalado a elDiario.es/Euskadi al respecto de las restricciones que “ante todo hay que acatar las medidas sanitarias”. “Sin salud no es posible la reactivación económica”, indican desde el área que dirige el socialista Javier Hurtado, quien el pasado viernes se reunió con las tres asociaciones de hostelería de Euskadi para analizar un escenario económico complejo. La convivencia con ellas no ha sido siempre tan pacífica ya que en agosto recurrieron y tumbaron un primer paquete de medidas aprobado por la entonces consejera de Salud, Nekane Murga.

Una de las fotografías del fin de semana fue la de Javier Hurtado sentado en la mesa de crisis de la emergencia sanitaria (denominada LABI en euskara). Era la primera vez que el área de Turismo, Comercio y Consumo participaba en el pilotaje de la pandemia al lado de los responsables de Salud, Seguridad o Educación. En el área de Hurtado lo interpretan como guiño al sector. Estas fuentes destacan que el fondo extraordinario COVID-19 “incorporaba ya 15 millones de euros que beneficiaron a 5.400 empresas con una cuantía media de 2.600 euros”. También alude a la próxima puesta en marcha de los bonos de consumo.

Artículo elaborado con información de Rubén Pereda e Iker Rioja Andueza

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