La incidencia de la varroa y sus efectos negativos en la apicultura extremeña han crecido en el último año como consecuencia de la ausencia de lluvias y de unas temperaturas más altas de lo habitual.
El presidente de la Sectorial de Apicultura de Asaja Extremadura, Paulino Marcos, explica que la presencia de este parásito es en la actualidad muy preocupante, pues ha hecho crecer la mortandad de las colmenas. Según ha explicado, un 40 por ciento de las colmenas han de recuperarse ahora como consecuencia de la campaña anterior, un porcentaje “muy superior” al de décadas anteriores y generada “en gran parte” por la varroa.
Las altas temperaturas y la ausencia de un sistema efectivo en la lucha contra la varroa, pues ésta afronta cada vez mejor la molécula que debería eliminarla, hacen que el problema “se agudice”, ha explicado.
Por ello, Marcos ha insistido en la necesidad de que las administraciones trabajen para encontrar un “nuevo sistema”.
El problema no es solo los costes económicos, ha advertido, sino que la ausencia de lluvias y las temperaturas por encima de lo habitual en invierno dificultan aún más la recuperación de los enjambres.
“En la actualidad no hay ni siquiera la confianza de que se pueda contar para la campaña de este año con la cabaña disponible durante el pasado ejercicio”, ha señalado.
Condiciones climáticas
Las condiciones climáticas de 2020 no solo han afectado a la restauración de las colmenas, sino también al crecimiento de las flores, que han brotado antes de tiempo como consecuencia del adelanto de la primavera -como puede apreciarse en los naranjos y cerezos-, flores que sin lluvias y con altas temperaturas no podrán mantenerse mucho tiempo.
Todo ello hace prever una campaña “desastrosa” si no llueve en primavera, pues llevaría a los apicultores a adelantar la campaña o incluso en muchos casos a posponer el uso de las colmenas a 2021.
“Lo más preocupante es que esta situación ya ocurrió el año pasado”, que arrojó producciones muy pobres y cifras negativas que se concatenan durante los últimos ejercicios.
A ello se añade que en Castilla y León, donde se realiza la trashumancia tras la campaña en Extremadura y que es tabla de salvación para la producción de los apicultores extremeños cuando la situación es desfavorable, la realidad es ahora “similar”.
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