Los otros ciudadanos

En las ciudades pequeñas, como las de Extremadura, no era habitual la imagen de alguien pidiendo dinero en la calle; en capitales como Cáceres hoy puedes contar hasta una veintena de personas en el centro, llegaron con la crisis y siguen ahí, como la crisis. Y hasta en esto hay clases, sorprenden mensajes como ‘soy extremeño necesito ayuda’, ‘acepto dinero y trabajo, no me traigan café por favor’ o ‘estoy operado de laringe acepto cosas para vender o dinero’; son nuestros vecinos, por eso los ves hablando con normalidad con sus conocidos camino del trabajo, se paran para preguntarles por algún familiar o por la simple rutina de saludarles.

Es su rutina, su esquina, su portal, su escalera (y una mirada de culpabilidad que duele mucho más). Una rutina indecente por sangrante, una indecencia que permite el Estado mientras lanza mensajes de recuperación positiva, de crecimiento, de imagen de poder y solvencia. Queremos que Europa nos vea como modélicos por haber ejecutado recortes que han paralizado, anulado, los servicios sociales de base, la sanidad, la educación y que han vuelto a abrir una brecha insalvable entre ellos y nosotros. Ellos, pescadores en río revuelto, se han hecho más ricos; nosotros somos menos ciudadanos (menos derechos, menos trabajos, menos servicios, menos posibilidades, menos becas, menos medicinas, menos médicos, menos maestros, menos sueldo…) y más pobres.

Sus cifras y nuestras cifras. Las suyas son para saber contar muy bien, según los analistas, la Banca ganará en 2015 un 42% más superando los 16.000 millones de euros –Caixabank ha duplicado sus ganancias en el primer trimestre y ha ganado 329 millones, el Santander un 31% y ha ganado 1.710 millones de euros en solo tres meses- ahora mismo, según datos de la Asociación Española de Banca, AEB, los bancos españoles han obtenido un resultado atribuido de 3.651 millones de euros en los tres primeros meses del año, lo que supone un aumento del 62,8% respecto al mismo periodo del año anterior.

Claro que ellos pueden, porque su rescate, que es nuestro naufragio, lo estamos pagando nosotros. Cuenta la economista Ana Pérez en su blog que de los 61.495 millones de euros que el Estado ha prestado a los bancos “solamente se han recuperado 1.760 millones de euros. Es decir, que cada contribuyente ha prestado a los bancos cerca de 1.300 euros y únicamente hemos recuperado 37 euros”. Si nosotros hiciéramos lo mismo con ellos… Europa no es para los ciudadanos, ni contamos nada, es para los grandes lobbys del dinero. No descubro nada.

Luego están nuestras cifras, las de verdad, las de los ciudadanos que tienen que pedir en la calle, las de las familias que viven muy por debajo del umbral de la pobreza, las de la gente desesperada que quiere pagar y no puede, que pide un respiro en estos años de asfixia.

Números reales de quienes trabajan cada día con la pobreza: Cruz Roja Badajoz atiende a 20.000 familias que sin su ayuda no podrían comer, en Cáceres atienden a 4.500 familias en riesgo de exclusión en la provincia, 1.700 de ellas en la capital cacereña. Unicef afirma que el 30,5% de los niños extremeños vive en riesgo de pobreza infantil. Según la Asociación de Ciencias Ambientales somos la quinta región con más pobreza energética, más de 220.000 ciudadanos gastan en energía doméstica más del 10% de sus ingresos y hasta 90.000 se declaran incapaces de mantener su vivienda a una temperatura adecuada en invierno. Esa pobreza es real.

Llevamos toda una legislatura hablando de Renta Básica, es decir que las familias que peor están puedan contar con, al menos, 370 euros al mes durante un periodo inferior a un año, y no somos capaces de terminar con expedientes irresolubles, mareando leyes, decretos y normas que rozan lo ridículo. Si alguien estuviera preocupado por ello, no pasarían los meses, uno tras otro, para desesperación de muchas familias. Para más inri llega el nuevo gobierno y afirma que se han aprobado 2.500 rentas básicas sin presupuesto; tropelías que siempre pagan los mismos.

Este país sí es diferente, se permite tener 3,4 millones de viviendas vacías, según Amnistía Internacional, a pesar de que tenemos una de las políticas de vivienda social más endebles de Europa con tan sólo un 1,1% de viviendas de este tipo, frente al 32% de los Países Bajos, el 23% de Austria, el 18% del Reino Unido o el 17% de Francia.

Estas son nuestras cifras, las reales, las que no se pagan con tarjetas black, ni viajan en primera clase a cuenta del Estado, ni gastan 600.000 euros en unos premios de teatro o 200.000 en un concierto de saxofón; las cifras de quienes tienen lo justo, o ni siquiera eso, y que mañana volverán a estar en la calle, en su esquina, detrás de un cartel que reza ‘soy extremeño, una ayuda por favor’.-