La criadilla, el hongo más escondido de la dehesa que brota en primavera
Numerosos aficionados a la micología acuden estos días a las dehesas de Salamanca para recolectar unos hongos muy singulares, que también brotan en Extremadura, conocidos como criadillas o turmas y que están escondidos bajo tierra dos o tres centímetros.
“No tienen confusión con ningún otro hongo”, explica el micólogo salmantino José Ignacio Gómez Risueño, que recuerda que este tipo de seta puede ser blanco o más rojizo.
Para recolectarlos hay que estar muy atentos al principio de la primavera y, especialmente, la climatología de este año ha favorecido mucho a su proliferación.
Antes, eran los pastores los que mejor sabían recolectarlas, ya que es muy complicado verlas, debido a que están enterradas alrededor dos o tres centímetros, aunque al final de su crecimiento acaban aflorando.
Un abultamiento de la tierra o una grieta son las pistas que los expertos tienen como referencia visual para comprobar que en el subsuelo puede haber una criadilla, que tiene forma redonda un tanto irregular y con un diámetro medio de entre dos y cuatro centímetros.
Sin embargo, los hombres no son los únicos recolectores de este tipo de hongo característico de las dehesas, ya que “a los cerdos, las liebres e, incluso, a las ovejas les encanta comer esta seta”, asegura Gómez Risueño.
En la provincia de Salamanca, este hongo, cuyo nombre científico es el de “Terfezia arenaria”, se da especialmente en las comarcas del Valle de Azaba, Campo de Argañán o en El Abadengo, todas en el oeste salmantino y limítrofes con Portugal.
Buen año
Juan Luis Agudo, un experto recolector de criadillas vecino de Bañobárez (Salamanca), reconoce que “este año está siendo muy bueno, han salido muchas y aún quedan más por brotar, ya que el terreno está húmedo y también está acompañado de sol”.
El brote de estos hongos también está favorecido por terrenos ácidos y arenosos en zonas donde suelen pastar animales, ya que el humus de las majadas es un buen sustrato para la criadilla.
Por lo general, la turma de color blanco suele nacer primero y la roja es posterior.
Ésta última “es más rica que la blanca y, además, se pela bastante mejor”, afirma Juan Luis Agudo.
Su preparación ofrece bastantes variedades culinarias, aunque se suele cocinar revuelta con huevos, fritas con aceite ajo y cebolla o, incluso, en tortilla.
El micólogo José Ignacio Gómez Risueño recuerda que este hongo sirvió de alimento durante la Guerra Civil a mucha gente que vivía en el campo y “quitó mucho hambre”.
Ahora se ha convertido en una afición apta para muy pocos, ya que es muy difícil encontrarlas, aunque los expertos aconsejan que el mejor truco para reconocerlas es buscar parajes donde abunde la planta denominada “tuberaria guttata”, conocida también como hierba “turmera”, ya que la “micorrización” de las criadillas está asociada a esta hierba.