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Trabajo decente, un término desconocido para miles de asalariados extremeños

Las 'sillas del hambre' piden un empleo digno a las puertas del paro en Mérida

Jesús Conde

Son un nuevo género dentro de los trabajadores: los precarios. De hecho cualquiera que eche un vistazo a la calle identifica a asalariados con malas condiciones laborales casi de inmediato.

Este es el caso de José, un joven de 26 años de Mérida, arquitecto técnico. Trabaja todas las semanas dando clases particulares en casa, no para de hacer ‘chapuzas’ con su hermano y colabora a menudo en temas de producción artística con otros amigos. No sé está quieto un momento, siempre activo... aunque el pasado mes no logró sumar en su cuenta los 300 euros. Podría parecer un chiste, si no fuera porque es real y describe la situación de otros tantos jóvenes.

Le gustaría emanciparse, aunque reconoce que hoy en día es una utopía, “y dando gracias que tengo a mis padres”. “¿Qué tipo de futuro podemos tener los jóvenes que el mes que ganamos 400 euros tocamos las palmas?”, se pregunta José, que insiste en que la gente de su edad no le dan una oportunidad.

Empleo y precariedad

Las cifras sobre empleo y precariedad salen una vez más a la palestra por el Día Internacional del Trabajo decente. Con motivo de esta efeméride los sindicatos CCOO y UGT en Extremadura lamentan la permisividad de los gobiernos ante los abusos que cometen los empresarios.

Una reflexión que comparte José, de 35 años. Tiene dos carreras, dos másteres y un posgrado, trabaja como sanitario en un centro de rehabilitación concertado con la Junta de Extremadura y gana 900 euros. Con 15 años de experiencia a sus espaldas, realiza una tarea muy específica, que requiere conocimientos técnicos avanzados. Y en sus manos está algo tan importante como la rehabilitación de un paciente.

“Siempre he sido precario y realmente esto se aguanta por vocación”, comenta este sanitario, que a pesar de no ser ni ‘mileurista’ se siente afortunado porque trabaja.

En su caso hay una diferencia salarial de más de 500 euros mensuales entre quienes ejercen en la empresa privada y los que trabajan en el Servicio Extremeño de Salud. Incide en otras cuestiones que sufre en su trabajo, y que van en contra del trabajo decente:“es por ejemplo que no te dejen cogerte tus días de asuntos propios, o que si un día te vas dos horas al médico, te obliguen a recuperar ese tiempo, o te lo quiten de tu sueldo”.

Tener trabajo no es sinónimo de llegar a final de mes en condiciones dignas, algo que preocupa a los sindicatos. Advierten que las últimas reformas laborales “han institucionalizado la precariedad en las relaciones laborales”, recoge EFE.

El secretario general de CCOO en Extremadura, Julián Carretero, ha trasladado a este diario que, de 100 contratos que se hacen en la actualidad en la región, 80 duran menos de un mes. También que hasta el 15 por ciento de las personas que trabaja no alcanza los niveles mínimos para disfrutar de una buena cobertura social. Es decir, a pesar de trabajar siguen siendo pobres.

“Hoy, por desgracia, el trabajo que impera es el de las malas condiciones, hasta el punto de que quien gana 600 euros puede darse un canto en los dientes”, lamenta el líder sindical.

La brecha de ricos y pobres

La brecha entre ricos y pobres ha aumentado según comentan Carretero, que hace alusión a la Memoria Anual Socioeconómica de 2014, del Consejo Económico y Social de Extremadura, del que se desprende un trasvase de más de 1.000 millones de euros desde los empleados a los beneficios empresariales en la comunidad de Extremadura.

La cuenta es la siguiente: un análisis del Producto Interior Bruto muestra que en torno al 47 por ciento corresponde a los empleados, mientras que el beneficio empresarial casi ronda el 50 por ciento. “Desde hace tres años para acá, se ha invertido este orden en Extremadura, las reformas y las políticas han hecho justo lo que no debía ocurrir, ahora el beneficio empresarial supera a las rentas”, comenta.

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