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El gran bucle de la política

Iglesias, Casado, Rivera y Sánchez en un debate electoral. EFE

Miguel Álvarez García

Me molestan muchísimo las campañas electorales. Los líderes llaman al combate y los fieles corren a preparar armas, yelmo y la coraza. Son ya cuatro y no reparan en que la gente está demasiada cansada para acudir por cuarta vez a la fiesta de la confrontación. Acuden, acudimos a regañadientes cansados de su incompetencia, cansados de su juego, cansados de su estupidez.

Sí, sabemos que ellos, en la derecha, no se cansan y en esa disposición basan su ventaja. Ellos se juegan mucho y nosotros por experiencia sabemos que nunca se cumplen, que nunca cumplen nuestros sueños. En eso consiste ser “izquierda”, en que nuestros sueños van del cero al infinito y nunca estamos contentos. Nuestros sueños, en modo absoluto, son imposibles de cumplir. No es lo mismo conservar que conquistar. ¿Dónde está el límite en la conquista? Esa es la clave de nuestra división.

Me aburren las élites políticas. Todos, sin excepción, nos creen, creen que el pueblo, en general, es idiota. Toman a sus votantes como la pequeña porción que acuden a sus mítines. Extienden el entusiasmo que allí observan al conjunto, no solo de sus fieles, sino al resto de la ciudadanía.

La política española es un gran bucle del que se alimentan medios, comentaristas, tertulianos, empresas de marketing, televisiones, radios etc. La política española y su circo mediático es una industria nacional depredadora de recursos públicos, campaña tras campaña en la que todos los intervinientes se encuentran muy a gusto.

Ellos allí, nosotros aquí, nos hacen odiar la política cuando hacen política. Nos confunden cuando el gran invento de la comunidad de los hombres, la política, la asimilan a política, politiqueo, y políticos. Nos hacen dudar si aquel gran invento de los hombres es ya por la propia evolución de los acontecimientos y su quehacer algo pasado de moda y un enorme monumento a la ineficacia.

John Naisbitt públicó un libro de éxito en 1982 llamado Macrotendencias. Sigue ocupando un lugar preferente en mi biblioteca. Las 10 megatendencias formuladas por el futurólogo siguen su marcha inexorable hacia el presente, habiéndose cumplidas con creces cada una de ellas.

Tal vez haya una en la que se va retrasado, la sexta, que ofrece una fuerte resistencia pero en la que elección tras elección va dejàndose jirones en todos los paises avanzados.

Sexta macrotendencia: la democracia representativa daría lugar a la democracia participativa. Lo que no dijo es que ese cambio sustancial que proporcionará, sin duda, la participación no sólo de individuos a título particular, asociaciones de diverso tipo, grandes empresas, acabaría siendo producto de la natural evolución, porque yo creo que será más bien el producto de un hartazgo general hacia los gestores políticos.

No quiero desanimar a nadie, no es esa mi intención, yo, como he dicho otras veces votaré nuevamente pero también he de decir que el vaso de mi paciencia de ciudadano normalito está lleno, llenísimo de indignación. No soy un “odiador”, haters se les llama ahora, profesional, pero estoy muy cerquita de serlo. Y por favor, no me llamen a adhesiones incondicionales, nunca milité en esa tribu.

 

 

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